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Siguieron en la playa por una hora más, hablando un poco y mirándose con mucho amor, pero más que nada disfrutando de la compañía del otro. También se acabaron la botella de vino, por lo que estaban algo borrachos cuando decidieron volver a su habitación; quizá Kong se sentía un poco más mareado y atontado que su mayor.

—Yo... de verdad no quiero dormir ahora —arrastraba las palabras ligeramente. Aún podía mantenerse de pie, pero sí se tambaleó cuando cruzó la puerta. Rio enseguida, pero luego se quejó como si fuera un niño pequeño a punto de hacer un berrinche. —No quiero. Quiero... pasar más tiempo contigo. Antes de regresar al trabajo y... a la universidad... Temo que no podría mimarte como antes, mi sol.

—Pero yo a ti sí...—Le había tomado de la cintura cuando se tambaleó. —Y también dije que te raptaría para llevarte conmigo un rato —le besó la mejilla que ahora estaba completamente roja.

—¿Y me mimarás mucho a mí también? —se relajó en el instante en que sintió a su esposo rodearle por la cintura. Le echó los brazos al cuello, dejándose sostener.

—Lo intentaré, pero no creo que me salga igual de bien que a ti —repitió el beso, pero esta vez fue más atrás y la besó sobre la oreja.

—Mmm... —un pequeño estremecimiento recorrió su cuerpo, haciendo que se le escapara una risita. —Pues.... Últimamente me has demostrado ser muy bueno en muuchas cosas que antes no creías...

Arthit se deleitó cuando sintió el cuerpo de Kong removerse entre sus brazos.

—Hago lo mejor que puedo. He aprendido del mejor maestro.

—Y... —se relamió, mirando con atención y ojos brillantes los labios de su esposo. Para las siguientes preguntas, su voz salió susurrante. —¿Qué otras cosas has aprendido de ese gran maestro? ¿Puedo saber?

—A ser demasiado cursi. Eso también lo he aprendido muy bien, ¿no te parece? — bromeó para evadir otra respuesta.

—Sí, yo creo que sí... —rio bajito y juguetón, pero sin sacarle la vista de encima a esos labios que quería seguir probando por el resto de la noche. —¿Sólo eso? Voy a pensar que ese mejor maestro no es tan bueno como dices...

—¿Deberías... hacerme un examen? —mordió el labio tratando de no reír por lo que estaba haciendo.

—Nah... —se encogió de hombros, empujándole con cuidado para dirigirse a la cama y seguir platicando ahí. —A menos que me quieras hacer una demostración —con esa última frase, fue como si todo rastro de alcohol se borrara de su sistema, pues ahora su mirada se fijaba sobria y brillante en la de Arthit.

—Hmmm, bueno... A decir verdad... Sí quiero —caminó hasta él y, cuando su esposo tomó, asiento en la cama se arrodillo frente a él.

—Mmm... ¿y podré calificarte del 1 al 10? —siguió con ese pequeño juego, abriendo ligeramente las piernas para hacerle lugar y, también, usando sus dedos para recorrerle los mechones con cariño.

—Trataré de sacar una buena calificación —mientras hablaba, le comenzó a desabrochar el pantalón con bastante emoción, se sentía muy travieso y decidido.

—Soy algo estricto, así que tendrás que esforzarte... nong —le llamó con voz que empezaba a ser ronca y enredó en sus dedos el cabello de su esposo, tirando de él ligeramente pues ya sentía la excitación acumularse en su parte baja.

—Haré lo mejor que pueda... P' —susurró seductor y bajó la mirada cuando logró sacar el miembro de su esposo.

Este se quedó mirando esa espectacular escena, mordisqueando su labio mientras veía a su mayor descubrirle mejor hasta que le tuvo semierecto en su mano. Entonces, rio bajito, pues era evidente que su alumno tendría que hacer algo más antes de aquella demostración.

VIII. Escala Danjon - A.M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora