NUEVE

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—Yo te vi, —tome aire— te vi un par de veces en el instituto, te vi en la exploración que tuvimos en Prypiat —comencé a sentir un dolor de cabeza intenso—, tu estuviste en todos esos lugares, tu... si... tu... no estoy loca —un nudo en mi garganta se atravesó impidiendo salir palabras, conservaba algunos flashes, pero todo era confuso, turbio, luego del accidente, solo recuerdo fragmentos de lo ocurrido.

—Vamos, respira —decía mientras daba pequeños pasos en mi dirección—, te preparé un café, lo menos que quiero es que tengas es un ataque de pánico.

—Ok, pero antes, necesito que respondas todas mis dudas, absolutamente todas, sin ocultar nada.

Vicente asintió con la cabeza, estaba calmado, sentí su paz interior y eso de una u otra manera me ayudo a relajarme.

—¿Qué deseas saber primero? —preguntó

—Recuerdo a un chico, estaba conmigo en la excursión... —respondí insegura de saber si lo que recordaba era cierto o no.

—Nicolás, sí, fue parte de tu equipo, va en tu año, pero asiste en otro turno —interrumpió de forma segura

—En el bosque, tu nombre, no había forma, yo no, es decir, tu entiendes —tartamudee

—Nos conocimos ese día, antes de salir del instituto —el dolor de cabeza aumentó gradualmente, mientras intentaba buscar entre los archivos de mi memoria su cara —, Gina es mi mentora, ella solicitó al instituto la presencia de un médico en la excursión porque sentía que era necesario, cuando el instituto lo aprobó, me pidió el favor de asistir. Me presenté al llegar al lugar, pero estabas un poco distraída.

Fue entonces cuando tuve un flashback, en medio de la desorganización al momento de llegar al sitio, todos se ubicaban frente a los respectivos tutores y allí, sí, allí estaba él. Creo que ni extendí mi mano, el momento, todo lo que implicaba salir del instituto, relacionarme con otros compañeros, generó en mi un nivel de estrés abrumador, lo que me hizo ser descortés con Vicente, pero ¿por qué lo recordé en el bosque? ¿cómo sabía que era él?. No mentiré, mis ojos se nublaron, dando escapatoria a un par de lágrimas.

—¿Qué anda tan mal en mí? —murmuré rompiendo en un llanto desgarrador

—Hey, vamos —respondió Vicente mientras daba unos pasos hacía mí, abandonando la cocina—, nada está mal contigo. El estrés, quizás el shock post traumático luego de lo ocurrido en la excursión, es mucha información —continuó mientras tomaba mi mano y me guiaba hacía el sofá—. Yo también olvido muchas cosas seguido, es normal, solo debemos relajarnos un poco

—¿Por qué estás aquí? ¿eres médico no? Deberías estar, no sé —suspiré—, en un hospital quizás. No de niñero

Vicente bajo la mirada para ocultar una pequeña sonrisa que se dibujaba en su comisura labial.

—Es mentira ¿no es así? —insistí

—Claro que soy médico, pero por ahora solo debo cumplir de una a dos guardias por la semana, eso hasta que inauguren el hospital donde realmente voy a trabajar —respondió mientras se ponía de pie—. Siento que te molesto un poco, así que si quieres puedo esperar afuera hasta que Gina llegue, te diría que me iré, pero mentir no es mi fuerte y le di mi palabra de estar cerca si me llegases a necesitar.

Sentí como mis mejillas se enrojecían de la vergüenza al ser quizás un poco hostigante con Vicente, cuando en realidad quién debió hablar conmigo fue Gina.

—No, disculpa, de nuevo... siento que voy a convertir las disculpas en algo sin importancia, pero no. Yo... —suspiré y pensé en la tormenta que había iniciado en mi vida— debo tener un poco de paciencia y no desquitarme contigo

CIUDAD DE LAS ALMAS | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora