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Navidad.

Regina tenía claro desde principio de curso que iba a pasar la Navidad en Hogwarts. Lo que no se esperaba era que todos sus amigos fueran a casa por Navidad, dejándola sola.

Estuvo tentada de decirles a los Weasley que si podía ir a su casa a pasar la Navidad, pero ante la noticia de un tercer hermano desconocido, desistió.

Tom Riddle si que se quedó allí, por lo que al menos aprovecharía ese par de semanas vacías en buscar aquella misteriosa sala.

Pasó horas paseando por el pasillo de la séptima planta, pero nunca llegó a encontrar ninguna sala de ese magnitud.

Al final el único plan que se le ocurrió fue el que había propuesto Blaise semanas atrás. Robarle el diario a ver qué ponía.

Para hacer esto tenía que colarse en la sala de Slytherin. Necesitaba la contraseña.

Con la ayuda de los libros de la biblioteca encontró hechizos que podían ayudarla a camuflarse.

Todos eran de un muy alto nivel e incluso el más sencillo resultaba un reto importante para una estudiante de primer año, como ella.

Al final desistió en el intento y su plan cambió a algo mucho más muggle.
La sala común de Slytherin estaba en las mazmorras y por la noche no había apenas luz, así que se podría esconderse perfectamente entre las tinieblas con una capa oscura.

Después, tan solo tendría que esperar a que alguien quisiera entrar y utilizar la contraseña para colarse.

Eran poco más de las nueve cuando Alphard Black entró en la sala común de Slytherin, pronunciando la contraseña lo suficientemente alto como para que Regina lo oyera.

Lengua Sagrada la de las serpientes.

La Ravenclaw no entró inmediatamente, sino que se espero hasta más tarde de las 23:00, con tal de no tener ninguna desagradable sorpresa.

Nada más entrar se dió cuenta de un detalle muy importante. No sabía en qué habitación dormía Tom Riddle. Con mucho cuidado fue andando hacia una de las dos puertas que habían en el fondo de la sala y la abrió.

La dejó abierta y caminando sigilosamente abrió la primera puerta que encontró, con un chirrido tal vez demasiado fuerte.

Dentro pudo ver cuánto a penas un largo cabello, propio de una chica. Cerró la puerta suavemente y volvió a salir a salir a la sala común.

Entró en la zona de los chicos y tragó saliva. Ahí comenzaba lo complicado. Debía de encontrar ese maldito librito sí o sí.

Abrió la puerta de la primera habitación y con un sencillo hechizo de iluminación comenzó a buscar el diario.

Tuvo suerte y enseguida pudo guardarlo en un bolsillo de su túnica.

Salió de la habitación y después a la sala común, pero cuando estaba a punto de salir un hechizos la pasó rozando.

Regina se giró rápidamente y apuntando a su agresor susurró:

—Obliviate.

Un rayo de luz impacto contra el pecho del agresor. Aprovechando que todavía estaba aturdido Regina se acercó y pudo ver que era el prefecto de Slytherin.

Después, salió corriendo de allí.

օɾíցҽղҽs: LA SALA DE LOS MENESTERES // Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora