Al pasar cinco años, la era del despertar los azota. Base que da por finalizado el tormento de Gamba, mujer de una deidad inexplicable por debajo de la tierra; ella quién es vencida por la temible catana roja, crea aún más controversias incluso desp...
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—¿Y-Yaám? —balbuceaba Simón. Parecía incierto, a este paso caería en la locura, eso sin contar que su cuello no podía restablecer los tejidos evitando el sangrado.
—Lamento haberte dejado solo. —Gian se aproximó con brevedad para tomar el cuerpo de Simón, dándole primeros auxilios antes de que fuese demasiado tarde—. ¡Jebby! —El halcón rodeaba el lugar, y al escuchar el llamado por parte de Gian no dudo en bajar hasta dicha dirección, cubriendo el cuerpo de aquel joven con sus alas—. Llévale con Sonne.
—¿Te quejas? Eso no es muy diabólico de tu parte. —Asrad comenzó a reír, exclamando después de gran voz:
Asrad atacó al chico frente a él, ignorando por completo al par restante, es decir, Kan, Damián y Darius quiénes se habían sumado a dicha batalla. Sintió cómo aquella base que lo rodeaba no se inmutó en moverse. Yaám le miraba con devoción, Sonne se estaba tomando muy en serio en transportarlos, sabiendo que podría afectar su energía más adelante.
—No tocas a un dios, Asrad.
Fue él quien aseguro que la vida de sus hermanos estaría ante los ojos de su dios Bélkaska y así la armonía y paz entre los diablos reinaría por completo en la tierra. No obstante, ¿por qué no contó que en la faz del orbe existiría alguien cómo él? Una persona que podría poner su mundo de cabeza si es posible.
No él podía acercarse lo suficiente, Darius se había tomado la libertad de combatir a su lado, mientras que Damián no se perdía ni un segundo de lo excitante que era esta batalla. Aquello era impresionante y no deseaba dar su brazo a torcer, a fin de cuentas, es la guerra que más ha estado anhelando por mucho tiempo.
Asrad por primera vez había tocado el suelo con su cuerpo viéndose "agotado" o eso pensaban aquel par de chicos.
—Maldita sea, es un desgraciado —murmuró volviendo a su posición junto a los demás, Yaám se cruzó de brazos observando cómo el cuerpo—. Lo único malo es que no sé imitar las sombras oscuras de Aitara, de ser así, tendríamos una ventaja ante las bestias que este por invocar.
—¿Por qué le da ideas? Eso no suena para nada bueno. —dijo Darius. Se sentía más confundido de cómo llegó, al tener que combatir con Asrad.
—¿Dices que puedes intentarlo? Ahora sería nuestra salvación —mencionó algo impaciente. Damián murmuró mirando de reojo al de cabellos oscuros.
—¿Y bien, gobernador?, ¿qué ideas desbordas?
—Puede que haya una posibilidad. —Yaám posó su mirada en el Groover, Gian— Entre nosotros hay un Groover, eso es bastante beneficioso ante un diablo. ¿O no Gian? —confundido trago en seco.
