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Nada más subir al tren Regina buscó un vagón donde sentarse. Cuando llegó el tren estaba casi lleno y casi todos los compartimentos llenos de alumnos.

Buscando uno vacío recorrió el tren varias veces hasta que encontró uno con una niña que debía tener su misma edad, sentada sola mientras acariciaba un gato.

—Hola—saludó Regina, tímidamente.

—¡Hola!¿Quién eres?

Regina se quedó un momento callada, por la vergüenza que le daba socializar después de pasar once años prácticamente encerrada en casa.

—Soy Regina—acabó diciendo.

—¡Es un nombre muy bonito! Yo me llamo Lina.

—Encantada de conocerte, Lina—contestó Regina, todavía con un ápice de vergüenza.

—¿Me puedo sentar a tu lado?—preguntó.

—¡Claro que puedes!

La niña se sentó a su lado y se quedó unos segundos sin saber que decir.

Después apareció un niño de su misma edad, que sin mediar palabra se sentó en la otra punta del compartimento, en silencio.

Tenía una expresión seria y dura nada propia de alguien de su edad.

—¿No vas a saludar?—le preguntó Lina.

—¿Tú crees que voy a hacerlo?—contestó él, después de unos segundos pensando.

—Al menos podrías presentarte—intervino Regina, a quien le molestaba cualquier bicho viviente que se comportase como Beth.

—Muy bien. Soy Tom Riddle. ¿Vosotras?

—Regina Greengrass.

—Lina Belby.

Tom asintió y se dirigió a Lina con una sonrisa maliciosa.

—¿Así que tú eres la Belby? Van diciendo por ahí que estás loca.

—Sí, pero estoy segura de que no lo dicen enserio. Los niños suelen ser crueles porque sí.

Tom ladeó la cabeza, como si dudara de ello.

A Regina aquel niño no le había caído nada bien con su burla continua y su sonrisa de superioridad. De pronto se levantó y con ojos llameantes se plantó delante de él.

—Si tan solo vas a molestar es mejor que te vayas—susurró, deseando que acatará su petición.

—Lo que tú digas, Regina... Greengrass.

Se levantó un instante después, para irse sin mirar atrás.

Regina se pasó las manos por la cara. Por una parte estaba preocupada por haberla liado antes de llegar a Hogwarts, pero por otra parte se sentía contenta de haber ayudado a su nueva...¿amiga?

Tampoco se la podía considerar como tal, porque la conocía de hacia cinco minutos, pero ya se había peleado con alguien con ella.

A partir de ese momento la conversación con Lina fue mucho más fluida y pudo conocerla mejor.

Era una persona algo extravagante y al mismo tiempo de carácter tranquilo y apacible, pero no pensaba que estuviera loca, como había dicho Tom Riddle, rato atrás.

Al cabo de un rato estuvieron investigando por el tren y a pesar de que la mayor parte de los alumnos de su curso las repudiaban encontraron un pequeño grupo, formado por tres chicas que hablaban animadamente entre sí.

Al verlas tan perdidas una de ellas les llamó la atención y les dijo de sentarse con ella.

—¿En serio?—preguntó Regina.

—Claro que si—contestó una de ellas, con el pelo corto y rubio.

Regina y Tom se acaban de conocer, pero casi se podría decir que se odian. ¿Cómo avanzará su relación?

օɾíցҽղҽs: LA SALA DE LOS MENESTERES // Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora