Viernes

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Escorpio apagó la alarma apenas sonó. No le había tomado por sorpresa: sabía que iba a sonar desde hacía horas, minutos, no recordaba bien, pero fue porque había estado viendo su celular toda la madrugada.

Aún así, le irritaba bastante el sonido de su alarma. Le molestaba por aquellos días donde sí que quería seguir durmiendo. Aunque éste, su cumpleaños, era una excepción. Escorpio había deseado que llegara desde hace mucho, cual niño pequeño. 

No lo iba a negar: estaba ilusionado. Desde que le dijo a Libra que le diera una respuesta en su cumpleaños que lo estaba. Y ahora, pese a que tal condicionante no existiera, el sentimiento persistía.

¿Qué iba a decirle Libra? ¿Le iba a regalar algo? ¿Quizás sí le respondería?

Sintió un pinchazo en el pecho. El día de su cumpleaños, se había decepcionado el primer minuto al no ver un mensaje de Libra saludándolo. Pero no era culpa de Libra que el pelinegro se ilusionara, así que no podía quejarse. Además, Piscis y Cáncer sí que le habían mandado mensajes (montones) y stickers de WhatsApp variopintos. Él tenía los mejores amigos, sin duda. No debía sentirse triste (además, quedaban... algo así como quince horas aún de cumpleaños).

Así pues, aunque estuviera emocionado-deprimido-ansioso, también tenía sueño, razón por la que se demoró en hacerse de fuerza para levantarse de su acogedora y hogareña cama. Sacando un pie del edredón, pulsó el interruptor de la luz y luego, el de las cortinas eléctricas, que empezaron a alzarse. Fue doblemente deslumbrado. Segundos después de odiar a la luz, rodó por su cama hasta el suelo, desde el que se hizo de voluntad para ir a bañarse.

Ese día, se tomaría una ducha larga y hasta, quizás, se pasaría dos veces jabón.


Luego de dibujar una carita sobre el espejo empañado del baño y de haberse vestido, Escorpio salió fresco como una lechuga a desayunar. Los nervios no le habían permitido cenar, por lo que tenía intenciones de comerse el refrigerador entero. Por fortuna, no fue necesario: la novia de su papá le había dejado un desayuno especial de cumpleaños en la mesa.

Echando un vistazo al reloj del comedor, notó que aún faltaban humildes dos horas para que abriera el instituto, por lo que decidió sentarse en la mesa y comer como un ser civilizado. La novia de su papá cocinaba de maravilla (quizás porque trabajaba en un restaurante), así que, para hacerle respeto a su comida, ingirió lentamente. Hasta con el simple jugo de naranja en caja se las arreglaba para hacer una bebida de cinco estrellas.

Naranjas.

A Escorpio se le hizo un nudo en el estómago. Ni la ducha con agua caliente le habían calmado totalmente. Tenía miedo.

Se peinó los cabellos hacia atrás. Era casi imposible que Libra le dijera que sí, ni siquiera por pena. ¿Por qué no le entraba en la cabeza? Escorpio se estaba aprovechando de la indecisión del rubio, de sus nulas intenciones de hacerle daño, manteniéndolos a ambos en ese limbo de incomodidad, de coqueteo barato y risas nerviosas. Él, consciente de eso, podría decirle "sé que no te gusto, así que dejémoslo así" (dado que el "sé que no te gusto pero por favor sal conmigo" no funcionó), pero no quería. Estaba nervioso porque no quería ponerle punto final a eso. Y porque temía que Libra lo hiciera.

Qué lamentable. Ni siquiera podía pensar en que el rubio le dijera que sí. ¿Qué sentido tenía haberse emocionado entonces?

Hizo a un lado el vaso de jugo y suspiró. Ya no tenía apetito. 


Caminó lentamente por la calzada, a sabiendas de que había salido casi una hora antes, y queriendo disfrutar de ese aire helado entrando directamente en sus pulmones. Faltaba cada vez menos para invierno, y las mañanas eran más frías. Le gustaba eso. Con su chaqueta más térmica y buenos pantalones, podía disfrutar de ello sin miedo a resfriarse y a que Cáncer le metiera medicamentos casi hasta por el culo.

El club [Zodiaco yaoi/gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora