🔆Capítulo 29| Ella me hace olvidar mis obligaciones🔆

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POV CHRISTIAN

No había manera de que dejara de pensar en la otra noche, como la mejor noche de mi vida; de hecho, el mejor sexo de mi vida, pero no podía ser más que eso, y las razones eran una lista interminable de motivos por los cuales no podía tener a Anastasia como yo realmente quería. Mientras estaba con ella, nada más importaba, ni el peso de la  responsabilidad de mi familia ni las obligaciones que muy pronto debería enfrentar.

Ella, simplemente alejaba todo lo malo de mí. Antes de marcharme a buscar la furgoneta y a Maya, le pedí un mes a Carrick para ordenar mi vida, y le indiqué que durante esos treinta días no quería saber nada de nada; un tiempo para mí antes de convertirme en lo que él pretendía: un hombre sin sentimientos y sin vida propia.

Cuando conocí a Anastasia, pensé que tirármela y pasar de ella sólo agregaría una marca más a mi cabecero, que era la mujer perfecta para sumar a esa despedida de soltero que había emprendido durante un mes. Sin embargo, me había equivocado, y a cambio ella me había arruinado
para siempre.

Tampoco se trataba de que eso fuera tan malo, ya que, tras ese mes, tenía planeado convertirme casi en célibe, puesto que no entraba en mis planes follarme alguna vez a la mujer con la que me iba a casar.

¿Quieren sinceridad por mi parte? Aborrecía a esa desconocida incluso
antes de conocerla, y sabía que era injusto sentir así, pero el mero hecho
de saber que había aceptado unirse a mí a través de un estúpido contrato era motivo suficiente como para que el concepto que tuviera de ella fuera una verdadera mierda. Para mí no se trataba más que de una mujer vacía,
fría y calculadora, que por supuesto no me podía atraer lo más mínimo.

Esa noche me había ido a dormir temprano. Elliot me había llamado  para que saliéramos, pero había vuelto a rechazar su invitación, y así había sido durante toda la semana desde la noche que había estado con Ana.

Mierda, qué mal me sabía sentirme de esa forma, incluso me tocaba los
cojones no haber tenido noticias de ella, y no podía negar que había estado
varias veces tentado de enviarle un mensaje invitándola a salir... pero, por
suerte, había tenido la suficiente cordura como para darme cuenta de que eso no era muy inteligente por mi parte, así que resistí la tentación e
ignoré deliberadamente mis oleadas de lujuria por esa chica.

Aunque eso no incluía que no pudiera masturbarme en la ducha pensando en ella; después de todo, dicen que cada uno se lava la polla a la velocidad que
más le gusta. Joder, era una broma muy graciosa pero realmente no engañaba a nadie: nunca le había dedicado tantas pajas a una mujer en toda mi vida, al menos no en mi edad adulta..., como en ese momento, que estaba recostado en la cama y el mero recuerdo de las cosas que hicimos en el vestidor y también en el sofá de la sala habían sido suficiente como para que mi pene estuviera semirrígido contra mi vientre, y mi mano ardiera nuevamente por ayudarlo a encontrar alivio.

Debía parar de pensar en ella, porque su recuerdo no hacía nada por sofocar mis hormonas revolucionadas y, por el contrario, hacía mucho por intentar a cualquier precio cumplir con mis fantasías. Dios, Ana era realmente hermosa, pero no podía ser mía.

* * *

Acababa de iniciar mi día. Después de hacer mi rutina en el gimnasio, salí a correr con Maya y en ese momento estaba de regreso, entrando en el  vestíbulo del edificio. Estaba sudoroso, aunque la temperatura fuera era muy baja. Saludé educadamente a todo personal al pasar y me dirigí de inmediato a la zona de los ascensores privados, pues necesitaba con urgencia darme una ducha.

En el camino le quité la correa a mi perra y ésta enloqueció literalmente
cuando la solté y salió pitando, agazapándose y ladrando con insistencia en la puerta de otro de los ascensores.

Asistente de Compras - Grey 《Christian y Ana 》Libro1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora