Capítulo 9

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—Maldita zorra—murmuré por lo bajo mientras salía del comedor junto a mis amigos. La pelea con Madeleine me había puesto de muy mal humor. Ya odiaba estar dentro de ese internado, como para que una rubia oxigenada me fuera a amargar el día.

—¿Ahora te has enterado?—preguntó Mason mientras mordía un trozo de pan de camino a las habitaciones—. Llevamos años junto a ella eh...

Le di mi peor mirada a Mason mientras subíamos las escaleras. En pocos minutos empezaría la clase de defensa personal y debíamos cambiarnos. A pesar de no ser una asignatura obligatoria, la mayoría de los padres consideraba que era una buena idea que sus hijos aprendieran a defenderse por si mismos por si los guardaespaldas fallaban.

—Me dan ganas de cogerla del cuello y...ahhh—dije mientras arrastraba los pies hacia la habitación. Escuché una voz llamandome pero entré en mi habitación y cerré la puerta detrás de mí. Con un enorme bufido, me desabroche mi corbata del uniforme y la tiré encima de la cama. Abrí el armario y saqué el uniforme de educación física. Consistía en unas mallas de color negro y una camiseta de manga corta con el logo de la escuela. Me quité la parte inferior y me coloqué las mallas. 

En el momento en que me quité la camiseta del uniforme, la puerta de la habitación se abrió detrás de mí y solté un grito antes de girarme mientras apretaba la tela de la camiseta contra mí, protegiéndome.

—Oh dios...—dijo Alexei muy colorado—. Perdón Em, no sabía que ya te estabas vistiendo.

—IMBÉCIL—le grité mientras cogía uno de los zapatos del suelo y se lo lanzaba a la cara. Lo esquivó sin problema y golpeó la puerta que estaba cerrada.

—Por dios ni que estuvieras buena—soltó con un bufido—. He venido a pasarte un mensaje de tu padre.

Le miré con rabia y me senté en la cama esperando que hablara.

—Dice que no te metas en peleas—dijo Alexei. Estaba de pie enfrente de mí pero evitaba mirarme—. Dice que te comportes y que no caigas en provocaciones. Eres una princesa y tienes unas obligaciones y que mantener unas formas— Alexei se rascó la cabeza antes de suspirar—. Y que te ha echado mucho de menos y no quiere que te pase nada malo. Que hagas caso y no te alejes nunca más. Significas mucho para él aunque no pueda decírtelo.

Suspiré y aún con la camiseta tapándome, me acerqué a Alexei. Éste fijó su vista en mi y se quedó quieto mirándome.

—Gracias Alex—le dije, usando el diminutivo que utilizaba cuando era más pequeña—. Dile a mi padre que estaré bien. Pero no vuelvas a entrar sin llamar—añadí con una mirada asesina.

—Y que eres fea y tonta—añadió con una sonrisa burlona—. Y que a ver si aprendes modales.

—IMBÉCIL—le grité cuando me di cuenta que esa frase únicamente lo había dicho él. No esperaba mi reacción porque se tambaleó en el momento en que me lancé a su cuello. Alexei me apartó girándome el brazo a la espalda  y empecé a insultarlo.

—Idiota—dije con rabia—. Te arrancaré hasta el último pelo rubio de tu cabeza.

Alexei acercó su boca a mi oreja y un escalofrío recorrió mi espalda casi desnuda.

—Inténtalo.

Giré mi cabeza hasta que tuve a la de Alexei a pocos centímetros de la mía. Miré sus bonitos ojos y pensé en lo divertido que sería meterles un dedo dentro.

—Emy es hora de....—dijo la voz de Mason entrando en la habitación. Alexei y yo fijamos la vista en la puerta y vimos a Mason de piedra, en el umbral de la puerta—. Perdón, perdón. Prosigan. Usen protección.

—Oye no es lo que...—empecé pero Mason ya había cerrado la puerta.

—SE ESTÁN LIANDO—se oyó el grito de Mason  en el pasillo y aparté a Alexei con una patada. Me puse la camiseta del uniforme de deporte y salí de la habitación sin mirar a Alexei. A medio pasillo, Mason estaba jugando con su móvil. Cuando estuve a su lado, levantó la mirada y me dio una sonrisa picara.

—No sabía que os gustara el sado—dijo riéndose.

Le di una patada en la espinilla y caminé hasta la planta baja dónde Willow y Andrew nos esperaban.

—Oye Emy una cosa—dijo Mason y me giré para mirarlo—. ¿Usa las esposas que tiene o te ata a la cama con tu corbata?

La sonrisa de Mason se fue en el momento en que empecé a golpearlo sin miramientos. Mason pidió ayuda a Abigail, pero ésta se quedó a un lado negando con la cabeza y suspirando. Mason debía aprender una lección.

"No te metas con una princesa".



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