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Al día siguiente, a Arthit le costó muchísimo levantarse; él quería seguir entre los brazos de su esposo. Y aunque este también quería seguir abrazándolo, Kong le convenció de levantarse después de 20 minutos, ya que un poco más de tiempo y se les haría muy tarde.

Desayunaron juntos rápidamente y el menor acompañó a su esposo a tomar el autobús a su trabajo. Le despidió con un besito en los labios.

—No olvides que te amo muchísimo —le murmuró, sonriendo.

A pesar de que veía al autobús acercarse, Arthit siguió dándole besos en los labios.

—Y tú no olvides que te amo muchísimo, que tengas buen día —se separó hasta que tuvo el autobús a un par de metros.

Con las mejillas de un leve rosa, Kong retrocedió asintiendo. Se despidió sacudiendo una mano y suspirando se dio la media vuelta cuando el autobús estuvo fuera de vista.

Cuando regresó a casa, sacó la ropa de la secadora, la dobló, acomodó y guardó. También limpió un poco y no menos importante fue a visitar a la gata que maullaba desde el baño. Esta, por suerte, ya se había familiarizado con Kong y entendido que este quería ayudarla, sin embargo el joven se dio cuenta de que ella detestaba quedarse sola.

—Debo irme unas horas, pero estarás bien, ¿sí? —le habló, acariciándole entre las orejas. —Buddy estará afuera cuidando de la casa. Vas a estar a salvo aquí...

Un ratito más con la mamá gata y Kong salió del baño para terminar de arreglarse e irse a su trabajo, al cual llegó muy contento y sonriente, saludando a todos quienes se topaba en su camino a su departamento.

—Buenos días —saludó al joven practicante que estaba enseguida de la puerta cuando él entró. Este le regresó el saludo tímidamente mientras Kong se alejaba para dejar sus cosas en su casillero.

—Pero ¿qué tenemos aquí? —entró Lime detrás de Kong —¡Ey! ¿Acaso se acabaron tan pronto las vacaciones? —le preguntó al más joven que sin saber qué hacer asintió y se apresuró a retirarse, pero Lime le siguió. —Noooong... ¡Vi que te la pasaste muuuuuy bien...!

—¿Ah? —Kong se vio algo confundido, pero después supuso que su compañero de alguna forma se había enterado de que salió ese fin de semana. Se preguntaba cómo, si Arthit y él habían subido sólo algunas fotos y sus perfiles en redes eran privados. —B-Bueno... Sí, eh... —no sabía bien por qué balbuceaba, aunque quizá la ansiedad que empezaba a sentir era una buena pista. Había olvidado que su ambiente laboral no era el mejor de todos. —Sólo fueron un par de días para despejar un poco...

Con eso último, una carcajada resonó en la oficina.

—Despejarse un poco... ¡Un poco...! —decía por lo bajo. —Yo sí que necesitaría despejarme un poco... pero me negaron mis vacaciones. Me pregunto cómo tú... —se le acercó para mirarle de cerca. —Ah, lo olvidaba, que aquí tienes privilegios.

—P', yo podría intentar hacer algo para ayudarte —fue lo primero que pensó Kong, pasando por alto el ataque de su mayor, a quien ahora que lo pensaba, le tenía algo de lástima. Suponía que Lime se sentía tan estresado que molestarlo a él era una forma de superar el día a día. —Hablaré con mi padre para ver si él puede hacer algo, no es justo que no te concedan algunos días libres...

—Perfecto, ¡que el príncipe chasquee los dedos y se cumplan todos sus deseos! Dime Nong, ¿alguna vez te has esforzado por algo? Tú que vas a saber de eso, si no tienes una familia por la cual responder todos los días. Las cosas no aparecen por arte de magia —le empujó de la frente con un par de dedos.

A su alrededor, se escucharon algunos jadeos de sorpresa por parte de sus compañeros y el ambiente empezó a sentirse tenso. Ahora, los ojos de Kong se mostraban retadores y su expresión se había deformado a una de ligera molestia; sin embargo, siguió manteniendo la compostura.

VIII. Escala Danjon - A.M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora