Capítulo 9

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Cuidar a los hermanos de Mason no fue tan terrible como creí que sería. De hecho, ellos me ignoraron por completo en lo que restó de la tarde. Mckenna tomó sus libros de historia y empezó hacer tarea mientras que Michael terminaba de ensamblar las piezas de un rompecabezas que tenía en la mesa de la sala. No tuve que hacer mucho, sólo sentarme en uno de los sofás y vigilar que estuvieran bien.

Mason me pidió que lo disculpara porque tenía que subir a su habitación a terminar unas estrategias que el entrenador le había encomendado que preparara para esta nueva temporada, así que solamente fuimos los chicos y yo. Al cabo de un par de horas, llegó la señora Levine y no pasaron ni diez minutos cuando también se le unió su esposo. Ella quedó encantada al ver que sus hijos no habían intentado echar la casa por la ventana ni tampoco que habían tratado de ahuyentarme. Supongo que las palabras "novia" tuvieron alguna clase de poder superior en ellos y no quisieron arriesgarse a hacer enfadar a su hermano mayor. La verdad es que no podría importarme menos el motivo que los hizo desistir, en este momento soy la persona más feliz del mundo y creo que nada me hará olvidar jamás las palabras de Mason.

Por desgracia, no pude verlo una última vez antes de irme, ya que la señora Levine me pagó lo acordado del día de hoy y me fui a mi casa.

La semana pasó más rápido de lo que pensé, entre las clases, tareas y miles de cosas que hacer en la casa, no tuve ni tiempo de tomar un respiro. Por suerte, tengo dos mejores amigos que me hicieron los días más divertidos y me hacían compañía en las tardes que mi madre se quedaba hasta muy noche en el trabajo.

No volví a cruzar palabra con Mason, tenía la suerte de verlo en clases, pero él siempre estaba rodeado de sus amigos, quienes lo mantenían ocupado y lejos de todas las personas. Una parte de mí se sentía triste por no poder hablar con él, pero la otra estaba bastante aliviada por no tener que enfrentarlo después de como me llamó, aún sentía mariposas en el estómago y Mason me seguía poniendo nerviosa. Además, hoy era viernes y teníamos una fiesta en casa de los Levine, así que no tenia porqué precipitar lo inevitable.

Justo ahora me encontraba en mi habitación, sentada en el banco de mi cómoda y mirándome detenidamente en el espejo. Después de llegar de la escuela, pasé la mayor parte de la tarde haciendo tarea y aventajando los quehaceres de la casa, eso me sirvió para pasar el tiempo mientras esperaba a que mi madre llegara de trabajar. Al paso de unas horas, llegó a casa y le había pedido permiso a mi madre para asistir a la fiesta de Mason y ella aceptó sin poner ninguna objeción, por lo tanto, fui directamente a darme una ducha rápida y desde que salí me he quedado sentada delante del espejo, como si esperara a que llegara mi hada madrina a solucionar todo el desastre que soy.

Jamás he tenido que arreglarme para nada y mucho menos para nadie, así que el tema de la moda y el maquillaje no estaban en mis conocimientos básicos, yo siempre he sido una chica de jeans, blusas simples, rizos sueltos y rostro al natural. Nunca pensé que llegaría el día donde me fueran importantes los rituales de belleza. Seguramente Bianca sabría que hacer en estos casos, pero era demasiado tímida como para llamarla y pedirle ayuda. Lo mejor será que vaya a la fiesta como normalmente iría a cualquier lado, después de todo, sólo haría un pequeño cambio por Mason y no creo que la mejor forma de gustarle a un chico es fingiendo ser alguien que no soy. Si algún día decidiera arreglarme para impresionar, será por sentirme bien conmigo misma y no para tratar de demostrarle a nadie lo hermosa que puedo llegar a ser.

No lo pensé dos veces e inicié mi rutina de diario. Primero coloqué una crema anti frizz para rizos definidos mientras aún tenía el cabello húmedo para poder cepillarlo, después hice mi maquillaje natural, el cual consistía en una base de mi mismo tono de piel un poco moreno, seguido de rímel en mis pestañas, una cantidad mínima de rubor y una pequeña pasada de bálsamo por mis labios. Una vez terminado mi rostro, me puse nuevamente mis gafas antes de buscar en mi cajonera ropa interior blanca, unos jeans azul claro y una blusa de rayas coloridas de manga larga. Proseguí a quitarme la bata de baño, cambiarme de ropa y ponerme unos Converse azules.

Un día para recordar (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora