5. "Te estoy dando una oportunidad"

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Alexander

Desde que ocultamos el auto, pareciera como si algo en Summer hubiese cambiado. Incluso pienso que comienza a comportarse distinto, a la chica de hace dos días, y eso es mucho decir. Y vuelvo a la misma situación de siempre. Ella frente a mi en clases, yo observándola, y por absurdo que parezca todo, en realidad no tengo idea de porque la miro de este modo. Sólo que las cosas ahora resultan algo distintas. Ella voltea de vez en cuando sonriendo, haciéndome caras graciosas, mientras yo intento aguantar la risa que me provoca esta chica.

Al salir de clases, sentí un jalón de mi brazo, pero no lo suficientemente fuerte, como para creer que era de alguno de mis amigos.

-¿Ya no saludas?- preguntó ella con una hermosa sonrisa.

-¿Debería de hacerlo?- pregunté cruzándome de brazos, algo divertido. Ella solo frunció el ceño como si eso le hubiese dolido.

-Bueno... Supongo que no.- dijo algo decepcionada.- Creí que... Éramos amigos.

<<Vaya... Esto si que no me lo esperaba. Y no sólo de una chica, sino de ella>>. Quedé un buen rato en silencio, observando la expresión desconcertante que tenía en la cara. De cierto modo, toda la vida he sido de alguna manera, grosero con todas las personas que recién conozco o a las que apenas comienzo a hablarles, pero por alguna extraña razón, me siento mal de haberla rechazado de esa forma. Quizás es una forma de juzgar a las personas, lo cual está bastante mal, pero ésta vez si me arrepiento.

Ella tragó algo de saliva, y regresó a su postura de chica fría, apretando sus labios y sacudiendo su cabeza bastante confundida con mi actitud, para después dar la vuelta e irse. De en un movimiento veloz, logré pescar su muñeca en mi enorme mano <<a comparación de la delicadeza de las suyas>>.

-Discúlpame Summer... No era mi intención sonar de esa forma.- dije suspirando, y tragándome toda mi actitud de chico malo.

-No es necesaria tu disculpa.- dijo en un tono tan extraño, que podría jurar que parecía como si quisiera llorar.

-Es necesaria. En ciertas ocaciones no mido mis palabras... Pero claro, esa no es una forma de justificarme, ¿No lo crees?

-No la es Alexander. Sólo intento ser amable contigo. No... Ahora me siento como toda una estúpida.-dijo ella con cierto dolor. <<Bien Alex; Acabas de arruinarlo todo>>.

-No suelo ser tan gentil al inicio con las personas, y debo admitir que, es la primera vez que me arrepiento de mis impulsos al actuar de este modo.

Summer

Sonaba sincero, aunque admito que me dolía más de lo que debería, su bromita de niño inmaduro de no querer saludarme, aunque tal vez la inmadura sea yo, tomándome demasiado a pecho una cosa como esta. Quizás me comienza a agradar tanto, que por eso me siento distinta cuando hablo con él.

-Bien.

-Prefería tu sonrisa... ¿Amigos?- preguntó él, con la esperanza de que yo le perdonara.

-Bien.- dije demasiado seca, aunque por dentro, tenía demasiadas ganas de sonreír. Siento que personas como él, se merecen eso: Una sonrisa.

-Se que no estás enojada....- dijo sonriendo juguetón.- Sólo mira esos ojitos... Me dicen que quieres reír.- continuó diciendo, mientras se acercaba a mí, picoteando con suavidad mis costados.

-Eres un bobo, ¿Lo sabías?- respondí ya sin poder contener una sonrisa.

-Tal vez lo sea, pero siendo sinceros... Así comienzas a quererme.

-Creo que te precipitas demasiado... Aunque sí, siento cierto cariño hacia ti.- admití, encogiéndome de hombros.

-El cariño es mutuo.

Ambos ignoramos el hecho, de que prácticamente estábamos armando un drama por algo demasiado insignificante, y terminamos sentados, o mejor dicho acostados, en el pasto de un parque cerca de nuestras casas. Un gran árbol cubría parcialmente los rayos de sol. Era cómodo estar con él, aunque apenas lo conociera. Nadie me había hecho sentir como si fuera yo misma en mucho tiempo.

-Esa nube parece una zapatilla.- dije señalando hacia el cielo.

-Si... Y aquella parece un armario lleno de ropa y bolsos.- dijo soltando al mismo tiempo una carcajada.

-Bien... Pudiste ser cursi, y decir que la zapatilla era de la cenicienta.

-No creo en eso de los cuentos de hadas....- dijo acomodando sus brazos debajo de su cabeza con cabello alborotado.

-¡No me bajes de mi nube!- espeté soltándole un suave golpe en el brazo.

-Pegas como nena.- respondió riendo.

-Bueno... no sé si lo haz notado, pero no tengo pinta de mujer ruda... O de un chico.

-No, pero si he notado lo fría que sueles ser.

-¿A qué te refieres?- pregunté poniéndome boca abajo, recargándome sobre mis codos.

-¿En qué pensaban tus padres, cuando te pusieron Summer?

-¿Debería saberlo?- cuestioné, aún haciendo evidente mi intriga por lo que había mencionado antes.

-Hablo de que... Tu nombre representa calidez. Ya sabes... Calor. Tú, sin embargo, eres como un hielo todo el tiempo.

Su comentario me dejó pensando. Sí, tal vez me he cerrado a lo que todos llaman como amor, pero para mí no es necesario pasar por un sufrimiento como ese. Al menos no de nuevo. Siento como si cada vez que abriera paso a alguien a mis sentimientos, este aprovechara para destruirlos, aunque tal vez nunca me he enamorado realmente como todos suelen describir. Pero si nos enfocamos en Alexander, él no puede hablar de mí de esa manera, tomando en cuenta que es uno de los chicos más reservados y raros que he conocido. Me refiero a que, él es igual de frío que yo.

-Me parece que no deberías juzgarme. Tengo mis motivos, y tú los tuyos.- dije por fin, después de cavilar un poco.

-¿Qué insinúas?- preguntó recargándose sobre un codo.

-Que eres igual de frío y distante que yo. No sueles ser demasiado expresivo con lo que sientes, y de cierto modo alejas a las personas que no conoces. No les das una oportunidad.

-Bueno... Te estoy dando una oportunidad a ti.- dijo viéndome fijamente a los ojos, lo cual me ponía un poco nerviosa, y no tengo idea del porqué.

No me quedó de otra más que sonreír y olvidarme de cualquier cosa que pudiera hacerme sentir diferente a como me sentía. Y eso resumía en: sentirme cerca de esa cosa tan sobrevalorada, llamada felicidad.

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