Capítulo 8. Conversaciones Tontas

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Hoy es día de "Gym", como le gusta decirle a la mayoría de la gente, menos a mí porque suena como el nombre "Jim" en inglés y decir que voy al "Jim" suena ridículo. Como si fuera a una cervecería en lugar de un sitio para ejercitar los músculos, mejorar la salud, que exige disciplina y la habilidad de adherirse a una rutina y su dieta correspondiente.

Uno de los pocos aspectos positivos que reconozco en mí es que soy alguien muy disciplinado, como es requerido para este tipo de actividades. Llevo cuatro años dominando mis técnicas. El primero fue el más difícil, me cansaba rápido, me sentía demasiado pesado para siquiera correr dos kilómetros seguidos y me ahogaba por mi respiración incorrecta, podía cargar más peso que el promedio, pero no por mucho tiempo. El segundo y tercer año fueron cuando encontré lo mejor para mí y comencé a acostumbrarme. Ya no dolía tanto, me sentía listo para cada nueva meta. No sé cuándo cumplo los cuatro años viniendo o si ya lo hice, pero en ocasiones, cuando me tocan ejercicios que aún aborrezco, se siente como si no hubiera pasado nada de tiempo y estuviera de regreso en mi cuerpo pre-adolescente, sin fuerza en los tendones y jadeando después de levantar un lápiz del suelo.

Justo hoy es uno de esos días.

Hoy tocó hacer brazo, y ahora seguimos con el pecho en la barra olímpica, cargando seis discos equivalentes a poco más de mi peso total.

Me agrada la idea de tener la misma fuerza y firmeza en cada parte de mi cuerpo. Además, ¿a quién no le gustaría lucir los resultados? 

Pero no soy el más grande fanático de estar acostado boca arriba en la banca con las muñecas adoloridas, haciendo todo lo posible por no usar mis piernas para impulsarme, y con Kai que es buen compañero de gimnasio, pero todo el rato desde que me acosté y supuestamente se encargaría de cuidarme no ha dejado de revisar su celular, con completo desinterés por su alrededor.

He perdido la cuenta, y no me sorprendería que él también, pues apenas nos hemos comunicado hoy. De hecho, a diferencia de él con otras amistades suyas o Tommy conmigo, no solemos tener conversaciones casuales, solo decimos lo necesario, y si él lo necesita, no tengo de otra más que escucharlo desahogarse. Pero hoy me está poniendo los pelos de punta cuán callado ha estado.

—Hey —le llamo la atención con mi voz grave y entrecortada por el esfuerzo.

—¿Hm? —hace un sonido pero no despega la mirada del dispositivo con carcasa verde neón.

Se ve aburrido. No es bueno cuando está aburrido.

—¿Ya?

—Te faltan dos.

Apenas llevo once y se sienten como un millón.

—¿Qué traes? —No debería hablar, y es obvio por cómo batallo en formar las dos palabras, pero el comportamiento del de cabello largo no me sienta bien por razones en las que no me gusta pensar.

—Creo que Tommy tiene novia.

Algo me distrae. Fue un dolor fugaz que apenas sentí, pero afectó a mi cuerpo o estoy tan sudado que la barra resbaló de mi sostén. No sé qué fue, pero algo me hace perder el control y, antes de registrarlo, el gran tubo de acero pesado se me viene encima.

Casi me hubiera aplastado el cuello de no ser porque Kai no estaba lo suficiente distraído como para no sostenerla de inmediato antes de que pasara a graves.

—¡Ten cuidado! ¡¿Qué fue eso?! ¡Pudiste haberte matado, hombre!

—¡Pues tú que no sueltas ese celular!

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