🔆Capítulo 31| Vulnerable y confundida🔆

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POV CHRISTIAN

Dicen por ahí que la mejor defensa es el ataque, y realmente necesitaba
defenderme del poder de Anastasia sobre mí. Aún estaba temblando, y mi cuerpo no podía creer lo que acababa de ocurrir entre esa mujer y yo; todo en mí había estallado como si se tratara
del Big Bang.

Jamás lo había hecho sin protección con nadie. Jamás había sentido lo que sentí cuando su sexo envainó mi polla. Ella, definitivamente, era mi perdición, y una vez más acababa de entrar en pánico. En su rostro podía leerse claramente la ira y la rabia; su mirada ardía, despidiendo destellos de fuego hacia mí.

-Contéstame -la apremié para que hablara. Además de querer saber la respuesta, sabía que de esa manera la alejaba un poco más de mí.

-Si estás tan preocupado, ¿por qué no me contestas tú a mí y me dices si el que está limpio eres tú? Así la que se queda tranquila soy yo

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-Si estás tan preocupado, ¿por qué no me contestas tú a mí y me dices si el que está limpio eres tú? Así la que se queda tranquila soy yo.

-Deduzco por tus palabras que si no estás preocupada por la concepción es porque utilizas algún método anticonceptivo.

-Piensa lo que quieras, no me interesa. Esto ha sido un gran error en
toda regla desde el comienzo, ahora lo sé. -Tú y yo somos como el agua y
el aceite y, a diferencia de ti, yo soy una adulta responsable y me hago cargo de mis actos, sea cual sea el resultado, no como tú, que ni siquiera te atreves a admitir que lo has disfrutado tanto que tampoco has sido capaz de detenerte.

Nos quedamos mirándonos el uno al otro, y el aire en el dormitorio se
enrareció y me costó respirar.

-¿Sabes qué, Christian? Vete bien a la mierda.

Me escupió en la cara, literalmente, y luego, con un movimiento brusco de cabeza, se soltó de mi agarre.

Cogí mi camiseta, me limpié el escupitajo del rostro y me subí los
pantalones; inmediatamente quise salir tras ella para detenerla, pero me
detuve en la puerta al comprender que no tenía sentido hacerlo.

Me encontré abriendo y cerrando los puños varias veces, con los antebrazos apoyados contra la pared, conteniendo la rabia y saboreando mi derrota, tuve el pleno convencimiento de que era mejor dejarla ir.

Ana tenía razón, yo era un cobarde, pero todo tenía un porqué, y el porqué era que mi vida estaba destinada a otra mujer y no había espacio posible para ningún otro sentimiento en mí, más que la resignación de saber que mi destino estaba suscrito a las cláusulas de un contrato matrimonial que tenía más de contrato de operación financiera que de otra cosa.

Después de que mi cuerpo había experimentado todo lo que un hombre
espera hallar al estar con una mujer, entendía que haberme enredado con
Anastasia había sido el movimiento más tonto de toda mi vida y que lo iba a sufrir, y mucho.

Mi cuerpo aún vibraba de emoción, y una sensación incomparable a nada que hubiera sentido antes todavía me invadía. Quería buscar el modo de eliminarla de mi cuerpo, necesitaba dejar de sentir lo que sentía, pero
parecía imposible.

Asistente de Compras - Grey 《Christian y Ana 》Libro1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora