Por lo regular, Kerkkrai Sutthilack era un hombre de buen carácter y temperamento pacífico, amable y comprensivo como persona, jefe y padre, cuyo último rol desempañaba con amor y mucho respeto hacia sus amadas hijas, hijo y esposa.Kerkkrai se consideraba a sí mismo como un padre ejemplar, criando a sus hijos con buenos valores, conductas y caracter. Por ese motivo, cuando estando en aquella reunión mensual con sus colegas de otras empresas, escuchó de uno de ellos un insólito comentario respecto a su único hijo, el señor Sutthilack decidió que era imperativo llegar al fondo del asunto.
Abandonó la reunión cuando esta finalizó, posponiendo su próximo pendiente para ocuparse de aquello tan urgente que tenía que hablar con su hijo Kongpob. Así que se dirigió a su empresa, exactamente al departamento donde su heredero estaba laborando, y con mucha calma entró para preguntar por él. Todos saludaron muy educados cuando el presidente de la empresa entró al departamento.
—¿En dónde está Kongpob? —preguntó al jefe del piso, disfrazando su verdadero humor con una sonrisa cordial. Lo cierto era que se sentía confundido, decepcionado y muy molesto por lo que había escuchado de su colega un par de horas atrás. —Están haciendo un buen trabajo, por favor, sigan con lo que estaban haciendo —dijo aquel hombre a todo el departamento. Ellos asintieron y continuaron con sus labores.
Luego, el hombre se acercó con Kong y le tomó del hombro.
—¿Tienes un minuto? Necesito hablar contigo —habló más firme de lo usual.
—Claro, padre —le dijo el más joven con una sonrisa, caminando en silencio junto con su progenitor hacia una zona más privada. No tardaron en llegar a una sala de juntas no muy lejos de ahí y fue entonces cuando Kong empezó a sospechar, pues para empezar, el semblante y humor en general de su padre eran algo inusuales. —¿Sucede algo?
Su padre asintió lento, con la mirada perdida en el suelo.
—Kongpob, yo creo que les he enseñado a ser humildes, que todo lo que tenemos es debido a mucho esfuerzo, que nos debemos a los demás, las personas que confiaron en nosotros, empleados, compradores... Todo. En ningún momento les he demostrado que nosotros estamos por encima de cualquiera. Eso es lo que yo pensé que les había quedado en claro... —suspiró muy profundo e incluso se aflojó la corbata. —Hoy escuché algo poco agradable, la verdad. Que mi hijo había estado intimidado a uno de los empleados, discutiendo en otros lugares e incluso usando sus privilegios para poner pendiente su puesto de trabajo... —su voz sonaba firme, fría y distante.
En ese momento, Kong sintió como si le echaran un balde de agua fría en la cabeza. El último rastro que quedaba de su sonrisa se borró y su mirada cayó, agachando la cabeza mientras escuchaba en silencio las palabras de su padre. No tenía nada que decir en su defensa.
—Pensé que era algo sin sentido y quería darte la oportunidad de escuchar tu parte, pero creo que todo es verdad —volvió a suspirar intranquilo luego de darle un momento por si su hijo quería replicarle. —Estoy muy decepcionado de ti y de mí al haber creído que te eduqué bien. Aún eres muy joven para esto... Estás con lo de la maestría, ¿verdad? Quizá deberías concentrarte en eso y tener otro trabajo de medio tiempo, quizás en unos años puedas cambiar y estar apto para esto.
Kong levantó la cabeza inmediatamente, viendo a su padre con los ojos bien abiertos y pánico en su mirada. Negó repetidas veces, casi con desesperación.
—No, padre, no es lo que parece. Admito que sí tuve un pequeño malentendido con uno de mis compañeros, pero fue... Fue algo que no se repetirá —se apresuró a explicar. Su corazón latía muy rápido. No habían pasado más de un par de meses desde que empezó en ese puesto, no podía dejarlo tan rápido. —Por favor, créame. Sé que aún tengo mucho por aprender, pero usted sabe que estoy haciendo todo lo posible por ganarme un lugar en la empresa de la familia... empezando desde abajo como todos los demás y ganándomelo con mi esfuerzo. Asumo la responsabilidad por mis errores, pero... no me despida —dijo eso último con un hilo de voz. Se inclinó para hacerle una reverencia muy pronunciada. —¡Por favor, deme otra oportunidad!
—No puedo dar pie a los rumores que ya se dicen, debes ser tratado como cualquier otro empleado, Kongpob. Esto le está dando mala imagen a la empresa. Ya hablé con tu superior y tendrás solo dos semanas más hasta que encuentren a quien te remplazará —dijo sin escuchar más a su hijo.
El mundo de Kong se estaba viniendo abajo. Su corazón se sentía como apachurrado y se estaba formando un gran nudo en su garganta, además de un ardor en sus párpados que anunciaba algo que no quería.
No quería llorar, al menos no en ese momento y tampoco frente a su padre. Pero sus emociones se estaban desbordando, haciéndose más y más grandes conforme las palabras de su progenitor rebotaban en su cabeza. Había decepcionado a una de las personas más importantes de su vida, perdería su trabajo, su oportunidad por demostrar lo apto que era para aquello por lo que había nacido hace poco más de 23 años... y decepcionaría también a su madre... y a Arthit. Le daría mucha vergüenza decirle que había perdido su trabajo, y más aún explicarle el porqué, si no es que su esposo ya lo intuía por esos rumores que estaba seguro habían comenzado en la empresa de este.
Se limpió una lágrima traicionera que escapó hacia su mejilla y asintió, bajando la mirada de nuevo para que su padre no le viera llorar. Asintió, intentando mantenerse lo más tranquilo posible.
—De acuerdo —dijo simplemente, respetuoso y sin más que agregar. Sabía que la decisión ya estaba tomada, insistir no haría ninguna diferencia.
—Te falta mucho aún para hacerte cargo de todo... No sé qué hice mal contigo —la mirada que le daba era de decepción. —Quizá te di muchas libertades... Que estuvieras en otras empresas, que te casaras tan joven y con... Bueno. Eso ya está hecho... Espero que aprendas más en estos años —el hombre salió de la habitación sin decir otra cosa.
Por el contrario, Kong se quedó en la sala de juntas un rato más. Se sentó en una de las sillas y recargó los brazos sobre la mesa, hundiendo el rostro en ellos mientras dejaba fluir el resto de las lágrimas.
Quizás estuvo 20 o 30 minutos allí dentro, pues lo siguiente que supo ya era su hora de salida. Aprovechó que para el resto del personal era la hora de comida por lo que salió de ahí casi corriendo, con los ojos hinchados, para ir a encerrarse al auto y ahí terminar de tranquilizarse. Todo lo que podía pensar en ese momento era que no quería llegar a casa.
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Y: :) Je... Si bueno, quién tiene hambre? :[]
Deje aquí sus insultos para el padre de Kong—>
Cómo creen que reaccione Arthit cuando se entere de todo? Les leo o.o
S: Corto, muy corto para lo que estamos acostumbradxs... Pero intenso, ¿verdad que sí? 👁️👄👁️
Mi corazoncito se rompe por Kong... Por fis traten de entender sus motivos, él simplemente tiene una gran carga (y responsabilidades) sobre sus hombros. u.u
Nos seguimos leyendo en el grupo y en comentarios. <3
¡Que tengan bonita semana!
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VIII. Escala Danjon - A.M.
FanfictionEl eclipse ya ha terminado y ahora la Luna y el Sol toman caminos separados... Pero, ¿qué será de la Luna sin su Sol? "-Kong... -Arthit murmuró sobre la piel de su esposo. -No estás solo, ¿sabes? Pase lo que pase, yo estaré a tu lado. Estamos juntos...