🔆Capítulo 3 | Amigos🔆

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POV ANASTASIA

«Hay días en los que el destino te agarra desprevenida porque ni siquiera lo has visto venir, como me ha ocurrido con esta simple llamada telefónica, que sin duda va a cambiar mi vida para siempre. No es que lo que ha ocurrido no sea lo que en el fondo deseaba, pero, a decir verdad, no esperaba que sucediera hoy.»

Me sentía eufórica, pero sabía que necesitaba calmarme porque era preciso mostrarme segura y confiada; sin embargo, Jack era el causante de que me sintiera así, desestabilizada, y no podía dejar de preguntarme por qué no podía ser un padre normal y tener una comunicación más
común con su hija.

No es que no supiera la respuesta, por supuesto que la conocía, y también sabía que eso jamás pasaría, ya que él no era un padre normal, y nunca lo sería; simplemente se trataba de que estaba acostumbrado a ladrar órdenes y no le importa a quién. 

—«Sólo mueve tu culo y ven a Nueva York.» —«En fin, eso era lo que querías, ¿no?, que él te pidiera que volvieses.» «Va siendo hora de que regreses, la empresa te necesita.»

Las palabras que mi progenitor había empleado unos minutos antes resonaban una y otra vez en mi cerebro y, aunque tal vez no había sido de la forma en la que alguna vez fantaseé que lo haría, estaba sucediendo... y
entonces comprendí que Warren tenía razón, necesitaba empezar a mover mi culo cuanto antes.

Miré a mi alrededor y fui consciente de que debía empezar a organizarlo todo de inmediato. -Dios, tengo que decidir lo que me llevaré; necesito clasificar mis cosas según lo importante que es para mí conservarlas.

Sin embargo, en medio de esa vorágine de pensamientos que estaban a punto de hacerme enloquecer, me di cuenta de que eso podía esperar.

Tenía un plan antes de recibir la llamada de mi padre, y era ir a cenar con Kate, así que, aunque mis ideas y reflexiones estaban en cualquier parte, me obligué a terminar de arreglarme y, cuando logré estar lista, salí de mi apartamento en el distrito de Saint Germain des Prés, frente al museo del Louvre pero en la margen izquierda del río Sena, y me preparé para marcharme. Estaba muy contenta y no veía la hora de contarle a mi mejor amiga las buenas nuevas.

A pesar de las prisas, sobre la marcha decidí que José también debía enterarse de lo que acababa de ocurrir, así que, apenas me subí a mi coche, que estaba aparcado frente al edificio donde vivía, en la calle Quai Malaquais, me giré para tirar mi bolso en el asiento y cogí mi móvil dispuesta a enviarle un mensaje a mi amigo.

Sorprendiéndome, ese día parecía el día de las sorpresas, cuando levanté la vista lo vi de lejos, saludándome, así que agité una mano y le hice señas para que se acercara. Él era uno de los camareros que trabajaba en el Café des Beaux Arts, ubicado en la esquina de mi edificio, y nos habíamos hecho amigos de tanto que había ido a comprar el cappuccino espumoso con croissants que servían allí.

El establecimiento no era de lo más top de París, pues era más bien un sitio pequeño, clásico y acogedor, además de algo bohemio, y en él, aparte de poder desayunar, se comía de maravilla.

El establecimiento no era de lo más top de París, pues era más bien un sitio pequeño, clásico y acogedor, además de algo bohemio, y en él, aparte de poder desayunar, se comía de maravilla

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Asistente de Compras - Grey 《Christian y Ana 》Libro1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora