1. Diganme,¿por qué la veo?

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Entonces me encontraba viendo ese cabello perfecto que caía desde su raíz algo ondulado, y terminaba en unos hermosos rizos color chocolate. Ella parecía aburrida, recargando su delicada barbilla en una de sus manos. La izquierda para ser precisos. Con la otra, sostenía un bolígrafo color rosa, el cual jugueteaba y movía algo desesperada porque la clase terminara.

Aunque yo me encontraba igual de que ella, el ver a esa preciosidad frente a mí, lo era todo. Aunque dolía; verla dolía. «¿Cómo podría doler, ver a la persona que capta toda tu atención?» Para mi quizás la respuesta era sencilla, o bastante compleja como para comprenderla por completo.

Me duele verla, porque tanta perfección me parece inalcanzable, aunque suelan decirme con insistencia que mi apariencia de todas mías me sienta genial, como para tener a la chica que quisiera. Pero solo quiero a una, y ese es el reto de cualquier chico. Cualquiera que tenga corazón como para querer el suyo, y no solo una noche sin recuerdo por parte de ella.

Sigo observándola sin prestar atención a lo que sea que esté diciendo el profesor ahora mismo. Tal vez esto me haga bajar mi promedio de diez excelente, pero para mí es más importante observar cada movimiento de ella. «¡Rayos!, acaba de voltear hacia ».Quizás sintió mi mirada en su cabeza. Ahora parezco completamente patético. Debo volver a mi posición de chico irresistible, y sólo fingir que pongo atención o que planeo mi siguiente jugada para el partido del viernes.

-Alex... Amigo, se te cayó ...-comenzó a decir mi amigo Dylan, mientras le hacía un gesto de incógnita.- !la baba!

Al escuchar eso, mi reacción momentánea, fue pasarme la mano con desesperación y rapidez por la barbilla. Pero lo único que noté, fue la atención de todos sobre mí, incluyendo la de ella. Enseguida todo el auditorio completo comenzó a reír ante mi intento por quitarme baba imaginaria. Ella solo aguantaba la risa, apretando de una manera extraña sus delicados labios.

-Guarden silencio. Joven Dankworth, le agradecería que en lugar de estarse durmiendo en mi clase, salga a tomar aire.

Menos mal, nadie tenía idea del comentario estúpido de mi amigo, y salí con mi toque de triunfador en mi postura, pasando por delante de todos, aún escuchando murmullos, risas y aplausos. De cierta manera, era uno del grupo. Si, ese grupo que todos suelen admirar, pero sólo por estar en un tonto equipo, saber jugar de todo un poco y tener un atractivo, que a muchas chicas solía gustarles.

No caminé demasiado lejos del salón, cuando sólo me detuve a ver las jardineras recién podadas y a algunos intendentes regándolas. Entonces escuché una voz angelical, tierna y suave, aunque con cierta dureza y frialdad acompañándola.

-¡Espera! No eres el único que estaba desesperado por salir.

-Summer.- dije congelándome de pies a cabeza.

-Ya veo que si te sabes mi nombre. ¿A dónde vas que no me llevas, Alexander?

«Se sabe mi nombre». No sabía si explotar de emoción porque no solo se sabe mi nombre, sino porque también me esta hablando, o contener esa emoción para cuando esté yo sólo. Elijo la segunda opción. Me ve con cierta sonrisa coqueta, que me hace derretirme un poco por dentro. Pero tan sólo un poco.

-No creí que quisieras venir.- dije encogiéndome de hombros y metiendo mis manos en los bolsillos de mis vaqueros.

-¿Cómo saberlo si no lo preguntas?- vaya, su sonrisa si que es perfecta.

-Tienes razón... En realidad no tenía un rumbo definido al cual ir, pero.. ¿Quieres venir?

Justo cuando su sonrisa se tornó aún más grande, y estaba decidida a hablar, un par de ruidos chillones, interrumpieron mi más gratificante momento hasta ahora. Eran un par de chicas huecas con las que suele juntarse. Y como era de esperarse, elegiría ir con ellas, a quedarse con un chico al cuál solo le ha dirigido la palabra un par de ocasiones.

-Descuida, ve.- dije demasiado seco, al notar que iba a pedirme una disculpa. Ella se acercó algo cuidadosa, quedando a unos centímetros de mi cuerpo. Contuve la respiración por lo que parecía una eternidad, hasta que se tomó impulso de mi hombro para alcanzar mi mejilla y pedirme una despedida.

-Nos vemos luego, Alex.

Tal vez, sólo había visto a esta chica, como uno de esos trofeos por los cuáles debes luchar y trabajar arduamente para poder obtenerlo, pero ahora, esto fue como si fuese un paso para poder quererla. El primer paso, fue su voz.

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