Conociendo A Mi Alfa ~ TaeJin [Omegaverse]

~11.2~

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Cargando un paquete de toallitas desinfectantes, Taehyung limpió maniáticamente el asiento del patio de su casa. El frío no era tan cruel ese día y él necesitaba ocupar su mente en algo, mientras Seokjin estuviera distante con él. Sus manos fregaron con fuerza, lo que supuso, era la marca de algún ave posándose allí. Rezongó, asqueado, agradeciendo el hecho de que portaba guantes o el contacto con el excremento de pájaro lo hubiera desquiciado al instante. Aun así, hizo una pausa y respiró profundo, cuestionándose el extraño razonamiento de su omega.

Para él, el panorama estaba muy claro y no era más que cumplir con el papeleo necesario, para que pudieran estar juntos de una vez, y vivir felices para siempre, así el no creyera en los cuentos de hadas. Con Seokjin, él se volvía un soñador.

—¡Taehyung oppa! —lo llamó su curiosa vecina, asomándose por la cerca de madera, que no alcanzaba a medir más de metro y medio. El alfa movió únicamente sus ojos para verle, sin girar su rostro. Era evidente que la chica estaba en punta de pies para alcanzar a asomar su cara risueña y redonda sobre la valla. —¿Estás haciendo limpieza? —preguntó, al verlo tan afanado con sus guantes y sus toallas desinfectantes.

—¿Tus ojos no funcionan correctamente? —dijo arisco. —Estás viendo lo que hago.

—¿Necesitas ayuda? —se animó a ofrecer, a pesar de la respuesta del otro. Ella no olvidaba las palabras de Seokjin, diciéndole que podía hallar un gran amigo en Taehyung, si le daba la oportunidad.

—No —declaró, fregando con mayor fuerza, consiguiendo que la toallita se rompiera. El alfa gruñó una vez más, sacando una nueva del paquete, repitiendo la acción.

—Tal vez, si usaras un aplicador de líquidos, y una escobilla, sería más fácil —sugirió Yewon. —Déjame ayudarte.

—No —repitió, con la misma arrogancia anterior. Volvió a reemplazar la toallita, presionando sus labios con fuerza.

—¿Por qué eres tan cerrado? —cuestionó la chica, apoyando ambos brazos en la valla, recostando su mentón.

—Limpiar me ayuda a pensar —dijo, sin poder retenerlo. —Y si estás interrumpiéndome, no me dejas escuchar mis propios pensamientos.

—¿En qué piensas? —su voz fue suave y condescendiente. —¿Tienes problemas?

—No —el monosílabo comenzaba a irritar a Kim Yewon.

—No. No. No... —ironizó. —¿Conoces otra palabra para responderme?

—No —dijo, mecánico, sin ánimos de continuar esa conversación.

—Puedo ser una buena oyente, ¿sabes? —intentó una vez más empatizar con el chico. —Tu me cuentas tus problemas y yo te aconsejo, ¿te parece? —Tae tomó aire para responder, pero la chica lo interrumpió. —¡Y no vayas a responderme que "no", otra vez!

—Entonces, déjame limpiar en paz —lanzó la toallita que tenía en la mano, la cual, al igual que las anteriores, estaba agujereada en el centro. —Ya acabé con mi cuarto, mi baño y el mueble de la sala... y aun no consigo encontrar una respuesta a mis pensamientos —las palabras fluyeron como un torrente. —Este es el último objeto que puedo limpiar, porque la lluvia ya me quitó el trabajo de limpiar la loza del patio y... —inspiró una gran bocanada de aire, percatándose de que estaba diciendo más de lo que quería, frente a su vecina. —Olvídalo, es personal.

—Tu omega me dijo que... eres un chico que vale la pena —comentó Yewon. —Como amigo, me refiero —corrigió. —Y que, si me daba el tiempo de conocerte, me llevaría una sorpresa.