3. ¡Feliz cumpleaños!

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Summer
llegué a casa lo más pronto que pude, para encargarme de que todo para esa noche estuviera espectacular, y esta fiesta fuera una de las mejores nunca antes vistas. No es que le tome mucha importancia a la atención que puedan prestarme los demás, pero tampoco es como que me encante pasar desapercibida. Al notar cada cosa en su lugar, y ver como mi organizadora de eventos perfeccionaba cada detalle, pude ir tranquila a mi habitación a poder darme un baño de chicas «ya saben, depilación completa, loción corporal, cremas y mascarillas y crema para humectar por todo el cuerpo» y poder arreglarme como tanto me gusta.

Tal vez mi vestido es algo corto, pero me encanta la forma en la que se adecua a mis curvas, aunque no sean del todo perfectas, y me causen un poco de conflicto mis brazos anchos de arriba y mis piernas delgadas de la pantorrilla. Pero no hay nada que unos buenos tacones no puedan arreglar. Maquillé algo mi rostro, sin quitarle el toque natural que siempre me gusta en ella, puse algo de brillos por todo mi cuerpo y recogí mi abundante cabellera en una cola de caballo alta, adornada con un par de trenzas a los lados.

Después de un par de horas de estar en casa, llegaron dos de mis más grandes amigas las cuales se disponían a criticar cualquier cosa que estuviera fuera de lugar, pero para mi suerte y mala de ellas, todo estaba más que bien colocado. Luego comenzaron a hablar del chico con el que querían algo esta noche, mientras yo seguía mirándome al espejo, como buscándome algún error o alguna otra cosa que auto criticarme.

Tocaron a la puerta. Era mi primer invitado. Ambas rubias que solían ser mis compañeras de crímenes siempre, corrieron más entusiasmadas que yo a abrir la puerta, dándose algunos empujones con el trasero, al tiempo que daban sus últimos arreglos a su peinado y vestido. Por extraño que parecía, no era ninguna sorpresa para ellas, pero por sus miradas, lo sería para mí.

-Luces hermosa, Summer.- dijo Ian con una camisa azul marino y pantalones de vestir negros. En la mano llevaba una caja no tan pequeña, como para decir que podría pedirme matrimonio o algo que hiciera que lo corriera de inmediato.

-Vaya... No esperaba que fueras el primero.- dije acercándome a él sonriendo, mientras mis amigas intentaban disimular un poco más alejadas, que no estaban escuchando.- tomando en cuenta tu impuntualidad todo el tiempo.

-Al menos contigo no lo soy.- abrió la caja que traía en manos, y vi un corsé con una hermosa flor plateada con destellos dorados.- Se que no iremos a ningún baile, pero... Feliz cumpleaños.

-Es muy hermoso.- dije con firmeza, sin dejar mi estúpido tono frío de toda mi vida. Él tomó mi mano entre las suyas, y deslizó la hermosa pulsera por mi muñeca.

-Ahora sí es hermoso.

Su tono empalagoso y algo cursi, me pareció como una eternidad, hasta que llegaron en bola, varios chicos del campus. En cuestión de minutos, mi casa estaba completamente llena, y debo agregar que no es nada pequeña. Es como si todos se hubiesen puesto de acuerdo para llegar a cierta hora. Entonces me daba cuenta, que a pesar de que estaba media escuela allí mismo, faltaban algunos chicos del equipo de la escuela.

Comencé a voltear a todos lados, buscando que todo fuera como esperaba, aunque por unos segundos, mi cabeza dio bastantes vueltas, amenazándome con dejarme tirada en el suelo. A juzgar por lo poco que había tomado hasta ahora, diría que cualquiera que me viera en el piso pensaría que he bebido bastante.

-Deja de buscar, he llegado.- dijo una voz grave en mi oído, por lo que voltee enseguida.

-Vaya, es impresionante que tú sólo te subas el ego de esa forma.

-¿A caso ya olvidaste mi nombre?

-No. Y tampoco que yo misma te invité.- dije creyéndome la muy lista.- Y si me disculpas, tengo a muchas personas que necesitan mi atención. No es personal, pero estadísticamente, sólo puedo hablar de dos a cinco minutos con cada persona para poder atender a todos.- dije sonriendo y dando la vuelta, alejándome con mi típica caminata sexy.

Alexander
Nadie luce tan bien mi color favorito, como lo hace ella. Vaya.. Pero que chica. Se cree tan lista, bonita e irresistible, que de cierta forma me causa muchísima risa. Y no porque no sea de esa forma, sino que ella podría dejar callado a cualquiera, sin tener que derramar una gota de sudor. Esto hace que me agrade aún más, aunque ambos seamos dos cubos de hielo en nuestro interior.

Yo, junto con el resto de los chicos de fútbol con los que iba, tomamos vasos fosforescentes llenos de bebida con diferentes colores cada una. Esta no es la típica fiestecita en la que se bebe alcohol mezclado en vasos rojos, pero sin duda, cada bebida preparada es tan exquisita y psicodélica, que hasta el alcohol sabe aún mejor. Todas las chicas con suficientes copas encima, comenzaban a juntarse y a bailar al ritmo de I want you to know de Zedd.

Como he dicho antes, no me gusta mucho esto de las fiestas, pero admito que de ves en cuando, me agrada mucho el estar con alguna chica y llegar a más, pero por ahora, sólo quería seguir hablando con la anfitriona de la fiesta. «Por cierto, ¿dónde estará?».

Summer
Bajé al garaje de la mano de Ian, encargándonos de dejar todo el ruido y la música arriba, con el resto de los invitados. El tomó mi cintura y comenzamos a besarnos, moviéndonos por el lugar, que para mí estaba vacío, hasta sentir con mi trasero, como era recargada sobre algo que parecía un auto.

-Aguarda... Se supone mis padres no están.- dije volteando a ver sobre lo que estaba recargándome.

Era un auto típico de barbie, con una nota sujeta en el parabrisas. La letra parecía de mi padre. «Summer, este es tu regalo de cumpleaños, felices veinte, pequeña princesa. Ten cuidado. Te queremos mamá y papá.» Mis ojos se iluminaron enseguida, intentando encontrar las llaves del auto, las cuales se encontraban metidas en la guantera del auto. Demasiado eufórica, ignoré el momento íntimo del que estaba a punto de ser partícipe con Ian, y abrí la cochera para dar una vuelta en mi nuevo bebé. Ignorando también, que ya mi contenido de alcohol en la sangre, ya era lo suficientemente elevado como para estar manejando de noche, un auto del cual no tenía total conocimiento de como conducir.

Inexplicable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora