Capítulo 15 (+16)

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La mente es curiosa. A veces te sorprende haciéndote recordar eventos pasados y otras veces te hace soñar con cosas futuras. Cosas que nunca han ocurrido pero que temes que sucedan o incluso anhelas que sucedan.

La mía no me hacía nada de eso. Llevaba horas despierta dando vueltas en la cama intentando buscar el sueño. Desde hacía una semana se había convertido en costumbre: no podía dormir. Y,  dado que tras lo ocurrido con Alexei visitarle no era una opción válida, mis noches se habían vuelto infernales. A pesar de que mi padre había convencido a la directora de no expulsarme, mi mente no dejaba de agobiarme.

Agarré mi teléfono móvil (uno antiguo que Willow había encontrado y que me había prestado hasta que mi padre me diera uno nuevo) y busqué a Mason en los contactos. La última vez que estaba en línea era hace 4 horas.

Bufé y tiré el móvil en la cama. Empecé a dar vueltas como un burrito hasta que me cansé y empecé a patalear en la cama. Tras diez segundos me aburrí y decidí ir hacia la enfermería en busca de algun tipo de medicamento que me ayudara a dormir. Me senté en la cama y tras ponerme las zapatillas, me levanté. Enseguida me mareé y me caí de nuevo en la cama.

Que asco de vida.

Me volví a levantar y me encaminé hacia la puerta. La abrí con suavidad y la cerré detrás de mí. Caminé lentamente y llegué enfrente de las escaleras que daban hacia el piso de abajo. Normalmente estaría cagada de miedo porque estaba oscuro, pero esta vez tenía todas las luces abiertas. Bajé las escaleras extrañada y caminé hacia la enfermería. Los pasillos estaban iluminados pero no había una sola persona por ellos. Caminé rápidamente hasta la enfermería pero unas voces a lo lejos me hicieron parar.

Mi parte cotilla quería enterarse del asunto así que caminé siguiendo las voces y hasta que llegué a varios metros de la puerta del despacho de la directora. La puerta estaba entreabierta y varias voces se oían dentro.

—No puede no aceptarlo—dijo una voz grave masculina—. Sigue siendo un príncipe.

—La situación no es adecuada—respondió la directora solemnemente.

—¿Me esta discriminando?—preguntó una voz más joven.

La directora y la voz grave masculina empezaron a discutir mientras yo estaba un poco escondida detrás de la pared. Intenté ver quienes eran pero la puerta no estaba lo suficientemente abierta. Las voces siguieron discutiendo hasta que de repente, la puerta se abrió y un chico de aproximadamente de mi edad apareció.

Era alto y tenía el pelo castaño. Llevaba una sudadera negra y unos pantalones grises. Era de complexión ancha y era bastante guapo.

Y me había visto.

Me miró de pies a cabeza sorprendido. Después de unos segundos sonrió de lado. Le hice una señal de que se callara con el dedo y simplemente levantó el pulgar en señal de que lo haría. Me escabullí lentamente y corrí hacia la enfermería. Una vez llegué, llamé a la puerta y la enfermera nocturna me recibió con una cara de malas pulgas. Después de explicarle que tenía problemas para dormir, me dio una pastilla y subí a mi habitación.

Subí las escaleras y caminé hacia mi habitación. Tenía curiosidad por el chico nuevo pero no me iba a quedar abajo y arriesgarme a que la directora se replanteara el expulsarme. Caminé todo el pasillo pero me paré de golpe al ver a alguien en la puerta de mi habitación.

El chico nuevo.

—Hola—dijo simplemente.

¿Cómo ha llegado aquí? ¿No tiene una habitación propia? Y lo más importante: ¿Cómo ha sabido que es mi habitación?

—¿Hola?—preguntó de nuevo.

—¿Qué haces aquí?—le pregunté más borde de lo que pretendía.

El chico se rio y se pasó la mano por el pelo. Ese gesto se me hizo familiar y le examiné mejor. Tenía los ojos azules y una nariz redonda. Tenía las pestañas largas y estaba segura que al dia siguiente tendría un sequito de chicas detrás de él

—Admirar la decoración—dijo irónicamente—. Las paredes son lúgubres. Un buen papel pintado de color le vendrían bien. Y quizás poner algunos muebles esquineros o algunas alfombras.

—¿Eres decorador de interiores?—pregunté alzando la ceja.

—Mejor eso que cotilla—dijo y me guiñó un ojo. Se acercó a mí y apoyó su brazo en la pared encima de mi cabeza—. ¿Te gusta escuchar a escondidas?

—¿Te gusta esperar cual acosador enfrente de la habitación de una chica?

—Solo si es una princesa—dijo y se rio—. Tenía curiosidad por conocerte Emily. No por nada has sido noticia mundialmente.

Lo que me faltaba.

—Te admiro—dijo de golpe—. Has luchado contra lo que esta estipulado que hagas—sacó el brazo de la pared se cruzó de brazos—. Soy Alexander.

—No nos interesa—dijo una voz a mis espaldas y me giré rápidamente. Alexei estaba a pocos pasos detrás de mí con los brazos cruzados. Estaba enfadado—. Debes irte, la princesa debe descansar.

—Por supuesto—dijo haciendo una reverencia—. Buenas noches mi lady—se despidió y miró a Alexei—. Buenas noches Shrek.

Alexander se despidió y se fue pasillo abajo. Yo rodé los ojos y entré en la habitación. Me quité las zapatillas y me tumbé en la cama. Cerré fuertemente los ojos y esperé a que lo que me había dado la enfermera diera sus frutos. 

No se cuanto rato me quedé dormida pero me desperté cuando noté un peso en mi cama. Abrí los ojos y casi grito cuando vi una sombra negra sentada en mi cama. Intenté darle un puñetazo pero me agarró del brazo. Entonces le reconocí.

Era Alexei.

—¿Qué coño haces?—le pregunté.

Alexei se puso encima de mi y me quedé helada. Intenté echarle de mi cama a patadas y puñetazos pero me redujo como siempre lo hacía. Mi corazón empezó a ir a mil.

"Ay Diosito"

—Me pones enfermo—dijo.

"Muy romántico todo"

—Odio que no seas mía.

"WDF"

Alexei se acercó a mi cara y me dio un tierno beso en la mejilla. Mi corazón, empezó a ir el doble de rápido.

—Alexei quita tu apestoso culo de encima de mí—dije seriamente pero me callo cuando sus labios viajaron hacia la comisura de mis labios. Reprimí un gemido y empecé a transpirar. Esto no es normal en Alexei.

—Sabes que me gusta estar encima—dijo con voz ronca mientras daba pequeños besos en mi mejilla.

Suspiré y dejé de intentar resistirme. Sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien pero una parte de mí no quería ignorar estas sensaciones. Alexei aflojó su agarre y cruzó sus dedos con los míos. 

—Te mataré por la mañana—le advertí.

Alexei sonrió de medio lado y acercó su boca a mi oreja.

—Yo a ti esta noche. 

Intenté replicar pero Alexei se levantó y tiró de mí dejándome sentada. Agarró mi camiseta y me la quitó. Agradecí a los dioses el hecho de no haberme quitado el sujetador esa noche. Alexei me volvió a tumbar empezó a besarme lentamente el cuello. Empecé a soltar pequeños gemidos mientras una sensación placentera recorría mi cuerpo y me hacía querer más. Alexei empezó a bajar más los besos hasta llegar a la clavícula. Una sensación de mareo y placer se instaló en mí y cerré los ojos.

Y cuando los volví a abrir, me encontraba sola en mi cama con mi pijama puesto.

La mente es una hija de puta.


The Royal AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora