- 5 -

351 58 75
                                    


La mañana del día siguiente saludó a Kong y Arthit con sonrisas en sus rostros y un par de besitos y muchos abrazos antes de levantarse de la cama.

Siguieron su rutina como les era habitual. Hicieron las ofrendas del día, se bañaron, desayunaron juntos y luego Kong acompañó a Arthit a la parada del autobús, en donde se despidieron con otro beso.

Después, cuando estuvo solo en casa con Buddy, Kong se sentó en su escritorio a estudiar lo que pospuso el día anterior, habiendo primero colocado una alarma que le avisaría para irse a tiempo al trabajo.

No obstante, un largo rato pasó hasta que volvió a prestar atención a su teléfono por la única razón de que estaba anunciando una llamada. Lo tomó para contestar, extrañado por recibir tan temprano en la mañana una llamada de su padre.

—¿Hola? Buenos días, padre —saludó, regresando la mirada a su libro de texto y apuntes. Bostezó mientras escuchaba la voz de su progenitor desde la otra línea. Se había dormido realmente tarde anoche. —¿Eh?... No... Mi horario no ha cambiado, ¿o sí?... Un momento, revisaré... —apartó el aparato de su oreja, jadeando por la sorpresa al ver la hora. Se levantó de inmediato de su silla. —¡Voy para allá!

-

Eran un poco pasadas las 11 de la mañana cuando Kong estuvo cruzando la puerta de su departamento de trabajo, atrayendo la atención de todos de sus compañeros que lo miraban con fastidio y reprobación.

—No se repetirá... —les ofreció una reverencia a todos sus compañeros, en especial a su superior inmediato, luego de una avergonzada disculpa. Había sido tan distraído y colocó su alarma para las 9 pm, por lo que había seguido estudiando sin darse cuenta de que estaba yendo tarde a su trabajo.

—Tooooodo eso que ves en tu escritorio, lo tienes que revisar, capturar y archivar —Lime le tomó por los hombros, señaló el mueble donde había una gran pila de papeles y le sonrió con falsedad. —¿O qué? ¿Creíste que por ser el hijo del jefe te íbamos a dejar pasar el que llegaras tarde?...

—Eeh... —aunque se dejó llevar por el hombre, Kong no estaba muy seguro. Era cierto que había sido una falta de su parte por haber llegado tarde, pero eso no tenía nada que ver con sus ocupaciones allí. —Khun, lo siento, pero... No tengo permitido hacer un trabajo que no me corresponde. No sería apropiado de mi parte.

—Y tampoco tenemos permitido llegar tan tarde sin avisar. Las cosas no siempre pasan como a su... majestad le plazca... —le dio unas palmadas en la espalda y se alejó, lento. Así que alcanzó a ver aquella marca que tenía Kong en el cuello y que la camisa no alcanzaba a cubrir. —Já... —resopló. —No sé qué sentirá el jefe si ve que su hijo viene... así... —le miró con asco y le tocó donde tenía la marca— mínimo... vergüenza.

—¿Ah? —Kong volteó para mirar a Lime, algo confundido por su última acusación. Sus mejillas se encendieron cuando, al tocarlo, sintió ese chupetón en su cuello. Se cubrió con la mano por la repentina ola de timidez, e iba a decir algo, pero esta ocasión se limitó a quedarse callado y sólo asintió. Después de todo, esas eran las consecuencias de sus actos.

-

Claro que Lime no se quedó callado durante el resto de la jornada y contó aquello a todos sus compañeros en cuanto tuvo oportunidad, quienes se encargaron de mal mirar a Kong y comentar detrás de él.

—Es guapo pero... de seguro es super malo en la cama, para su esposa debe ser un sufrimiento.

—Quizá se casó por el dinero....

VIII. Escala Danjon - A.M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora