El club [Zodiaco yaoi/gay]

Sábado

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—¿Hm?—Piscis dejó su bolsito sobre el escritorio vacío de Capricornio—. Llegaste temprano.

Aries bufó.

—Llegué hace media hora.

—¿Tan pronto? Quedamos en estara las ocho—y faltaban quince minutos para eso. El carnero rodó los ojos. Aunque aún estaba muy oscuro, pudo ver su nariz brillando roja—. ¿Tienes frío?

—Nah.

—Prenderé la estufa—. Sí. Estufa. Lujos de que el presidente del centro de alumnos fuera también el presidente del club. Pese a que Aries decía no tener frío, se quedó cual lapa frente al calor. Al cabo de un rato Capricornio llegó, con la vista pegada en una carpeta. Por poco y se vuela la nariz con la pared.

—Ah, están aquí—les dijo, sin verlos.

—Sí—Piscis sonrió levemente—, solo falta Acuario.

—Entonces empecemos a ordenar.

Enchufaron el freezer que Capricornio se había conseguido y metieron allí la comida que debía ir congelada. El festival empezaba a las nueve. Aún quedaba tiempo. Capricornio les informó de un cambio de horario: el grupo del almuerzo y el de la cena se invertirían, por asuntos personales de alguien que no mencionó (dejando a Piscis intrigado por el chisme).

Aries y Capricornio intentaron sacar las mesas, pero entre los dos no hacían uno y Piscis tenía aún menos fuerza que ambos. Al finar, se echaron los tres sobre una mesa, dos suspirando pesadamente por el esfuerzo y Piscis para hacerles compañía.

Dieron las ocho y Acuario no llegaba. El castaño se la pasaba mirando a la puerta, esperando el momento en que apareciera. Saber que les tocó en el mismo grupo casi le hacía saltar de alegría (y lo hizo, pero en la privacidad de su cuarto). No podían esperarlo, así que acomodaron las mesas que sí se podían, haciendo un cuadrado. La freidora iba en medio de dos mesas, al lado contrario de la puerta, y el cajero (una calculadora y una cajita con dinero) en el otro eje.

8:30. Sin noticias de Acuario y ya empezaba a hacerse de día. Piscis le dio un delantal a Aries y se puso el propio. Capricornio se había ido a revisar otras cosas. Empezó a calentar el aceite con un mohín en los labios mientras Aries enchufaba el hervidor de agua.

Y finalmente dieron las nueve.

—¡Buenos días!—por un microsegundo se emocionó, pero luego su cerebro dijo "oye, esa no es su voz", y en efecto, notó que era Sagitario, que venía con Virgo a su espalda. Los dos sonreían en grande, quizás porque al fin podrían pasar los días más juntos para compensar la semana perdida.

—Buenas...—respondió Piscis, no queriendo sonar tan desanimado. Aries, que movía la cabeza como si escuchara música, solo les asintió.

Al rato llegó Escorpio y entre él y Virgo lograron sacar las mesas y acomodarlas fuera. Sagitario las decoró con manteles y servilletas.

—Está nublado—comentó el arquero, entrando. Virgo asintió.

—Quizás llueva.

—Ay, no, por favor—sollozó Piscis—. ¡Nos liarían la mitad del negocio!

—Pero comer churros con lluvia es un gustazo—apuntó Escorpio. Aries, con un churro en la boca, asintió de acuerdo.

—¡Hola, amiguitos!—gritó Géminis al entrar. Esperaba que llegara con Acuario, pero no fue así—. ¡Ya llegó por quien lloraban!