Al pasar cinco años, la era del despertar los azota. Base que da por finalizado el tormento de Gamba, mujer de una deidad inexplicable por debajo de la tierra; ella quién es vencida por la temible catana roja, crea aún más controversias incluso desp...
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EN LA ACTUALIDAD
El hecho de que los cielos se cubriera de un ente oscuro tenebroso no pudo hacer que Sonne se detuviera en aquel momento. Jebby le llamaba desde lejos con la intención de que tomase el cuerpo que traía consigo, no tardo en correr al reconocer la tiranía del ave notando que la persona herida se trataba de Simón. Comenzaba a tener recuerdos malditos y perjudiciales desde la muerte de Jocco, no podía dejarlo caer, no a Simón.
Vigilar la ciudad, estar al pendiente de los soldados, e indagar en medio de los traidores, todo le abruma. Sin embargo, la sensación que comenzó a recorrer cada punto de su ser era la que más le incomodaba. Sonne sentía el peligro respirar cerca de su cuello.
—Señorita, ¿se encuentra bien? —Nicolás apareció en el lugar de los hechos—. ¿Señorita?
—Nicolás...—Ella no lo podía evitar, su corazón se inundó de tristeza, su cuerpo perdió el control de su misma notando la debilidad en su vista—. Nicolás, tengo miedo...—El joven no dudo en acercarse lo antes posible sosteniendo el cuerpo de la dama—. Nadie puede ver esto, nadie, nadie debe saber lo que ocurrió.
—¿Qué dices?, ¿Qué pasa?
El ardor, los dolores, la punzada en su ojo se incrementaba cada vez más, sumando al mar de lágrimas y sangre que se había convertido en aquel momento. El joven desconocía por lo que pasaba, aunque quería llevarla a un lugar más seguro, su cuerpo parecía no cooperar.
—Señorita Sonne...
La fuente de la verdad se vislumbraba en su memoria, aquellos recuerdos que intentó eliminar reaparecían una tras otra. Esto sumándole a cosas que no le competen en su vida y se han enviado porque su poder ocular puede ver más allá de lo inevitable. La visión de la chica cada vez era más pesada, la forma en que observaba al joven a su lado era de súplica, pidiendo a gritos una ayuda, sin embargo, era tarde para ocultar la verdad.
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EN LA BATALLA CON GALDER
Sin previo aviso, el puño estampado en su vientre inmovilizó a toda cosa el ataque proporcionado hacia el fortachón ante ella. Su pierna estaba jodida, ahora más que nada, Galder había hecho que sus huesos se volvieran ineficientes, justo cuando lo tenía en la palma de su mano.
