El club [Zodiaco yaoi/gay]

Viernes [1/2]

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—¿Estoy lindo?—Cáncer acababa de acomodar su chaleco del instituto, doblado casi a la mitad de forma que no le cubriese el trasero (pues según él era un "buen atributo"). Posó un poco, para que pudiesen observarlo. Escorpio lo encontró igual que siempre, pero Piscis no: él arrugó la nariz.

—Me gusta más el estilo tierno.

—¡Libra no va tierno por la vida!

—Deja de asumir que le gusta Libra, Can—dijo el pelinegro. Ambos chicos lo miraron. Cáncer, con enfado—. Se te veía mejor antes.

—¡Vale, vale!—el otro pelinegro estiró el chaleco, que le llegaba casi hasta las rodillas. Realmente se veía más tierno—. ¿Debería ponerme brillo en los labios?

—Quizás Tauro lo encuentre raro.

—Entonces, ¿al natural?

—Sí.

—Vale, al natural. ¿Ni un poco de rubor?

—¡Eso sí! ¡Pasa desapercibido!

Abrieron un estuche lleno del maquillaje del cangrejo. Aquello, era sinónimo de aburrimiento. Definitivamente.

Tomó asiento y cerró los ojos.

Sintió algo frío deslizarse por su cara, y olía a alcohol. Le agradaba ese olor, razón por la que no reaccionó con rapidez. Cuando reparó en que algo que se arrastraba por su cara con dicho aroma no era normal, ya era un poco... demasiado tarde.

Le estaban rayando la cara.

Llegada esa conclusión, tomó el marcador a ciegas y jaló de él, arrebatándolo de las manos de el, o la, culpable. Solo entonces abrió los ojos.

—¿Estás enojado por lo de ayer?—alzó las cejas, mirando a Aries directamente. Esperó sonar un poco cruel, amenazador, para dar miedo, pero el carnero solo rio con fuerza, afirmándose el estómago.

Pasados unos segundos se echó al piso, riendo.

—¿Qué mierda te causa tanta risa?

Lo ignoró.

Debía entonces, Escorpio, recurrir a la fuerza.

Acercó el marcador al rostro ariano.

—¡Ay, no! ¡Espera! ¡JAJAJA... NO, NO! ¡Tiempo muerto!—trazó una línea desde su mejilla hasta el cuello. Aries se retorcía, intentando alejarse. Terminó dándole una patada en el estómago y, aprovechando el dolor de Escorpio, se arrastró (aún riendo) por el suelo del instituto. Lejos, se puso en cuclillas—. ¡D-DEBERÍAS LIMPIAR TU ROSTRO, ES-COR-PIO!

Tanta risa no presagiaba una obra de arte en su rostro. Fulminándolo con la mirada, sacó su celular y puso la cámara.

Aries le había dibujado pestañas, pintado las cejas, hecho labios falsos (exageradamente grandes) y terminado todo con tres penes: frente, y las dos mejillas.

Tenía su gracia. Se tomó una foto para guardarlo: ese diseño debía usarlo en algún futuro, pero en ese momento debía encargarse de Aries.

—¿No hay respeto para los dormidos?

—¡Eh, te humillaste solo!¡Te vi babeando!—hizo una mueca. Él siempre babeaba—. ¡Dime que no quedó genial! ¿Eh, eh?

—No.

—¡Qué mentiroso! Bueno, le preguntaré a mis seguidores de Instagram...—el peliazul le dio la espalda, ensimismado en su celular—. ¿Una pregunta abierta, o con alternativa?—. Se abalanzó sobre él y le quitó el aparato por la espalda—. ¡Eh, eh!, ¡¿qué te pasa!? ¡Devuélvemelo!