🔆Capítulo 2 | Francia🔆

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POV ANASTASIA

Me estaba preparando para salir a cenar con mi compañera de apartamento y mejor amiga, Katherine Kavanah; ella era como una hermana para mí, lo mismo que yo para ella.

Nos conocimos en la Universidad de Oxford, mientras estudiábamos la carrera de Economía y Gestión; allí nos volvimos inseparables, y no tardamos en identificarnos la una con la otra al descubrir que ambas abrigábamos la misma visceral sed de triunfo en el ámbito de los negocios, cualidad entre otras que hacía que nosentendiéramos a la perfección.

Nos conocimos en la Universidad de Oxford, mientras estudiábamos la carrera de Economía y Gestión; allí nos volvimos inseparables, y no tardamos en identificarnos la una con la otra al descubrir que ambas abrigábamos la misma visceral sed de triun...

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Seguramente estas deseando avanzar en la lectura para desentrañar si habíamos conseguido nuestro anhelo, triunfar, Sin embargo, los decepcionaré al instante al descubriros que no, ninguna de las dos lo había logrado todavía como esperábamos hacerlo.

Kate trabajaba como asistente del gerente de administración de ventas en una compañía agroalimentaria líder en el mercado del chocolate y, aunque no le iba del todo mal, no era para nada lo que soñamos cuando vinimos a estudiar a Francia.

Por mi parte, y a diferencia de ella, yo no trabajaba, pues vivía de la beca Steele; en realidad se trataba del subsidio que mi padre depositaba en mi cuenta corriente cada mes, y que hubiese alcanzado tranquilamente para que viviésemos sin apuros...

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Por mi parte, y a diferencia de ella, yo no trabajaba, pues vivía de la beca Steele; en realidad se trataba del subsidio que mi padre depositaba en mi cuenta corriente cada mes, y que hubiese alcanzado tranquilamente para que viviésemos sin apuros las dos,pero Kate se negó rotundamente a aceptar dicho beneficio y prefirió ganar su propio sustento.

Bah, era una terca, aunque por suerte aceptó compartir el piso que papi compró para mí cuando le expliqué que me vendría a vivir en París. Mi amiga era de Washington, nieta de inmigrantes eslovenos, y había sido siempre una estudiante destacada, igual que yo.

Desde que nos conocimos, jamás nos volvimos a separar..., bueno, salvo por las horas que ella pasaba en el trabajo y yo, de compras. Ya sé, seguro que al leer esto pensaréis que soy una floja que vive del dinero de papá... La verdad es que, en cierto modo, eso formaba parte de mi preparación para cuando llegase el día en que tuviera que regresar a Estados Unidos y debiera ocupar mi puesto en la empresa familiar, ya que una alta ejecutiva de The Steele Company no podía carecer de estilo... Ya entendéis a lo que me refiero, había una imagen que salvaguardar, así que recorrer las tiendas parisinas no sólo resultaba una diversión, sino también una inversión de futuro; por tanto, en vez de vivir mi espera en Manhattan, elegí vivirla aquí, junto a Kate, mi otra mitad.

La simple razón por la que elegí ese marco para llevar a cabo mi espera es que conocía demasiado bien a mi padre y sabía que dedicarme a revolotear a su alrededor no haría que se decidiera a concederme la
oportunidad que tanto deseaba; por el contrario, ejercer algún tipo de presión sobre ese viejo lobo no aportaba nada bueno a quien así actuaba, aunque éste creyera que tenía una buena estrategia entre manos.

Por ello, como sabía de sobra que si me tuviera cerca se empecinaría más en llevarme la contraria, preferí quedarme en París y hacerle creer a Jack que me había doblegado, que simplemente me había resignado a vivir mi vida como una ricachona y que sólo me ocupaba de derrochar mi tiempo dándome la gran vida de la que él me proveía. Lo que mi padre no sabía era que, mientras tanto, estaba estudiando minuciosamente el terreno financiero del holding y examinando cada balance de la corporación, a los mi plan de trabajo para el momento en el que debiera presentárselo.

Mi teléfono sonó justo cuando terminé de subirme a unas bombas negras de suela roja, y el nombre de mi padre saltó en la pantalla. Me resultó extraño que me llamara dentro de su horario laboral, puesto que su agenda de trabajo siempre era muy apretada y casi nunca tenía un instante libre en todo el día, pero, al parecer, Jack estaba decidido a sorprenderme, y yo, a dejar que lo hiciera.

-Hola, papá.

-Victoria, ¡qué bien que me atiendas! Tengo cinco minutos antes de mi próxima reunión, así que no hay tiempo que perder. —Necesito que vengas de inmediato a Nueva York, y te advierto que no se trata de un viaje corto, no es eso lo que te estoy pidiendo. —Por si no he sido del todo claro, déjame explicarte que me estoy refiriendo a que cierres tu casa en París y te lo traigas todo.

-Espera... Antes que nada, y aunque tengas mucha prisa, sería todo un detalle que me preguntaras si estoy bien o que, simplemente, me dijeras «Hola, hija; te he extrañado», creo yo... No nos vemos desde Navidad y...

-Anastasia, no empieces con tonterías; no tengo tiempo y sé que estás bien.
-¿Has oído lo que te he dicho? ¿En cuántos días calculas que podrás organizar tu vuelta? —Debes decírmelo para que nuestro avión esté disponible para recogerte con todas tus cosas y traerte de regreso a Estados Unidos.

-Aguarda un momento, ¿y para qué se supone que debo dejar la vida que tengo aquí y volar a Nueva York para instalarme allí? —Estaría bien que me lo explicaras, ¿no te parece?

-Me haces falta aquí. Cuando llegues, ya te enterarás de todos los detalles. Me parece que ya ha sido suficiente paseo por tierras francesas, así que ya es hora de que regreses, la empresa te necesita.

Ha llegado el momento de que asumas las responsabilidades que ser una Steele conlleva. Cuando oí esas últimas palabras, un nudo se me atascó en la garganta y el aliento empezó a faltarme. Jamás había imaginado que,así, sin previo aviso, mi padre pronunciaría eso que acababa de soltar, y, aunque era lo que siempre había anhelado, de pronto no me sentía preparada en lo más mínimo... Si bien hacía muchos años que creía que estaba sobradamente
capacitada para cuando llegara ese momento, empezaba a sospechar que
no era así; por eso la emoción de sentir que finalmente lo había conseguido me hizo sentir mareada.

Quería empezar a chillar de la alegría, pero reaccioné al instante y supe que no podía mostrarme ante mi padre como una chiquilla inmadura, así es que me contuve de hacerlo.

-Anastasia, ¿sigues ahí?

-Sí, sí, es sólo que me has cogido por sorpresa; no esperaba que me llamases para esto.

-Bueno, mis cinco minutos se han agotado. —Envíale un email a mi secretaria y arregla con ella todo lo de tu traslado. —Andrea estará pendiente de cualquier cosa que necesites.

-Regresaré con Kate, por supuesto.

-Hazlo con quien quieras... Si tienes un perro, un gato, un loro, tráelo también, no me importa; sólo mueve tu culo y ven a Nueva York. —Tengo que colgar, estoy entrando ya a una reunión.

-Adiós. Gracias, papi, por esta noticia; me siento la mujer más feliz sobre la faz de la tierra, lo prepararé todo de inmediato.

«Joder, creo que no ha llegado a oír ni mi despedida ni mi agradecimiento, pero francamente no me importa. Jack es un poco rígido y detesta la gente blanda, así que tal vez lo mejor ha sido que no me haya prestado atención y haya cortado la comunicación, porque, tras pensarlo un poco, la verdad que ha sonado como una niña y no como la mujer segura y decidida que quiero que él viera en mí.»

Veremos que aventura le espera a Ana en su regreso a New York🤭

Con cariño Yanin!!!🤗🤗🤗

Asistente de Compras - Grey 《Christian y Ana 》Libro1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora