SIETE

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Mire a mi alrededor, Octavia estaba buscando entre mis cosas y se acercaba con una cobija, me encontraba medio cubierta en el piso del baño, Gina estaba arrodillada a mi lado con todo su kit médico y del otro lado se encontraba Vicente recibiendo instrucciones de Gina.

—Ok Vicente, necesito que me ayudes a colocarla de lado para que termine de sacar el agua. Octavia, busca en el cajón de la izquierda dos toallas secas por favor.

—¿Funciona una cobija? —preguntó Octavia.

—Deja esa allí sobre la cama para cuando la llevemos —respondió Vicente con seguridad.

—Listo, allí voy con las toallas.

—Necesito que me ayudes cubriéndola con estas toallas secas, se va a congelar, la temperatura está muy fría esta noche.

—Cerraré las ventanas Dra. Regina —Dijo Octavia.

De pronto sentí la mano de Vicente por un costado, dirigí la mirada hacía donde se encontraba el extremo de la toalla y entré en pánico.

—¡Déjame! ¡déjame! —Grité de forma desenfrenada— ¡Ni se te ocurra! —terminé mientras me iba en una tos incontrolable.

—Tómala por los brazos con fuerza Vicente, rápido —Gritó Gina.

—No se deja ¿qué hago? —respondió calmado.

—Haz lo que te digo —indicó Gina—, corre Octavia, cúbrela con la toalla.

—Conseguí su bata de baño.

—Perfecto, mejor aún —Felicitó Gina a Octavia.

—Se está ahogando —Dijo en pánico Octavia mientras entraba al baño y me cubría sobre la toalla mojada.

—Ok, yo retirare la toalla de abajo, mientras tú la colocas de lado, ¿Me entendiste? —Dijo refiriéndose a Vicente.

—Perfecto —respondió.

Fue cuestión de segundos, Gina retiro por debajo de la bata de baño la toalla que estaba empapada, mientras de forma muy sutil e instantánea sentí como las manos de Vicente me soltaron las muñecas, para que sus brazos me rodearan, llevándome cerca de su pecho, a su vez me sostenía para poder botar el resto del agua que quedaba en mi cuerpo. Terminé sintiéndome muy agotada, mientras seguía allí tirada en el piso, en los brazos de Vicente, Gina se encargó de recoger todo el desastre y Octavia fue a hacer un té para calmar la ansiedad del momento. Estaba muy débil, sentía frío y me encontraba algo frustrada de que mi plan no hubiese resultado.

—Hey, no sé qué pase por tu mente en estos momentos, pero desahogarte creo que es el primer escalón cuando no te sientes bien —Me susurró Vicente.

El frío me hacía titiritar, lo cual no podía ocultar. Gina había ordenado y secado el desastre, pero el teléfono sonó, atendió, tomó sus cosas y le dijo a Vicente que debía salir unos minutos a donde los vecinos, ya que la Sra. Rosa se sentía un poco mal y querían saber si ameritaba ir a urgencias, debido a que era muy tarde y no sabían cuánto podría tardar una línea de taxis en llegar. Por otro lado yo no tenía fuerzas, termine más adolorida que antes del plan de acabar con mi vida, tenía frio y en medio de aquella escena de vulnerabilidad entre en llanto.

—Oye, oye, vamos ¿qué ocurre? —Dijo Vicente mientras me alzaba en sus brazos—. Vamos, todo estará bien, ya verás.

Me tomó en sus brazos y me llevo hasta la cama, buscó entre mis cosas y se acercó con un short y una T-shirt para cambiarme.

—Debes salir del cuarto para poderme cambiar —Dije casi entre los dientes.

—Lo siento señorita, lo máximo que puedo ofrecerte es darme la espalda y cerrar los ojos, debido a que en las últimas horas no has tomado las decisiones más correctas, eso sin contar que si Gina se entera que te deje sola aparecería en la portada del periódico mañana—respondió de forma pacífica y jocosa.

Algo me decía que nada lo iba hacer salir de la habitación, así que decidí aceptar, sin siquiera intentar discutir, él se dio la vuelta, lo cual permitió cambiarme entre los dolores y el cansancio que se apoderaba de cada musculo de mi cuerpo. Mientras acomodaba las almohadas noté que su camiseta estaba totalmente mojada, lo que me hizo generar mucha pena, pues no había pensado en los daños colaterales que tuvo las consecuencias de mis actos. Estos eran unos chicos que recién conocía y se habían topado conmigo en la peor de las etapas que me había tocado vivir.

—¿Lista? —preguntó.

—Sí, lista.

—Ves, todo en orden, pero te va a consumir el frío, necesitas cubrirte con la manta —aseguró mientras se acercaba a la cama.

—La verdad es que no tengo muchas fuerzas para moverme más de lo que he hecho —respondí avergonzada mirando hacía la ventana.

—Vamos, yo te ayudo.

Tomó las cobijas y me cubrió, admito que sentí lástima de mi misma y de lo que había hecho.

—Gracias —murmuré.

—Descuida, te entiendo, yo pasé por todo lo que hoy has vivido. Todos esos sentimientos abrumadores, preguntas e incluso salidas extremas, no saber qué hacer, sentir miedo y pensar que el mundo no tiene sentido. También entiendo a la Sra. Regina, no es fácil asimilar algo desde el punto de vista externo.

—¿Puedo preguntar algo? —continué.

—Sí, adelante —Respondió Vicente mientras se reposaba el hombro en el arco de la puerta.

—¿Cómo sabias donde encontrarme? —Pregunté.

—Eso fue gracias a mi —escuché decir a Octavia mientras la veía entrar a la habitación con una charola con tres tazas de té.

—Es cierto, Octavia logró dar con la ubicación de tu teléfono luego de muchas horas en la que al parecer no tenías red móvil —agregó Vicente.

—Debo disculparme contigo también —Dije dirigiéndome en esta oportunidad a Octavia.

—Dejemos los lamentos para luego o mejor aún, quiero hacer un trueque por la historia dentro del bosque, me encantaría escuchar cómo puedes perderte tantas horas y sobrevivir —Manifestó entre risas discretas.

La conversación tuvo una pausa al darnos cuenta que Gina estaba abriendo la puerta de la calle, lo sabía por el sonido que hacía el llavero de estetoscopio que le había regalado en navidad contra la puerta de madera en el desespero de la búsqueda de la llave, la cual por una razón Gina siempre olvidaba.



Nota de autor: ¿Morir en realidad es una opción? en mi mente hay un millón de canciones, pero esta creo que encaja perfecto con todo lo que esta dentro de Akalena y la razón por la cual decide siempre respirar, aun en contra de su voluntad.

CIUDAD DE LAS ALMAS | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora