Salí disparada tras él.
¿Despedido? ¿Como que despedido? Si literalmente era de la familia.
Ignoré a todo el mundo y traspasé las enormes puertas en pos de mi ex-guardaespaldas. No tardé en dar con él. Estaba caminando a duras penas hacia el ascensor.
—Alexei para—grité.
Alexei no se paró. Ni siquiera se dignó a darse la vuelta. Siguió caminando lentamente.
—Alexei, para imbécil—le grité aún más fuerte mientras me acercaba a él y le agarraba del brazo.
Alexei paró y se giró para mirarme a los ojos. Tenían un semblante triste. No tenían la misma luz de siempre.
—Mi padre no puede despedirte—dije sin saber que decir.
—Noticia de última hora—soltó sarcásticamente—. Lo ha hecho.
Alexei bufó y bajó la mirada a sus pies. Por primera vez en mi vida, estaba viendo a un Alexei derrotado. Y entonces caí: lo había perdido todo. Nosotros éramos su familia. Era huérfano. Si mi padre lo había despedido, eso incluía irse de nuestra casa.
—Eres de la familia—dije con los ojos picándome. Sí. Alexei era un grano en el culo, pero aún así lleva conmigo toda mi vida. No puede irse sin más.
—Era—dijo y volvió a mirarme. Pasó sus ojos por todo mi cuerpo y fijó su vista en mi brazo sangrante—. He fallado en mi único deber... protegerte.
—Eso es una estupidez—solté—. No estabas ahí dentro. Y toda mi vida me has protegido.
Alexei me cogió suavemente la mano y la estiró hacía él. Entonces rebuscó algo en su chaqueta y sacó un pequeño pañuelo de tela. Lo cogió y lo envolvió alrededor de mi herida en mi brazo. Yo sin saber porqué empecé a soltar lagrimas silenciosas. Alexei hizo un nudo al pañuelo y sonrió antes de secarme con su pulgar, las lagrimas de mis ojos.
—Tú padre casi me mata cuando te escapaste—dijo—. Me dijo que no importaría cuanto te quisiera...si volvía a fallarle, me cortaría la cabeza. O me despediría—soltó una pequeña risa antes de continuar—. Supongo que aún he tenido suerte.
—No puedes irte—dije repitiéndome. No sabía que más decir. Solo sentía mi corazón oprimiéndose dentro de mi y un gran nudo en la garganta.—. Mi padre se ha precipitado...no...
Alexei negó con la cabeza antes de girarse y encaminarse otra vez al ascensor. Esta vez no le perseguí. Alexei presionó el botón del ascensor y se giró una última vez para mirarme.
—No te vayas—le dije suplicando una última vez—. Te necesito conmigo.
Alexei me miró sorprendido antes de bajar la vista. De repente me sentí peor. Toda mi vida odiándole e insultándole y únicamente cuando veo que voy a perderlo, me doy cuenta de que le quería conmigo, de que no podía imaginarme vivir sin él. Era realmente estúpida.
—Y yo también. Pero... Yo te quiero—dijo y levantó la vista. Me fijé en que estaba llorando—. El problema es que tú no me quieres como yo te quiero a ti.
Le miré extrañado pero no dije nada.
—Te quiero pero no de la forma que piensas—dijo mientras se secaba una lágrima que le caía de la mejilla—. Te he querido desde hace años. No me acuerdo del momento en que dejé de verte como la pequeña ardilla que me molestaba todos los días. No me acuerdo del momento en que me vi soñando contigo todas las noches. No me acuerdo del día en que tu sonrisa, hizo que mi pulso se elevara a niveles que jamás había sentido. Te quiero Emily. Pero no como un hermano- cogió aire y siguió hablando—. Te quiero de la misma forma en que tu padre quiso a tu madre. Te quiero para levantarme a tu lado todas las mañanas. Te quiero para amarte y cuidar de ti cada segundo de mi vida. Te quiero de una forma que nunca pensé que llegaría a imaginarme.
Alexei se acercó y antes de que pudiera hacer nada me cogió suavemente de las mejillas y me besó suavemente. El tacto suave de sus labios me sorprendió aún más que sus palabras. Cerré los ojos y saboreé los dulces labios de Alexei mientras él me acariciaba lentamente la mejilla.
—El día que desapareciste me rompiste por dentro—dijo separándose de mí—. Por primera vez en años... tuve miedo: miedo a perderte. Tenía miedo a que te hubiera pasado algo. Y por primera vez en mi vida: me sentí completamente solo.
Alexei volvió a besarme pero esta vez más intensamente. Me cogió de la cintura y me apretó fuertemente contra su cuerpo.
—Pero esto es imposible—dijo una vez se separó—. No puedo traicionar de esta forma a tu padre. No puedo después de todo lo que ha hecho por mí.
Mi corazón se quebró ante sus palabras como un cristal tras un fuerte impacto.
—No digas nada—pidió y acercó su boca a mi oído—. Solo prométeme que si llegado el momento lo ves necesario...huirás.
Alexei se separó de mí y corrió hacia el ascensor. Cuando pude reaccionar ya era demasiado tarde.
¿Qué demonios acaba de pasar?
—Pues tu guardaespaldas se acaba de ir tras besarte—dijo una voz detrás de mí. Me giré rápidamente y vi a Robert mirándome fijamente. Entonces me di cuenta de que había pensado en voz alta—Muy poco romántico a mi parecer—dijo—. ¿Pero que es una fiesta sin una buena dosis de drama?
No dije nada. Mi cabeza aún bailaba entre: la euforia de haberle besado, la tristeza de haberle perdido y la confusión sobre la última frase.
—¿Estás bien?—preguntó Robert.
¿Estaba bien? Buena pregunta.
No lo sé.
—El amor es una mierda...—empezó Robert y reconocí el discurso. Era el mismo discurso que me dijo poco después de conocernos.
—Es una droga peor que la cocaína—seguí y le miré. Robert me miraba con ojos curiosos—. Porque nos mata—seguí—. Nos mata por dentro. Pero aún la ansiamos y la buscamos. Todos hablan de la adicción a la cocaína pero nadie se ha parado a pensar en que todos somos dependientes del amor... y eso nos vuelve...frágiles.
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The Royal Academy
Teen FictionLa Royal Academy o como Emily la llama: cárcel para herederos al trono, es el internado donde se forman a los diferentes herederos al trono de todos los reinos del mundo. Emily, harta de las reglas (y de la vida en general), se escapa de ahí para vi...