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El trayecto de regreso a casa fue ameno y muy entretenido, ya que Arthit había puesto algo de música y ambos improvisaron un concurso de canto la primera hora de camino. El resto del trayecto habría seguido siendo genial, sin embargo el ambiente decayó cuando, unos kilómetros antes de entrar a la ciudad, la pareja vio que a unos metros adelante un auto se detenía a la mitad de la carretera y unas manos sacaban una bolsa para dejarla a un lado del camino.

—¿Está tirando su basura? ¿A la mitad de la carretera? —dijo Kong, extrañado y un poco molesto por la idea. Para entonces, aquel auto ya se estaba alejando hasta casi perderse de vista y ellos mismos se acercaban poco a poco al lugar. Aprovechó que iba de copiloto para mirar mejor. —Wow... ¿Qué fue eso? ¿Se movió?

Arthit bajó un poco la música cuando Kong empezó a hablar y sólo miró de reojo la bolsa, luego regresó a mirar el camino. Tuvo que detenerse ya que un gran camión se encontraba haciendo maniobras para entrar a la carretera algunos metros más adelante.

—De seguro es mucha basura y se está cayendo... —dijo sin mucho interés.

—Mmm... quizás... —él no estaba tan seguro, así que no dejaba de ver aquella bolsa. Le llamaba demasiado la atención. —Pero, ¿por qué tirarla acá?... No sé, siento que no es basura. ¿Debería...? —jadeó, sobresaltado. —¡Se movió de nuevo! ¡Amor, mira!

Pero Arthit seguía sin prestarle atención, estaba atento a cuando ya pudiera avanzar.

—Kong... Ya deja eso...

Así que Kong ya no dijo nada, pero se quedó mirando la sospechosa bolsa y lo siguió haciendo incluso cuando Arthit volvió a arrancar. Entonces, se asomó fuera por la ventana del auto para continuar viéndola hasta que se le perdiera de vista.

Cuando Arthit finalmente pudo avanzar y continuar con el camino, vio de reojo que Kong aún se asomaba.

—Eyy, Kong, suficiente... —le movió un poco la rodilla para llamar su atención.

Pero el menor no le hizo caso, el siguió asomándose aunque ya habían pasado varios metros en el auto. Su estómago empezaba a sentirse muy pesado y algo en su interior gritaba que regresara. Se quedó pensándolo un largo momento, en el que no prestó la más mínima atención al llamado de su esposo, quien sólo siguió manejando ya sin volver a dirigirse a Kong. Lo dejó estar y miró al frente para elegir el mejor momento y acelerar rebasando al vehículo del frente.

Cuando esto sucedió, fue como si Kong saliera de un trance. Se sentó bien de nuevo y miró a su esposo, decidido.

—Regresa... —dijo algo bajo, como agarrando fuerza para hablar de nuevo. Lo siguiente, lo dijo con voz más firme. —Amor, regresa. Necesito estar seguro de que es basura.

—Kong... ¿qué rayos...? —Le volteó a ver, sólo un momento. —Eso no tiene sentido... —negó con la cabeza y siguió conduciendo como si nada.

—¡Regresa! —una extraña energía se había apoderado de su cuerpo, por lo que no pudo evitar usar su voz de hazer. No estaba pensando mucho y quizá se arrepentiría después, pero en ese momento sentía mucha adrenalina y determinación por regresar y comprobar que no era lo creía. —Al menos detén el auto. ¡Necesito estar seguro!

—¡Kongpob, no! Estoy cansado, ¡quiero llegar a casa! ¡Basta! —Arthit estaba sorprendido de ese arranque por parte de Kong, pero le había respondido de igual forma.

—¡Yo conduciré de vuelta, al menos haz esto por mí! —había girado su cuerpo para verle y hasta le tomó del brazo. Su mirada ya era una de desesperación. —¡Por favor!

Con el ceño fruncido y una mirada de verdadero enojo, Arthit siguió conduciendo hasta llegar a un lugar donde podía girar e ir en la dirección contraria. Tenía la mandíbula apretada y se liberó del agarre de Kong.

VIII. Escala Danjon - A.M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora