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Tras haber llegado a la sala común y haberlo dejado todo organizado para el día siguiente, Regina tomó los libros de texto necesarios para ese día y echó a caminar hacia la biblioteca.

Allí se sentó algo alejada de Tom, de forma que este no pudiera verla, pero ella sí. Entonces se puso a hacer sus tareas, sabiendo que tenía un largo rato por delante, antes de que el chico de Slytherin se retirara y con él, ella.

El rato que pasó en la biblioteca fue largo, como había previsto Regina y no fue hasta las siete que Tom se levantó, momento que ella aprovechó para empezar a guardar sus cosas, sin retirar la mirada en ningún momento de quien quería abordar.

Cuando él salió de la biblioteca salió ella también, siguiéndolo a una distancia prudencial. Era una Ravenclaw con tintes de Slytherin, no una Gryffindor descerebrada que iba a ir a lo loco a hablar con él.

Fue por eso que lo siguió un rato. Al contrario de lo que pensaba, no bajó hacia su sala común, sino que subió hacia arriba, hacia el séptimo piso y en definitiva hacia la sala de los menesteres.

Parecía centrado en su ruta, todo recto y erguido, caminando como una flecha, sin mirar atrás. Sin embargo, justo cuando llegó a la puerta de la sala que no se había materializado todavía se paró y se giró hacia Regina.

Ella no se sorprendió. Sabía que su posición había sido descubierta hace tiempo y eso haría posible hablar con Tom más abiertamente, justo como tenía planificado.

-Greengrass, ¿por qué me estabas siguiendo?-preguntó él, serio.

-Quiero hablar contigo, Tom...Riddle.

No pudo evitar encogerse un poco sobre si misma al darse cuenta de que lo había llamado accidentalmente por su nombre de pila, pero él no se dio cuenta, o no quiso darse.

-¿Qué quieres, pues? Es sobre lo de tus amigos, ¿verdad?

Regina tampoco se sorprendió en ese entonces. Ambos eran muy jóvenes, pero la batalla de intelectos ya empezaba a darse. Sólo era cuestión de tiempo que la situación se agravara.

-Sí, es sobre ellos...Bueno, más bien sobre Blaise.

-Sobre Blaise Witchwood, ¿eh? Ese mestizo tiene cosas que nunca me han agradado.

Su voz era calmada, casi indiferente y era precisamente esa inhumana tranquilidad lo que hizo comprender a Regina el profundo odio que le guardaba Tom Riddle a su amigo.

-No es mala persona-repuso ella, efusivamente-Pero es demasiado impertinente en más de una ocasión. ¡He intentado por todos los medios que se calmase con el tema de la sala, de verdad, pero es muy difícil!

Riddle pareció pensarse su respuesta un buen rato, hasta que al final dijo:

-Ya me encargaré yo de que no vuelva a pisar la sala. ¿Qué te parece, Greengrass?

-No-no creo que sea una...buena idea, la verdad.

-¿Por qué no?-preguntó él, frunciendo el ceño.

¿De verdad no entendía por qué? O se estaba haciendo el tonto? Regina no lo sabía y su escasa valentía se había fugado, de modo que al final sólo pudo decir la verdad.

-No me fio de ti.

օɾíցҽղҽs: LA SALA DE LOS MENESTERES // Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora