Me estiro en la silla exhausta, llevábamos una semana realizando reuniones con los sabios de la manada, mi padre con su beta, Alex y Adair.
La primera reunión fue desastrosa, más que nada para Adair, a quien lo bombardearon con preguntas y juzgaron de la peor forma posible, tanto que tuve que meterme usando mi tono alfa incluso con mi padre.
Después de un tiempo las aguas se calmaron y se pudo llegar a una decisión; no podíamos dejar que la manada Luna sangrante siga haciendo eso, es por esto que todos los días nos reunimos para formar un plan de ataque para poder proteger a esos niños procurando el mínimo de daño en esto para nuestra manada.
Yo por mi parte estaba perdiendo la paciencia, sabía que a cada minuto incluso segundos había un niño sufriendo lo que sufrió Adair y quería a toda costa frenar eso, pero sabía que no era lo correcto actuar apresuradamente, por lo que intentaba controlarme.
Que estúpida fui al pensar que solo se lo hicieron a él, que ilusa.
Mi cabeza me dolía y es que todo el día estaba tensa, intentaba aparentar que todo estaba bien para que los de la manada no se preocuparan pero las continuas visitas de los guerreros a nuestra casa los alertaban.
Intento despejar mi mente para poder dormir pero como ya es costumbre desde hace un par de días no puedo lograrlo.
Abro mis ojos abruptamente al percibir un deje de olor a sangre por lo que me levanto corriendo en esa dirección.
Veo de reojo a mi padre quien me sigue pero no le digo nada, él al igual que yo, estaba preocupado.
Al llegar a casi las afueras de la manada noto de donde proviene el olor y mi corazón se estremece.
Era un pequeño niño quien tenía a alguien en sus brazos.
Al vernos se asusta pero al parecer nos reconoce e intenta caminar a nuestro encuentro no obstante solo se mueve unos centímetros.
Estaba todo sucio y a cada que nos acercábamos el olor de sangre era más intenso.
-Por favor cuídenla, ella no ha hecho nada, es mi hermanita, cuídenla por favor, ella aún es pequeña, por favor, a ella por favor-. comienza a desesperarse, su cuerpo tiembla, no logro entender si es por el frío, por el dolor que debe estar sintiendo o porque estaba apunto de quebrarse a llorar.
Le quito la niña de sus brazos cuando quedo horrorizada al ver quemaduras a carne abierta en sus brazos llenos de llagas, cortes, moretones cubiertos con tierra mezclada con sangre.
-Tranquilo, aquí están seguros-. dice mi padre agachándose a su altura.
-No, a ella cuídenla por favor, yo no podía dejar que le hicieran daño-. las lágrimas se asoman por sus ojos y se muerde el labio para evitarlo. Su mirada hacía llorar a mi loba, estaba aterrado, asustado con una mirada que rogaba ayuda.
Me giro en posición de ataque al sentir alguien detrás mio pero solo era Aaron.
-¿Qué haces tú acá?-. Le pregunto bruscamente.
-Me despertó el olor-. apunta a su casa que está a unos cuantos metros de acá.-¿qué les pasó?
Le iba a preguntar al muchacho pero siento el olor de dos lobos quienes se estaban aproximando.
Gruño al reconocer ese olor.
El niño al parecer también lo sabe porque comienza a llorar viendo a la niña pequeña, que esperaba, estuviera durmiendo.
-Aaron, llévatelos donde el curandero y no los dejes solos, una vez que estén bien, ubícalos en una habitación disponible de la segunda casa.
Sin decir más me quita la niña de los brazos y le estrecha la mano al pequeño quien no quiere tomarla por lo que me agacho a su altura.
-Estarán bien aquí, nosotros los protegeremos así que por qué no lo acompañas.- intento sonar lo más dulce posible.
-¿No me alejaran de ella?- me mira temeroso.
-No mi vida, anda, yo después estaré con ustedes.
-Gracias alfas-. toma la mano de Aaron siguiéndolo.
-Están por llegar-. habla mi padre con la mandíbula cuadrada de tanto apretar los dientes.- ¿qué haremos?
-Lo necesario para protegerlos.
Corro a las afueras de la manada esperando evitarles el paso.
No dejaré que pongan ni un solo pie sobre mi manada.
-Alfa Vallolet, Alfa Jaspers-. se detienen abruptamente al vernos.
-¿Otra vez tu?-. reconozco al beta de Leonardo.
-Nos volvemos a ver en estas circunstancias.
-No creo que esos niños le hayan hecho daño a nadie.
-No tengo la obligación de decirles, solo venimos a llevárnoslos, así que, si nos lo permiten-. intenta pasarme pero lo detengo del brazo que tensa mirándome con desprecio.
-Yo tampoco tengo la obligación de dejarlos pasar y mucho menos que se los lleven, así que retrocede-. hablo en tono alfa.
-Lo siento, pero no puedo hacerle caso-. se zafa de mi agarre topándose esta vez de frente con mi padre-. Erwin, anda.
-Tendrán que pasar de mí-. ruge mi padre perdiendo la paciencia.
-No queremos tener problemas-. dice Erwin tranquilo, como si no le hablara a dos Alfas furiosos.
-Entonces váyanse y no los tendrán.- no me muevo, solo veo de reojo al beta de Leonardo.
-Si los tendremos si no volvemos con ellos.
-Pues lo tendrán con nosotros si lo intentan.
-Lo siento alfa, pero no es nuestra mayor preocupación tener problemas con ustedes-. intenta esta vez avanzar pero avanzo evitándole el paso, ni siquiera retrocede aún cuando casi estábamos tocándonos.
-Ni la de nosotros con ustedes.-dice mi padre "si no se marchan enseguida no me importaría matarlos, me tiene harto su actitud".
"El que está enfrente tuyo es el beta de Leonardo, ten cuidado".
-Solo queremos llevarnos lo que es nuestro-. trata de sonar como intermediario pero veo en su mirar que está dispuesto a atacar.
-Ya no es de lo suyo, ellos vinieron por su cuenta y quisieron quedarse acá así que les repito por última vez váyanse antes de que rompan el tratado de las manadas.
-Y una mierda-. ruge Erwin tomándome desprevenida golpeándome el estómago, por inercia mi frente toca su pecho, sintiendo que de este emanaba fuego, arde.
-¡Vallolet!-. grita mi padre pero escucho forcejeo, me imagino que está peleando con el beta.
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Permíteme enamorarte
LobisomemOdiaba cuando causaba que mi corazón diera un brinco. Siempre me atacaba con palabras tiernas y miradas significativas que me confundían, no quería enamorarme y que después me deje cuando encuentre su mate, él aún era pequeño para poder entenderlo...