Capítulo 12

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Me pongo el casco de seguridad con el chaleco reflectante. Me encontraba en la construcción de la casa para supervisar cómo iban según los itinerarios.

Me sorprendo al notar que iban más avanzados de lo planeado y felicito a don Carlos que es el ingeniero en construcción a cargo.

Veo por el rabillo del ojo a Adair martillando unos clavos en el techo cuando escucho una queja seguido de un insulto de su parte, noto como de su dedo sale una gota de sangre y se sonroja al ver que me di cuenta.

Después de lo que pasó anoche soñé con un niño pequeño que no lo dejaban ser feliz y sufría más que ninguno.

No sabia que hacer, sentía una rabia enorme con la manada de Leonardo, pero sabia que sea lo que sea que le hicieron debieron haber intentado con otros.

Recuerdo el comentario que circulaba desde hace años entre las manadas y era que nunca se veían roges de ellos a pesar de que se sabia que existían.

Relajo la mandíbula al notar como la tenía tensa.

Intento enfocarme en lo que me dice don Carlos pero me es casi imposible así que hago cara como de que le estoy poniendo atención.

Necesitaba más información.

Soy sacada de mis pensamientos cuando mi padre me habla por el enlace recordándome que tengo que ir al consejo para preparar todo para la las 6 de la tarde en donde tenía que ir a la manada Luna menguante en donde se realizaría la reunión, para hablar y plantear ciertas normas con sus parámetros, en la que estaríamos todos los representantes con sus respectivos alfas.

El viaje demoraría casi 15 horas por lo que teníamos que irnos hoy por la tarde para llegar manada a las 10 de la mañana a la manada según lo planeado por lo que tendríamos 2 horas de sobra.

Miro las caras de los sabios de la manada.

Nuestra reunión había durado más de lo previsto repasando los puntos a plantear y los ataques que podía recibir, porque de lo que estaba claro es que me veían como un oponente, solo necesitaba hacerles entender que no era así.

-Deberías llevar a Wyatt y a uno de sus hombres-. dice mi padre preocupado.

Ordeno los papeles repartidos por la mesa para poderlos guardar en mi bolso.

Los organizo por orden.

-Para qué, si con Alex me basta y me sobra, además ya no hay rivalidades así que no me pasara nada, podremos pasar por los terrenos sin problemas-. miro a Alex quien se posiciona al lado mío para apoyarme.

-Alfa mi labor como beta de su hija es protegerla, si llega a pasar algo la protegeré, no se preocupe-. Mi padre lo mira con duda pero yo solo ruedo los ojos.

Termino de revisar todos los papeles que necesitaba para la reunión y me dirijo hacia la oficina al notar que me falta uno.

Al entrar a la casa mi madre me asusta con un grito llamándome.

-Mi niña, tenga-. me entrega una lonchera que era mía cuando iba a la escuela y tenía que almorzar allá. Me sonrojo mirándola mal-. ah no, a mi no me miras así, no dejaré que se mueran de hambre, solo les hice unos sándwich y bebidas con algunas galletas para que no les sea difícil comer, quería echarles un termo con té pero se que se enfriara de todas formas-. mi madre me mira con ternura y me abraza-.no quiero que te vayas.

-Mamá por el amor de la diosa luna volveré en 3 días más o menos, lo más probable es que vuelva antes así que no te preocupes.

-Siempre me preocupo-. Recuerdo cuando tenía que viajar por las otras manadas para plantearles sobre la alianza que en ese entonces estaba en sus inicios y mi madre siempre se angustiaba, pero ahora era diferente, ya no había peligro, por eso solo iría con Alex.

-Bueno mamá yo solo venia por un papel que se me quedó-. le beso la mejilla y tomo la lonchera con un poco de vergüenza, era rosada con flores-. gracias.

Busco el papel que necesitaba y suspiro echando mil maldiciones a Alex por ser tan desordenado.

Escucho la puerta y antes de que pudiera decir cualquier cosa se deja ver Adair.

-¿Por qué te vas?-. me mira agitado, al parecer había corrido hasta aquí-. ¿Es por mi culpa?

-¿Y porque me iría por tu culpa? Esta es mi manada-. me quiero reír por mi comentario pero él estaba bastante serio así que la omito-. tranquilo, solo saldré a una reunión con las otras manadas que no tiene nada que ver contigo.

Suspira aliviado y noto sus orejas rojas.

Al parecer hoy son sus orejas y no mejillas.

"Como disfrutas ver sonrojado al pobre chico" trato de disimular una sonrisa.

No podía negar eso.

Nunca había conocido a alguien tan tierno que se sonrojara por cosas tan simples.

-¿Qué pasará con lo que te conté ayer?

-Cuando vuelva lo hablamos con más calma pero quédate tranquilo, no te echaré ni nada por el estilo.- Le sonrío para que se calme y me mira directamente a los ojos.

Duda en decirme algo pero yo lo animo a que lo haga

-¿No te doy asco?

Proceso lo que me dice y me molesta al entender sus palabras.

-¿Asco? ¿de donde mierda sacaste eso?-. gruño sin poder evitarlo. De solo pensar que la gente de su manada le decía que daba asco su apariencia hace que mis dientes suenen por la fuerza que ejerzo en ellos-. Lo que siento es rabia-. me aproximo a él exaltada-. rabia con los que te hicieron esto, tu eras solo un niño, asco siento de ellos que fueron capaces de herirte de tal manera-. baja su vista al tenerme muy cerca-. solo me alegra de que hayas podido escapar y vinieras a mi-. le sonrío y noto como me mira de una forma diferente, me imagino que conmovido-. cómo podría sentir asco de un niño tan tierno, dulce y simpático como tu, que lo único que ha hecho es sacarme sonrisas.

Veo como frunce el ceño y pienso que no me cree.

-Sé feliz aquí, si es que te quieres quedar.-continuo.

-¡Claro que me quiero quedar!-. se adelanta a decirme y me causa ternura.

-Permítete vivir todo lo que no pudiste, nadie te dirá nada. No eres un monstruo ni una abominación, solo eres Adair.

Me iba a decir algo pero mi beta me habla por enlace diciendo que ya se nos estaba haciendo tarde.

Me despido para dirigirme hacia donde está Alex.

-¿Todo en orden?-. me mira extrañado pero yo solo asiento.

Me giro para ver cómo Adair se despide con la mano y yo hago lo mismo.

Primero tenía que arreglar el tema de las alianzas y después vería lo de Leonardo.

Permíteme enamorarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora