Un enorme escozor en mi espalda me hizo abrir los ojos. Parpadeé varias veces hasta que por fin mi vista se aclaró y entonces una sensación de miedo me invadió. No sabía dónde estaba. Solo sabía que estaba tumbada boca abajo sobre una especie de cama improvisada. Parecía una especie de colchón muy delgado recubierto por una suave tela blanca. Me moví a un lado intentando visualizar mis alrededores pero unas manos me retuvieron.
Intenté gritar pero unas manos me lo impidieron. Reconocí a Fred, el chico que me había apuñalado. Intenté abrir la boca pero se puso un dedo en sus labios indicándome silencio. Lentamente quitó su mano de mi boca y me cogió suavemente de los brazos. Un dolor enorme me recorrió el cuerpo entero mientras Fred me daba la vuelta y colocaba mi espalda contra su pecho. De esta forma, estaba yo sentada enfrente de él sin verle la cara.
Intenté quejarme y decirle que eso era tocar mucho pero me lo pensé al levantar la vista y darme cuenta que estaba rodeada de muchas personas.
Y todas me miraban fijamente mientras gritaban y alzaban la voz.
Me encogí en mi misma ante el sonido y el escozor en mi espalda. Respiré y analicé la habitación en busca de una salida. Parecía una especie de gimansio. Las paredes eran de color blanco sucio, que se elevaban hasta el techo donde una claraboya residía. El suelo era de madera oscura gastada y presentaba algunas grietas. A ambos lados de la sala varias ventanas daban un poco de luminosidad al ambiente, no sirviendo de mucho.
—Menos mal estás bien—dijo una voz femenina a mi izquierda y giré mi cabeza. A mi lado estaba la chica pelirroja que había conocido hace unos ... ¿minutos? ¿horas?—. Pensábamos que te habías quedado en coma o algo así.
—Que habías muerto—dijo Fred a mi espalda e intenté alejarme de él—. No te muevas. Los jefes piensan que estás controlada así. Si te mueves y les das motivos para creer que eres peligrosa o puedes llegar a serlo, te colgarán de los pulgares—giré un poco la cabeza y le miré a los ojos. Me guiñó un ojo y sonrió—. Y luego a mí .
—¿Dónde estoy?—formulé mirando fijamente a la multitud que estaba gritando enfrente de mí—. Quiero irme.
—Con una herida abierta en tu omoplato dudo que llegues más allá de un kilómetro—dijo Fred—. Necesitas puntos pero estos señores aquí presentes se niegan a curarte. Al fin y al cabo, eres la princesita.
Intenté zafarme de Fred pero me cogió de la cintura y me retuvo contra él.
—¿Podrías intentar que conservemos la cabeza?—preguntó—. Literalmente pueden matarnos por traerte aquí. No es que Anya sea muy guapa y sea una gran pérdida, pero es mi hermana y pues si muere ya no puedo molestarla.
Miré a la chica llamada Anya y vi como fulminaba con la mirada a Fred. Se cruzó de brazos y bufó.
—Estás en nuestra casa—dijo Anya—. Somos la comunidad de renegados de Lighstreak aunque eso ya lo debes saber. Tu padre te debe haber advertido de nosotros y de lo peligrosos que somos—dijo con voz sombría.
Les miré a los dos hermanos y después miré individualmente a cada uno de ellos. Fred tenía cara de niño bueno pero la puñalada en la espalda me recordaba que era muy capaz de matar a alguien a la distancia. Su actitud no me daba pistas de como podía ser realmente.
Anya, por otra parte, tenía cara de que si la molestabas ibas a arrepentirte. Su cabello rojo fuego no era un buen elemento de camuflaje así que apuesto que en caso de pelea, iría en primera línea.
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The Royal Academy
Teen FictionLa Royal Academy o como Emily la llama: cárcel para herederos al trono, es el internado donde se forman a los diferentes herederos al trono de todos los reinos del mundo. Emily, harta de las reglas (y de la vida en general), se escapa de ahí para vi...