Al atardecer del día siguiente, todos se encontraban sentados alrededor de una mesa redonda, cada uno tenía una hilera de polvo rosa enfrente, el consumo y efecto placebo experimental a su merced.
—Ambrosía: una droga alucinógena más fuerte que la cocaína original, creada para duplicar y alborotar las hormonas y crear fantasías anómalas en la cabeza de aquel que lo consuma. La dosis debe ser moderada, su consumo en exceso podría provocar reacciones violentas o una lesión cerebral permanente.
—¿Y por qué le pusiste ese nombre? ¿Qué significa? —cuestionó Medusa.
Apolo arrugó las cejas un momento y se masajeó la sien.
—No sé, solamente supe que debía ponerle así —recordó que había tenido la misma reacción en el laboratorio cuando esta misma le preguntó algo sobre los fármacos—. Mierda, tus preguntas me dan jaqueca.
Medusa blanqueó los ojos y se echó hacia adelante para esnifar su línea de ambrosía. El resto de los presentes esperó a su reacción, pero ella se mantuvo relajada durante bastante rato y comenzó a emitir una risita con ligereza hasta quedarse dormida con la mejilla aplastada contra la mesa.
—¿Hiciste ambrosía o crippy? —se burló Hefesto, escuchando cómo Medusa procedía a emitir suaves ronquidos.
—¡Coño! ¿Qué pudo haber fallado? —exasperó Apolo.
—Acomoda eso, queremos prender a la gente, no aburrirla —dijo Ares, chasqueando la lengua con sorna.
El menor se marchó avergonzado y se encerró en el ático para revisar los posibles fallos y modificar su invención.
Todos se quedaron conversando en la mesa un largo rato, hasta que de la nada las bisagras de la puerta de la entrada comenzaron a chirriar. Como era de esperarse, todos se alertaron y se pusieron en guardia a la velocidad de la luz para defenderse.
Una mujer entró, medía aproximadamente un metro cincuenta, vestía un chándal beige y un pullover violeta, unas gafas de sol cubrían sus ojos y, pese a que las canas de su cabello y las arrugas de su frente confesaban su edad madura, sus aretes y joyas la hacían lucir muy Aesthetic. Vaya que tenía estilo la abuelita.
—¡Zeus! —una sonrisa radiante surcó sus labios mientras avanzaba con los brazos abiertos hacia el aludido. Él se mostró anonadado, claro, pero tampoco reaccionó de manera negativa.
La anciana abrazó su torso durante unos segundos y luego se dirigió hacia Hera, quién sin pelos en la lengua preguntó:
—¿Quién coño eres y por qué abrazas con tanta confianza a mi marido? Otra loca más —arqueó una de sus cejas al recordar cómo Zeus miraba a Afrodita la noche anterior—. Y compórtate, vieja zangana. Estás más cerca del descanso eterno que de lograr seducir a mi hombre.
—¡Más vale que me respetes, señori...! —la mujer dejó la reprimenda a medias para suavizar el tono de voz—. Oh, cierto... No me recordáis.
—¿Quién es ella? —esta vez fue Apolo quien preguntó, bajando las escaleras del ático mientras se despojaba de su bata blanca.
Se tomaba muy en serio su tergiversado papel de científico.
—Sí, ¿Quién eres? —insistió Hera, cruzada de brazos.
La mujer guardó silencio, mirándolos a todos con una nostalgia que ninguno alcanza a comprender hasta que a Némesis se le desbordó la paciencia y la encaró.
—¿Hay que torturarte para que hables? Porque yo no tengo ningún inconveniente con ello, por el contrario, lo haría con todo el placer.
—Me llamo Rea —se presentó al fin—. No pretendo perjudicaros. He venido a por Afrodita, la chica que raptaron ayer y...
Zeus inmediatamente aniquiló con la mirada a Medusa, quien apenas salía del letargo, ella lo que hizo fue tomar la muñeca de Rea y guiarla hasta el cuarto.
—No ha dejado de preguntar por usted —le hizo saber a la recién llegada.
La pelirroja, al reconocer en la lejanía la voz de la mujer, salió del habitáculo que había sido confinado para su reposo y la abrazó con toda la fuerza que pudo reunir.
—Estoy muy confundida, por favor, sácame de aquí —pidió Afrodita, sollozando.
Medusa intentó ignorar el hecho de que la hererócroma estaba siendo un tanto ingrata al actuar de esa manera, como si su estadía en ese lugar las últimas horas hubiese sido un infernal suplicio.
—Debemos quedarnos, lo sabes. Debemos volver a donde pertenecemos y para lograrlo tenemos que permanecer unidos mientras hallamos la solución a esto.
Entonces, Hades, quien estuvo al margen durante un buen rato, hizo acto de presencia en el cuarto y se le quedó mirando a Rea.
—Sé que ya te presentaste, pero tengo un enorme presentimiento de haberte conocido antes...—puso una mueca confusa—. Intento recordarlo, pero me da dolor de cabeza cada vez que quiero acordarme de dónde te he visto o por qué siento una horrible necesidad de abrazarte.
Los ojos de Rea se llenaron de lágrimas, pues, ella comprendía perfectamente cómo se sentía el chico.
—Necesito reunir a todos para explicaros bien, imagino que tendréis muchísimas dudas, y solamente yo tengo la respuesta a todas y cada una de ellas.
Dicho y hecho, todos fueron a la mesa redonda al cabo de unos minutos. Rea sacó un trozo de papel de su cartera y lo desdobló hasta dejar la hoja arrugada en el centro de la mesa, donde se leía la siguiente noticia:
Después de la gran tormenta, once cuerpos cayeron del cielo sin explicación alguna, los relámpagos impactaban contra sus cuerpos y por alguna misteriosa razón seguían con vida.
Al enviar a un grupo de detectives a analizar la situación, nuestros funcionarios aseguraron que los individuos antinaturales solo recordaban sus nombres, por lo que su procedencia es completamente desconocida.
Fenómenos. Se presume que eso son.
Al ver que no accionaban con brutalidad ante la serie de procesos a los que fueron sometidos, el gobierno les concedió la oportunidad de adoptar una vida normal bajo cuerdas. Algunos huyeron de sus hogares al mostrarse insatisfechos con su familia asignada, incluso un par de mellizos ocasionaron revuelo en la suya al cometer incesto entre sí.
Era extraño, sus tendencias antisociales repentinas no tenían explicación alguna.
Meses más tarde, los once fueron capturados y encerrados en el afamado internado psiquiátrico Villa Vilá, donde fueron tratados como pacientes letales porque nadie sabe de dónde provienen y porque sus comportamientos tienden a ser turbios.
Fuentes confiables aseguraron que las visitas a estos pacientes en cuestión fueron restringidas por seguridad social, este asunto de los cuerpos caídos había sido olvidado hasta el pasado martes, cuando el internado en el que los once individuos recidían fue incendiado y convertido en nada más que cenizas y ruinas. No quedó un solo sobreviviente, por lo que se estima que el incendio no pudo tratarse de un simple accidente.
Tras una minuciosa inspección, algunos cuerpos fueron reconocidos, pero no es casualidad para nadie que entre los fallecidos no se encuentre ninguno de los once. Es probable que estos dementes enviados por la tormenta se encuentran sueltos en las calles de la ciudad, tienen una orden de captura por todos los cuerpos nacionales e internacionales.
Se recomienda mantenerse en cuarentena y cerrar con seguro todas las entradas a sus hogares mientras el gobierno se encarga de capturar a los fugitivos. Seguiremos informando apenas la búsqueda de nuestros fieles funcionarios obtengan el más minúsculo resultado.
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OLYMPUS: EL DESPERTAR
Tarihi Kurgu¿Qué pasa si los Dioses renacen y se mantienen involuntariamente cautivos de un internado psiquiátrico? Lo lógico es que no serán prisioneros de patéticos humanos durante mucho tiempo. Los pacientes con trastornos y filias más delicadas se ponen de...