Quédatelo todo

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Aviso: Contenido sexual explícito

El aire frío de mediados de invierno hacía reacción con el calor del interior y generaba vaho en las ventanas de aquel pequeño dormitorio donde resonaban suspiros. 

La ropa esparcida, sin cuidado, de manera apresurada por el suelo. 

Sus cuerpos, unidos tras una larga temporada sin encontrarse, re-descubrían el calor del otro. 

Los labios deseosos del nostálgico sabor de su amante bailaban al ritmo de una tonada que solo ellos podían escuchar. La joven mujer podía sentir su piel arder con cada caricia del moreno, le hacía emitir sonidos de placer sin siquiera proponérselo y eso que aún estaban en la fase cándida de aquel encuentro que ocurría cada pocos meses. 

Pero aquella vez era diferente. 

Aquella vez ella parecía desesperada por el contacto, pedía de manera avariciosa cada vez más y Chrollo concedía la petición sin quejas. 

Presionaba sus manos con más fuerza, la besaba con más intensidad, la marcaba con sus dientes, cumplía sus deseos con diligencia. No podía evitar que aquel comportamiento impropio de su pareja lo encendiera, a fin de cuentas no dejaba de ser solo un hombre . 

La situación hacía rato que le había anulado la capacidad de pensar a la joven pero también comenzaba a limitar al moreno, los suspiros resonaban en sus tímpanos mientras lamía y besaba la suave piel del cuello de su mujer. 

Suya, aquella certeza de pertenencia no hacía otra cosa que incitarlo aún más. 

El pecho le vibraba al emitir los gemidos que le provocaba el calor de su intimidad siendo frotada por los muslos ajenos, su pene temblaba al sentir cómo los pezones se endurecían al introducirlos en su boca. 

Disfrutaba en demasía al verla ahí con los ojos cerrados y la boca abierta, disfrutaba de ver sus sinceras expresiones. 

Ella lo empujó hacia el colchón, obligándolo a tumbarse con la respiración entrecortada para después continuar tocándolo de aquella exquisita forma, única, propia de ella y que nadie más podría reproducir nunca. Entre otras cosas, ella amaba acariciar su musculoso torso con las uñas dejando un leve rastro rojizo en la blanquecina piel del hombre. 

Sentada a horcajadas sobre él, a Chrollo le parecía la mujer más hermosa sobre la faz de la tierra. 

Y a pesar de sus tremendas ganas de cogerla, atraparla entre sus brazos y el colchón para penetrarla una y otra vez hasta que sintiera que le había devuelto todo el placer que ella le daba, a pesar de su necesidad de hacerla sentir la mitad de lo que ella provocaba en su pecho, aún sabiendo que ella era su debilidad... Chrollo la permitió que lo montase, que tomase el control. 

La calidez de sus paredes vaginales alrededor de su polla era gloriosa, lo obligaba a cerrar los ojos y gemir. Sentía cada pliegue y rugosidad apretandolo, deslizándose deliciosamente hasta el máximo que podía llegar .  

Podía decir con sinceridad que aquél era su lugar favorito. 

Fue casi automático como sus grandes manos envolvieron las femeninas y redondeadas caderas , guiándolas en aquel delicioso sube y baja que lo llevaba cada vez más cerca del cielo.  

Es posible que al estar más estrecha de lo habitual acelerase aquel proceso y aquello podía sentirse maravilloso pero no era una buena señal, de hecho había ignorado muchas malas señales en favor a la aparente necesidad de la mujer y la suya propia. Pero todo su libido desapareció de pronto al ver como la mueca de concentración en la cara de su novia mutaba. 

Chrollo LucilferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora