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Ver a Kong estudiando la mayor parte de su tiempo en casa fue algo a lo que Buddy y Arthit tuvieron que acostumbrarse durante las próximas semanas, pues su examen estaba cada vez más cerca y no había tiempo que perder.

Además, esas horas de estudio eran para Kong una enorme distracción de lo que sucedía en su trabajo. Sus compañeros de trabajo lo trataban cada vez peor, denigrándolo por cualquier pequeño percance o error y asignándole tareas que no le correspondían para probar su paciencia, cosa que hasta entonces no había sucedido.

Por fortuna, no todo era malo, ya que las terapias de pareja a las que había estado asistiendo con Arthit parecían ayudarlos en su nueva vida de casados. Ahora planeaban mejor sus tiempos y sus ratos juntos y eso los tenía extra cariñosos y felices.

El domingo por la noche, menos de un día antes de que Kong presentara su importante examen, ambos se recostaron en la cama para hablar un poco de lo que habría de suceder al día siguiente.

—¿Quieres ir a comer a algún sitio mañana después del examen? Yo invito —Arthit estaba casa vez más ansioso por ese día. Él había visto a Kong esforzarse tanto, estaba muy orgulloso de él y se lo repetía cada vez que podía entre pequeños abrazos y besos que le robaba durante sus horas de estudio. Ahora ya no esperaba una respuesta de su esposo, sólo le daba un besito y se marchaba a hacer sus actividades.

En esos días, Arthit descubrió que le gustaba mirar algunos tips de limpieza en internet y trataba de ponerlos en práctica; también había retomado el tocar la guitarra y estaba a la mitad de componer una pequeña canción para su esposo. Incluso salió algunas veces al bar de Bright para distraerse con sus amigos. Todo en su vida iba muy bien.

—Mmm, sería bueno... —le sonrió, girándose en sus brazos para quedar recargado sobre su pecho. —Oh, hay que ir a comer al restaurante al que íbamos en la universidad, ¿sí? Me siento con algo de nostalgia...

—De acuerdo, vamos ahí entonces —le besó en la cabeza y le estrujó contra su cuerpo. —¿Y luego?... ¿Quisieras ir a otra parte? ¿O... volvemos a casa? —Esa última frase la susurró en diferente tono.

Kong sonrió incluso más al notar ese cambio de tono en la voz de su esposo. Asintió.

—Volver a casa suena como una gran idea. Necesito recargar debidamente luego de taaaantas horas de estudio... y qué mejor que contigo. Eres mi mejor fuente de energía...

—¿Te cargas a la luz del sol? —comentó con diversión. —Entonces ya tenemos un plan. Vamos a comer y volvemos —volvió a dejarle un beso en la cabeza.

—Sí, gracioso... —le sostuvo del rostro para acariciarle la mejilla. Sus ojos sonrieron al igual que sus labios. —Me recargo con ayuda de mi sol. Mi propio sol, brillante y hermoso —le miraba directo a los ojos con desbordante cariño.

Arthit se lanzó a dejarle un piquito en los labios.

—Anda ya, deja eso y duérmete que mañana es un día importante.

—Ooww, ¿sólo uno? Creí que obtendría al menos dos... o tres —le reprochó, abultando sus labios y tocándolos con sus dedos para pedir más besos. —Anda, como motivación para mañana...

—Pero si te motivo todos los días, amor —dijo divertido sobre sus labios, aun así le besó otras cuantas veces.

—En este momento sólo quiero besar más a mi esposo —confesó bajito y muy sonriente, aunque su expresión se deformó un poco con lo siguiente. —Déjame disfrutarte antes de volver a pasar todo mi tiempo con clases y tareas...

—Pero faltará para que te digan si pasaste, ¿no? Y yo te voy a raptar en estos días —le iba a tener en la casa, disfrutando de estar juntos como antes.

VIII. Escala Danjon - A.M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora