Durante el camino hacia la escuela no hablamos en absoluto, Mason decidió encender la radio para no estar en un silencio incómodo, aunque era inevitable que lo sintiéramos. Por suerte, no tuvimos que soportar esa situación por mucho tiempo, ya que llegamos al estacionamiento y en cuanto aparcamos el auto, ambos salimos sin decir ni una sola palabra y nos reunimos con el resto de su familia.
- Será mejor que vaya a los vestidores con el resto del equipo- dijo Mason dando unos pasos atrás. -Nos vemos después del juego.
Al instante, un aire helado golpeó nuestros cuerpos, haciendo que me cubriera el pecho con los brazos y temblara un poco.
- ¿Tienes frío?- preguntó Mason al verme retorcerme.
- Sí, un poco- trato de quitarle importancia. -Olvidé traer un suéter de casa.
- Tranquila, usa el mío- sin pensárselo dos veces, se quitó la chaqueta y caminó hacia mí hasta colocarse detrás de mi espalda para ponérmela sobre los hombros.
Era pesada, cálida y con un intenso aroma a colonia fresca. Quisiera poder decir que no me derretí ante el gesto tan caballeroso de Mason, pero sería una gran mentira. Tal parece que mientras más me aferro a mantener una distancia entre nosotros tiene que pasar algo que nos termina uniendo de nuevo.
Mason se despidió de su madre con un beso en la mejilla y siguió su camino hacia el interior de la escuela, mientras que la señora Levine, los chicos y yo tomamos el camino directo hacia las gradas. No estaba tan lejos de aparcamiento, de hecho, sólo debíamos caminar hasta el fondo y a la izquierda ya se encontraba el campo de fútbol.
- ¿Qué pasa entre tú y mi hijo?- soltó directamente.
- ¿Disculpe?- giré mi cara hacia ella en un reflejo.
- Cariño, veo cómo te mira y también como tú lo miras a él.
- Señora Levine, yo...
- Miranda, cariño, dime Miranda.
- Lo siento, es la costumbre.
En parte lo era, pero también quería seguir manteniendo la línea que separaba lo profesional de lo personal, ya que no quería darle ideas erróneas de lo que estaba sucediendo entre su hijo y yo. Siendo realistas, no estaba pasando absolutamente nada, tan sólo somos dos adolescentes incapaces de comunicarse de la forma correcta, preferimos las salidas fáciles y no hacerle frente a los problemas. Al menos así es como yo creo que estoy manejando la situación con Mason, de otra forma, sería honesta y le diría que estoy enamorada de él sin importar ser correspondida o no, pero sobre todo, me evitaría la molestia de tener que huir todo el tiempo. Creo que es inevitable que en algún momento Mason y yo pongamos nuestras cartas sobre la mesa y confesemos nuestros secretos, poco a poco estamos llegando a nuestro límite, sólo es cuestión de esperar a ver quien se rinde primero.
- Miranda, no hay nada entre Mason y yo- digo en tono serio. -Quizás una pequeña amistad, pero eso es todo.
Se detuvo en medio camino e hizo que yo hiciera lo mismo, me tomó de las manos y vi que en su rostro se formaba una ligera sonrisa.
- Puede que no te conozca lo suficiente, pero conozco a mi hijo y puedo ver lo mucho que le importas.
- Y le aseguro que él me importa a mí.
La señora Levine forzó una sonrisa y agachó la cabeza.
- Pronto se irán a la universidad y ¿no crees que el tiempo es muy corto como para perderlo?- aprieta un poco más mis manos. -En la vida hay que arriesgarse y así como son obvios los sentimientos que ambos tienen, también puedo ver su miedo para decirlos y aceptarlos.
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Un día para recordar (1)
Teen FictionLos amores platónicos van y vienen, a veces te gusta una persona y al día siguiente otra, pero eso no importa porque tienes la certeza de que nunca lo vas a conocer, al menos no realmente. Claro que ese no es mi caso. Mis sueños, mis suspiros y mis...