Capítulo 19

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Al día siguiente, traté de mantenerme ocupada el mayor tiempo posible para no pensar en lo ocurrido la noche anterior. Necesitaba estar distraída, y así con suerte, pretender que nada ha pasado y que mi vida sigue siendo la de antes, aunque es un poco complicado poder pensar en eso considerando que los Levine siguen siendo vecinos y aún soy la niñera de los hermanos pequeños de Mason, pero haré todo lo posible por mantener mi distancia y ser profesional en mi trabajo.

Me levanté muy temprano para limpiar y organizar mi habitación. De hecho, no recuerdo cuando fue la última vez que lo hice, pero fue de gran ayuda, incluso podría decir que es terapéutico. Limpié todo el polvo, acomodé ordenadamente mis cajoneras, tiré la basura y coloqué en una bolsa negra toda la ropa que ya no usaba o no me quedaba para dejarla en donación. La música fue de gran ayuda para que el tiempo se pasara más rápido, estuve bailando y cantando para que me fuera más dinámico hacer mis quehaceres. Una vez terminada mi habitación, proseguí a darle un buen baño a Morris, seguido de lavar la ropa y limpiar toda el piso de abajo. Estaba completamente agotada, pero aún era temprano, pasaban de las siete de la tarde y mi madre no vendría hasta más tarde. Por lo tanto, decidí hacer una bolsa de palomitas con mantequilla y ver una película en mi computadora en compañía de Morris.

No había muchas opciones, nada me parecía lo suficientemente interesante como para dedicarle mi tiempo, he estado más de veinte minutos mirando las recomendaciones de la plataforma y nada me convencía. Lo más seguro es que me quede mirando al techo en las siguientes horas, esperando a que mi madre regrese pronto del trabajo.

Quise intentar una última vez en encontrar algo de mi agrado, pero un sonido extraño llamó mi atención. Empecé a escuchar el crujido de ramas y hojas moviéndose sin cesar, por lo que me dispuse a levantarme de la cama y caminar sigilosamente hacia mi ventana, de donde provenía aquel ruido. Al mismo tiempo, recorrí rápidamente cada rincón de mi habitación para encontrar algo con que defenderme del posible ladrón que se encontraba afuera, y por suerte vi la guitarra de mi padre a un lado de mi librero. Espero no tener que usarla, ya que me dolería mucho destruirla en la cabeza de este desconocido.

Una vez que me puse delante de la ventana, tomé las finas cortinas marrones con mis manos y las abrí precipitadamente, lo cual me hizo arrepentirme al instante, ya que solté un despavorido grito, al tiempo que sentí como mi corazón se detenía por un segundo al ver una silueta parada en el tronco del árbol, pero al instante, la persona misteriosa se acercó a la luz proveniente de mi ventana y pude ver de quien se trataba.

-       Por Dios, Mason, me has dado un susto de muerte- abro la ventana, dejándolo pasar. -¿Qué estas haciendo aquí?

-       Vine a hacerte dos preguntas- dijo directamente.

-       Oh... Pues... Adelante.

Estaba un poco nerviosa por lo que estaba a punto de decir, pero debía ser importante para tener la molestia de subir en un árbol y caminar hasta mi ventana con la seguridad de que lo dejaría entrar a mi habitación.

-       La primera, ¿Por qué te fuiste de la fiesta?- preguntó con un tono molesto.

Ay no. Esto era lo que me temía, que en algún momento me preguntara algo para lo que no tenía respuesta, aunque, pensándolo bien, sí que la tenía, pero no tengo las agallas suficientes para decirle la verdad. Prácticamente me estaría exponiendo yo sola ante él al decirle que me entraron unos celos irracionales en cuanto vi el disfraz que Bianca llevaba puesto, sin mencionar que eso también me dio un duro golpe de realidad que me hizo darme cuenta de cual era mi lugar.

-       Jo- su voz me sacó de mis pensamientos.

-       No sé de qué hablas, estaba ahí- miento.

Un día para recordar (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora