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DENKZA

El estruendo inoportuno provocó una reacción brusca en su cuerpo, el haber estado dormida por tanto tiempo le hizo perder la noción de las horas, lo cual le permitió contar del uno al cinco en su mente hasta que la puerta se abriera, aquello no sucedió. Sin duda alguna, no podía volver a la cama, luego de escuchar tal bullicio, tomó lo primero que vio abriéndose paso en medio del gran edificio, afuera se hallaban Darius y Drýs, quiénes no parecían del todo alterados por aquello que irrumpió su sueño.

Aitara los miró con cierta extrañes.

—¿Ocurre algo? —preguntó Darius al tener su atención.

Aitara negó con pesar en su sentir. Sin embargo, al estar en medio del gran edifico, uno de los soldados apareció en medio con su cuerpo herido. La mujer exclamó el nombre de la guardiana quien apareció junto a Damián cuestionándole que acontecía.

La lozana pidió llevarlo al hospital cuanto antes.

—No sé qué sea, pero debe ser culpa de Airén. —musitó Damián caminando al costado de Aitara.

La gobernante odiaba admitir que así ha sido.

—¡Malnacido! —expresó la dama.

Sus ojos se abrieron de par en par al notar una bestia de quince metros a la lejanía del cuartel donde ubicaban prisioneros de bajo rango. El corazón de Aitara se aceleró. Era robusto y con garras afiladas en sus patas, no eran pezuñas normales, y esto llamó la atención de la gobernadora. Pero ¿cómo es que no se percató de algo así?, ¿desde cuándo?, ¿por qué ahora? La respuesta de estas estaba ante sus ojos, debió cortar su cabeza. Sacó su libro a flote, la esencia que percibe ahora es paralizante, ni Damián ha movido un dedo.

—Pensé que estaría jugando a las cartas en un lugar tan aburrido, es una mierda. —dedujo Damián.

—Viéndolo de esta forma, hay que estar agradecidos de que haya sucedido en prisión.

Aitara sacó su libro junto a las flamantes bestias que este contenía.

—Encárgate de que la barrera no se abra, si los privados salen, estamos jodidos. —Aludió Aitara. Damián asintió apartándose del sitio—. No me fallen...

Dio un chasquido con sus dedos otorgando así vida a las bestias frente a ellas, los grandes lobos corrieron en dirección al ente. Sin embargo, la distracción no fue funcional, Aitara podía entender este juego.

La silueta de un ser conocido se aproximaba en medio de la tormenta.

—Es digno de una gran gobernadora. —Decía mientras celebraba ante las llamas que mostraba la prisión, debió haber terminado esto desde un principio—. Has sido un tremendo dolor de cabeza, llorona. Tuve que aguantar muchos años en estos, ¿besos y abrazos? Lo único que podías darme es asco. —Aitara de pronto sonrió girándose, necesitaba ver de dónde provenía esa voz—. Lamento haberte usado, Aitara, no tuve más opción que pegarme a una chica con aspecto inmundo. Yo necesitaba a alguien que no pudiese pensar por sí mismo.

BÉLKASKA: LA ERA DEL DESPERTAR #3 ✔┆FINALIZADA┆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora