🔆Capítulo 23| Pasión Irresistible🔆

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POV CHRISTIAN

De regreso en el vestidor, donde había un espejo, ella sacó unos pañuelos de tela de diferentes colores de su bolso; antes se había quitado la chaqueta estilo sastre que llevaba puesta y la había dejado sobre la banqueta, al pie de la cama.

La transparencia de su blusa me distrajoseriamente. Joder, además me estaba resultando muy difícil ignorar lo bien que Anastasia olía, y lo hermosa que era. Sus labios pintados de rojo sólo me estimulaban a querer probarlos; su estrecha cintura me hacía ansiar enroscar mis brazos en ella y aprisionarla contra mi cuerpo, y luego bajar mis manos y aferrarme a sus nalgas mientras metía mi lengua en su canalillo; sus tetas se veían grandes y turgentes, y sólo deseaba
amasarlas.

—Bien, lo primero que haremos será establecer el tipo de tono que le queda mejor a tu piel -me explicó, y cuando se dio media vuelta me encontró sentado en la banqueta que había en la estancia. Yo estaba cruzado de piernas, sonriéndole y esperando que no tuviera que ponerme de pie, para que no notara mi erección.

—Un vestuario es exitoso no sólo porque a simple vista es bonito o de buena confección, sino porque,cuando te miras en una fotografía, debes poder notar que el color que has elegido es el adecuado y que no te veas deslucido. —¿Qué quiero decir con deslucido?
—Que a veces una mala elección de color hace que éste acentúe las imperfecciones de tu rostro, o simplemente las cree donde no las hay. —Como sabes, a veces el cansancio se realza alrededor de nuestros ojos y, si no llevamos el color adecuado, puede que ese cansancio sea más notorio aún.

—Creía que las mujeres lo solucionaban con maquillaje.

—El maquillaje ayuda, pero no siempre hace milagros. -Una buena elección de color nos puede hacer ver radiantes. —Haremos una prueba.-Acércate al espejo, por favor.

—¿Ahora?

—Sí, ahora.

Me levanté y caminé encorvado. Eso no me podía estar pasando a mí; nunca me había ocurrido que no me pudiera controlar ante la atracción que me provocaba una mujer.

—¿Qué tienes?

—No sé, me ha dado un tirón en la espalda y no me puedo enderezar.

—Oh, aguarda. -Te acercaré el banquillo para que puedas sentarte.
—Dame el café o terminarás regando toda la alfombra. ¿Te duele mucho?

—Un poco.

—Intenta ponerte derecho lentamente.

—Es que, de verdad, no puedo.

—¿Ya te había pasado esto alguna vez? —Tal vez quieres que llame al médico.

—Jamás me había ocurrido; bueno, sí me ha pasado, pero no así de la nada.

—Déjame hacerte un masaje, dime dónde te duele.

—Nooo... No me toques.

—¿Por qué? Sólo intento aliviarte, no seas miedoso.

—Es que... sé que será peor.

—Te prometo que sé cómo hacerlo.

—No dudo de que sabes dar un buen masaje.

—Entonces enderézate y déjame probar.

—Esto es realmente bochornoso, Anastasia.

—Sólo es un dolor de espalda, no te aflijas. -Vamos, ponte recto.

Me cogió por la cintura y me obligó a que lo hiciera, así que cerré los ojos parcialmente y pensé «que Dios me ayude» y obedecí, sabiendo que ella de inmediato notaría que mi "Moby Dick" se encontraba en problemas...y, por supuesto, no me equivoqué.

Asistente de Compras - Grey 《Christian y Ana 》Libro1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora