Al pasar cinco años, la era del despertar los azota. Base que da por finalizado el tormento de Gamba, mujer de una deidad inexplicable por debajo de la tierra; ella quién es vencida por la temible catana roja, crea aún más controversias incluso desp...
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EN LA CUEVA DEL MAL
El cuerpo adherido a Aaron degustaba de la carne fresca de un humano, el sabor de la sangre le provocaba nauseas al joven Nazki quien mantenía sus ojos cerrados debido al asco que sentía en aquel momento. La mujer ni siquiera estaba muerta, por el lado izquierdo de su ojo, Aaron podía notar como lágrimas salían de su rostro, no emitía sonido alguno, su lengua fue cortada. No obstante, él sentía la angustia que le abordaba.
Arrancó con fuerza su muñeca y la saboreo, las manos del joven temblaban conforme se alimentaba a la fuerza.
—¡Delicioso! —la voz que por años perturbaba su interior, exclamaba con afán cada que podía.
El olor de la carne humana en ese estado estaba volviéndolo loco.
—Cállate de una vez...—expresó Aaron en un susurro.
—¿Por qué te hablas así? Es tu ser quien lo pide. —todo era una mentira, Aaron ni siquiera sentía sed.
En su costado se ubicaba Noriel leyendo un libro sobre la vida humana, en su diestra mantenía té de lavanda ignorando los cambios físicos del joven Nazki. Aaron sintió impotencia ante su vulnerabilidad.
Provocó que su ser dejase de comer y con el cuerpo hecho una basura se colocó sobre sus pies. Temblaban sus piernas y sudaba frío cada que necesitaba dar un paso en dirección a Noriel. Él le miró con suma gracia, y sin más pronunció:
—¿Qué quieres mocoso?
—¿Dónde está Hillary?
Noriel no contestó, curvo su ceja debatiendo en la torpe manera en que fallo su plan.
—¿Por qué me ignoras? Te hice una pregunta sencilla.
—Yo creo que deberías contestar. —la deidad adherida a su cuerpo se burló del hombre. Mostró sus dientes cubiertos de sangre y Aaron por inercia hizo cerrar su boca— Responde, quiero terminar el banquete.
El cuerpo de Aaron flaqueo cayendo de rodillas ante Noriel.
—¿Dónde tienes a Hillary?
—Es un lugar seguro. Así que no fastidies.
Con la poca fuerza que le restaba Aaron derrumbó la mesita de noche de Noriel con todo y las tazas de té que mantenía sobre él. El hombre al notar su altanería intentó defenderse, sin embargo, el Nazki fue más ágil colocando el cuerpo del sujeto a la pared.
—Estás cometiendo un error. —maldijo Noriel.
—Habla ahora.
Lo que Aaron no sabía que él era una especie de prototipo, que su cuerpo aún estaba siendo manejado y que nada en él es como piensa. A pesar de que no escogió algo como esto, siente escapar, continúa siendo temeroso de lo que un diablo pueda hacer con él, ya que esto no se lo esperaba en lo absoluto.
