Morderme las uñas no era un hábito habitual para mí, pero en esa situación los nervios me pudieron. Estaba sentada en el despacho de la directora con mi cabeza yendo a mil por hora. El sillón de cuero donde estaba sentada cada vez era más incómodo. Me retorcí en el sillón y recibí una mirada asesina por parte de la directora.
Me volví a retorcer hasta que encontré una posición en la que no pareciera que me estaba muriendo de nervios por dentro. Habían llamado urgentemente a mi padre y sabía que estaba en problemas.
Al fin y al cabo le he roto el brazo a una persona.
El tic tac del reloj colgante de la pared del despacho de la directora me estaba poniendo aún más ansiosa y mi mente empezó a divagar pensando en la forma en que mi padre me castigaría: ¿Quitarme el móvil todo el curso? ¿Más clases de etiqueta y modales? ¿Limpiar el castillo entero? ¿Tener a Alexei pegado a mi culo 24 horas?
Ah no. Eso último ya lo hace.
Inconscientemente fijé mi mirada en el susodicho. Estaba apoyado contra la pared del fondo de la habitación con las manos juntas delante de él. No me miraba fijamente pero sabía a ciencia cierta que controlaba cada uno de mis movimientos. Estaba tenso y sus ojos parecían negros desde el sillón. En este momento, no le hubiera hecho ascos a que estuviera a mi lado. Me abracé a mi misma y un escalofrío recorrió mi cuerpo en el momento en que la puerta de despacho se abrió detrás de mí.
Me giré rápidamente y pude ver la silueta de Armin, el consejero de mi padre. Fruncí el ceño ante esa aparición. Armin nunca salía de su despacho si no era para algún tipo de deber. Me sorprendió verle aquí.
Poco me duró la sorpresa. Detrás de él, entró mi padre con la cara muy seria. Una parte de mí se estremeció y otra se preguntó si algún día yo daría el mismo miedo que transmite.
—Muchas gracias por venir Majestad—dijo la directora acercándose y dándole la mano—. Ya he hablado con los padres de la señorita Madeleine así que solo queda usted.
Mi padre le estrechó la mano y se sentó en el sillón de mi lado sin mirarme. Un silenció muy tenso se generó en el aire mientras la directora rodeaba su escritorio y se sentaba enfrente de ambos.
—Bien—dijo—. Está al tanto de la situación por lo que seré directa: queremos que su hija sea expulsada.
—¿¡COMO!?—chillé levantándome de la silla pero mi padre me empujó para sentarme.
—Su comportamiento ha sido inadecuado—dijo seriamente—. Ha lesionado una alumna y no es la primera vez.
—PROTESTO—grité—. Lo de la nariz fue un retoque estético.
Noté la mirada asesina de mi padre y me estremecí. No me atreví a mirarle a los ojos.
—Disculpe señorita—dijo Armin—. Me temo que la señorita Madeleine también ha tenido parte de culpa. Castigar únicamente a la princesa Emilia sería un trato discriminatorio e injusto teniendo en cuenta de que ella fue quién asestó el primer golpe sin tener la orden para ello.
Bendito Armin. Ojala te suban el sueldo.
—Es cierto consejero pero ha infringido varias normas últimamente—repusó la directora..
—Esta vez protesto yo—dijo el profesor de Geografía desde una esquina. ¿Desde cuando estaba ahí?—. Madeleine atacó primero y en zonas que estaban prohibidas. En teoría la señorita Emilia solo se defendía. ¿Qué tiene de malo?
Os amo.
—Su comportamiento ha sido muy problemático estos últimos meses—dijo la directora—. No olvidemos que burló la seguridad del recinto y se escapó.
—Pues vaya mierda de seguridad—solté e inmediatamente me arrepentí.
Mi padre tosió y me encogí. Miré de reojo y vi a Armin haciendo señas para que me callara.
—Mi hija es un poco impulsiva—dijo mi padre—. Pero es cierto que únicamente se defendió de un ataque injustificado. Aún así fue un comportamiento inadecuado para una princesa.
Asentí firmemente con la cabeza.
—Atacó como una renegada—dijo la directora y un silencio se formó en la sala. Mi padre me miró fijamente y por primera vez alcé mi mirada y la conecté con la suya.
No supe describir que transmitían sus ojos. La palabra renegada significaba para todo el mundo lo mismo: problemas.
—Me defendí—dije ya harta de la situación—. Eso me enseñó mamá—dije y noté como mi padre se tensó—. Si piensas que voy a dejar pisotearme por una rubia oxigenada vas muy equivocado. Si piensas que todo en la vida es sentarse y hablar, vas mal encaminado. Hay personas que no entienden el significado de dialogar... y Madeleine es una. Me defendí y volvería a hacerlo. ¿Cómo pretendes que proteja un reino cuando no puedo ni defenderme a mí misma?
Me levanté de la silla y me encaminé hacia la puerta. Noté la mirada de todos los presentes en mí y antes de abrir la puerta recordé lo único que no había dicho hasta ahora.
—Había alguien—dije y nadie dijo nada—. Una chica encapuchada. Llevaba un cuchillo y estaba dispuesta a atacar—me giré y fije mi mirada en la directora mientras abría la puerta—. En vez de ir llamando a los padres, mejore la puta seguridad.
Y cerré la puerta detrás de mí.
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The Royal Academy
Teen FictionLa Royal Academy o como Emily la llama: cárcel para herederos al trono, es el internado donde se forman a los diferentes herederos al trono de todos los reinos del mundo. Emily, harta de las reglas (y de la vida en general), se escapa de ahí para vi...