🔆Capítulo 9| Regreso a Nueva York🔆

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POV ANASTASIA

Como era un vuelo privado sólo tuvimos que llegar con treinta minutos de antelación al Aeropuerto de París-Le Bourget. Quince minutos hubieran bastado, pero, para asegurarnos de salir puntuales, el capitán nos había pedido que estuviésemos allí antes.

Nos acercamos al control de seguridad de nuestro operador en la terminal y facturamos nuestras tres maletas

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Nos acercamos al control de seguridad
de nuestro operador en la terminal y facturamos nuestras tres maletas. Se
trataba de lo último que quedaba para llevar con nosotros, ya que el personal del jet privado de The Steele Company ya se había encargado de cargar el resto del equipaje, que por ello estaba ya en la bodega de la aeronave.

En menos de cinco minutos estuvimos listos para subir los nueve escalones de la escalerilla del avión. Al pie de éste nos esperaba el capitán, el copiloto y la azafata, a quienes ya conocía de otros vuelos.

José era el más asombrado y lo miraba todo con fascinación. Kate ya había viajado varias veces conmigo a Nueva York, para Acción de Gracias y para otros acontecimientos similares, así que todo le resultó bastante familiar.

-Me siento como si fuera Mick Jagger -comentó él-. La sensación
de subir la escalerilla de un avión privado, como he visto hacer a tantos
famosos con el suyo, es surrealista.

-Acostúmbrate, amigo -le dije, mirándolo por encima de un hombro
y sin dejar de ascender.

Finalmente el avión despegó. Era de noche y el ascenso fue muy
pronunciado, pero Jonas Jay, el experimentado piloto a cargo, logró que casi no se notara.

En cuanto nos informaron de que ya podíamos desabrocharnos los cinturones de seguridad, Shannon Sax, la azafata, llegó empujando un carrito de comida que transportaba una bandeja con canapés de caviar y salmón, acompañados de una botella de champán de los viñedos que eran
propiedad de la compañía y que estaban ubicados en Saint Émilion,
Francia.

La empleada de a bordo llenó una copa para cada uno y de inmediato
hicimos un brindis, anticipando todo lo que estaba a punto de llegar.

José silbó al ver la etiqueta.
-¿Hay algún mercado que tu padre no controle?

-Sólo unas pocas áreas -aportó Kate, risueña.

El chico no dejaba de mirar, atónito, el lujo del interior del avión, y se recostó un poco más en su asiento, disfrutando de la comodidad de éste.

-Tengo miedo de cerrar los ojos y, cuando los vuelva a abrir, despertarme y que todo esto haya sido solamente un sueño.

-Confía en mí: no hay nada más real que todo lo que nos pasará de
aquí en adelante.

Asistente de Compras - Grey 《Christian y Ana 》Libro1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora