🔆Capítulo 16| Lo hago por mi madre y mis hermanos🔆

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POV CHRISTIAN

Necesitaba buscar un sitio en el que quedarme, no podía seguir con Elliot.

Además, iba a tener que instalarme en Nueva York definitivamente, lo que implicaba que debía hacer traer mi furgoneta desde Canadá, donde había quedado.

Entré en el apartamento de mi amigo. Él aún no había llegado, o al menos no estaba a la vista. Pasé por la cocina, cogí un botellín de agua y luego me dirigí hacia la habitación que ocupaba. Allí me despojé de la ropa para darme una ducha.

Había sido un día larguísimo y anhelaba aliviar la tensión que sentía, aunque dudaba mucho que el agua pudiera atenuar el martilleo incesante que notaba en la cabeza.
Me metí bajo el chorro y abrí los grifos al máximo para que el agua cayera con fuerza sobre mi cuerpo. Me apoyé contra la pared de baldosas mientras el masaje del torrente acuoso trabajaba mis músculos agarrotados.

 Me apoyé contra la pared de baldosas mientras el masaje del torrente acuoso trabajaba mis músculos agarrotados

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No podía creer el giro que mi vida estaba a punto de dar. Iba a casarme con alguien a quien no conocía, y había accedido a esa locura que hasta entonces siempre había creído que sólo ocurría en la ficción. La única explicación que podía hallar era que debería estar perdiendo por completo la razón para aceptar una cosa así... porque en verdad nadie en su sano juicio podía hacerlo.

Sentía en mi interior un torbellino de sensaciones y sentimientos, y, aunque el agua me relajaba, no podía acallar mis demonios, revolucionados en mi interior. "Lo hago por mi madre y por mis hermanos".
Debo meterme eso en mi cabeza y todo irá bien. Mi futura esposa y yo tendremos que dejar claras algunas normas de antemano, para no invadir el espacio del otro, y lo haremos funcionar.

Salí de la ducha y me envolví una toalla en las caderas. Luego me apoyé en el mármol del lavabo y me miré en el espejo, sin reconocerme, cuando de pronto un golpe en la puerta de la habitación me hizo salir de la introspección en la que me hallaba.

-Crhis, ¿estás ahí? He traído comida.

-Genial, amigo. -Ya voy, estaba dándome una ducha.

Cuando llegué a la sala, pude ver ahí a Elliot, que estaba en la cocina con la puerta de la nevera abierta, cogiendo dos botellines de cerveza.
Miré la mesa baja y vi que había varias cajas de comida.

-Me he decantado por comida thai 2 y, como no sabía qué preferirías, te he mandado varios mensajes para preguntártelo, pero no los has leído; he traído una variedad.

-Lo siento, te pido disculpas. Creo que he dejado el móvil en silencio. —Y perdona, pues no se me ha ocurrido comprar nada de camino a casa.

—No te preocupes. Por tu cara es fácil deducir que tus pensamientos están centrados en otra parte.

—Ni te imaginas...

Me desplomé en el sillón y estiré el brazo para alcanzar la cerveza que me ofrecía.
Luego bebí a morro casi todo el contenido, bajé el botellín y lo hice girar en mi mano, como si estuviera fascinado con el color ámbar del envase.Después levanté la cabeza y miré a Elliot, que estaba abriendo una de las cajas de comida.

-He aceptado.

-¿Qué?

—Voy a casarme.- le dije a mi amigo.

—¿Has perdido el juicio? ¿Cómo crees que eso puede funcionar? —Hay parejas que siguen todos los pasos, se conocen, salen, esperan un tiempo
prudencial hasta que están seguros de sus sentimientos por el otro y, aun así, fracasan en cuanto se casan.
—Lo que estás a punto de hacer es un desastre anunciado.

—Habrá un contrato de por medio en el que dejaremos claras todas las
reglas.

—¿Crees que un contrato será suficiente? ¿Al menos ya sabes cómo es?

—Ni siquiera sé su nombre, pero no me interesa; no va a cambiar nada que lo sepa. —Llegado el momento de conocerla, me informaré de ello; por ahora sólo es un tecnicismo.

Elliot me miró y negó con la cabeza. Luego cavó con los palillos dentro de la caja que había capturado y, después de tragar, me dijo:

—¿Qué pasará si es un adefesio?¿Cómo crees que podrás soportar acostarte todas las noches junto a ella?

-No tengo planeado llevar una vida marital con esa mujer, esto es sólo un contrato de negocios entre su familia y la mía.
—Dejaré especificado que no dormiremos juntos. —Seguramente podremos vivir en una casa lo bastante grande como para que no tengamos que vernos.

—De todas formas... -cogí una caja y me puse a comer-, si me guio por las palabras de Carrick, se ve que la chica es muy bonita y, —si además de guiarme por sus palabras tengo en cuenta que tenemos los mismos
gustos, ya que por un tiempo a mis espaldas compartimos la misma mujer, debería deducir que me gustará.

—No puedo creer lo que dices. Cuando hablamos en el bar y lo insinué, sólo estaba bromeando; pensé que ni de coña ibas a aceptar semejante disparate.

—Pues créelo, está decidido. —He estado todo el día buscando otra solución para salvar la empresa, y francamente, no la hay.

-¿No quieres que volvamos a revisarlo todo juntos?—Tal vez hallemos otra alternativa que tú solo no has visto.
—Tiene que haberla, me resisto a  aceptar que vas a atarte de por vida a una desconocida. —¿Qué tal si no es un
adefesio pero resulta que es una mala pécora?

-No me preocupa ni su carácter ni su físico. Planeo verla el día de la boda y luego, como te he dicho, estipularé que en la casa que vivamos no vamos a cruzarnos,—podemos vivir en
apartamentos comunicados pero independientes.

—Se acordará en el contrato lo que cada uno pueda hacer, sin exponer la imagen del otro.—Sugeriré incluso que cada uno viva su propia vida, aunque guardando las formas para que no influya en el negocio.—Nos manejamos en un círculo social en el que todos se resisten a creer que haya otra forma de vida distinta a la regida por los reglas que nos inculcaron seguir, así que, si Carrick tiene su amante y sólo lo sabemos nosotros dos, ¿por qué esto no puede funcionar?

—Por el simple hecho de que estarás condenando tu vida a la infelicidad. Al principio será llevadero, pero luego la odiarás.—No se puede forzar una situación como ésa durante mucho tiempo.

—Te sentirás asfixiado.—Además, cuando su padre se retire tendrás que hacerte cargo de un holding que no planeabas dirigir en la vida.—Deberás quedarte permanecer para siempre en Nueva York...

—Creo que estás siendo pesimista en exceso. —He vivido en Nueva York, he sido empresario y, si no fuera por lo que tú y yo sabemos, aún seguiría
aquí.

—¿Qué pasa con el discurso de vida libre de cuando llegaste?

—¿Acaso no eras tú el que quería que me quedara?

Tiré la caja de comida vacía sobre la mesa y me levanté a buscar más
cerveza para ambos.

-Quería quete quedaras, pero no aeste precio. -Terminarás por arruinar tu vida.

Mis bellas lectoras aquí un nuevo capítulo.

Christian como siempre tiene todo bajo control... o al menos eso es lo que él cree, que pasará cuando el y Ana al fin se conozcan?😉😏

Con cariño Yanin 🤗🧡

Asistente de Compras - Grey 《Christian y Ana 》Libro1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora