—Lo siento —susurré haciendo referencia a que ahora se encontraba algo mojado por mi culpa
Él sonrió, planto un beso en mi frente y paso uno de sus brazos por detrás de mis rodillas, para ponerme entre sus brazos
—Descuida —respondió en un todo de voz muy dulce— valió la pena...
—Vicent...
—¿Sí? —Bajó su mirada plantando sus ojos sobre los míos, como se había vuelto costumbre
—Has logrado contener cada fragmento de mi alma rota en tus manos, sin importar el daño que te puedan hacer esos pedazos de mí que son volátiles, inestables, incluso radioactivos... eres mi sarcófago
—Prometí a Gina cuidarte, incluso de ti misma. Sarcófago, ancla o un faro a la orilla del mar, no importa como me digas, siempre y cuando sea tu lugar seguro, allí voy a estar —se inclinó para dejar un beso en mi frente y otro en la punta de mi nariz
—¿Por qué? —pregunté mientras nos dirigíamos a su habitación
—No todo tiene una explicación... aunque nos haría más fácil la vida contar con un manual —esbozo una sonrisa—. Buscaré tu ropa para que te vistas aquí y de una vez limpiamos tus heridas ¿te parece?
Quise hacer otra pregunta, pero me limite a solo asentir
Intenté procesar todo lo ocurrido. No conocía nada de la vida de Vicente, pero lo que me lograba transmitir era más que suficiente. Desde el primer encuentro en el bosque, su energía lograba poner en equilibrio la mía, algo que me costó unos cuantos años de práctica y que no había logrado dominar, su presencia lo hizo en un par de minutos. No sé si son sus ojos, que cada vez que me miran en medio de una crisis me hacen respirar o el simple hecho de que decida estar, sin juzgar, sin preguntar, sin atacar...
—Ten acá tienes un pijama y mi móvil —la voz de Vicente me sacó de mis pensamientos—. Estaré afuera, Nil me dijo que venía en camino. Se quedará contigo hoy porque me toca turno
—No quiero arruinarle la noche a Nil —dije en un puchero—. Me puedo quedar sola, tranquilo, no huiré
—Confío en que no lo harás, es solo que no quiero que, si llegas a tener una de tus pesadillas, despiertes y estés sola —el color rojo de la vergüenza cubrió todo mi rostro—. Por cierto, Octavia no ha dejado de preguntar por ti, no se ha acercado porque quiere darte tu espacio. Puedes llamarla a ella también
—Gracias —susurré mientras me acercaba para depositar un beso en la mejilla de Vicente
—Mejor me voy o querré que me sigas agradeciendo de esta forma en particular —sonrió y la vergüenza me hizo bajar la mirada
Escuche el intercomunicador sonar en la sala. Vicente dio vuelta sobre sus pies y se fue, cerrando la puerta de la habitación. Me sequé bien, me puse la ropa interior y me fijé en el pijama que había escogido, mi favorita. Solté una sonrisa al aire y terminé de arreglarme. Una vez lista ubiqué donde había quedado el móvil de Vicente y fui directo por el contacto de Gina.
Llamada... un tono, dos tonos
—¡Vicente! —respondió eufórica—, ¿Cómo estás? ¿Cómo está mi niña? Dime que está contigo, por favor, no la dejes sola
—Mamá —sollocé—, aquí estoy, estoy bien
—¡Mi cielo! —escuché gritar del otro lado— ¡gracias a Dios! No sabes cuan preocupada he estado por ti, lamento muchísimo no estar contigo, yo... —pensó en no continuar, pero lo hizo— Yo me vine a Pripyat, quería darte una sorpresa en tu cumpleaños dieciocho. Pero mira lo que ocurrió y no estoy cerca
—¿Una sorpresa? —dije secando las lágrimas que aun corrían alrededor de mis mejillas—, no me dijiste que viajarías y la verdad es que he sido tan mala hija que no me he tomado la molestia de estar contigo estos últimos días y lo siento —el llanto se profundizó
—Vine a buscar información sobre tu familia... —hizo un breve silencio— tu... tu verdadera familia mi amor. El plan era hacer un viaje corto, pero aun no he conseguido la información que ando buscando... se que siempre has deseado ponerle una historia a tus raíces... —no la dejo terminar
—Te amo mamá... y quiero decirte lo injusta que he sido al no apreciarte lo suficiente —el sollozo no permitía que surgiera fluidez en mi voz—, gracias por siempre pensar en mí, por amarme sin condiciones, sin secretos, por cuidarme del mundo... eres la única historia que deseo escribirle a mis raíces, no porque desee enterrar definitivamente mi origen, sino porque mira... mira lo vulnerable que soy sin ti, sin tu voz, sin tus canciones románticas... un par de días sin ti y el universo consigue fracturar cada espacio de mi alma... —escuché el llanto desbordado al otro lado del teléfono
—Eres lo mejor que la vida me pudo obsequiar —casi no se entendía con claridad su voz—, descuida que pronto estaremos juntas en casa... Mientras tanto, espero que Vicente este haciendo un buen trabajo
—Hace lo mejor que puede con lo que le permito —solté una ligera sonrisa—, pero aun así mantiene el control. Hoy tiene guardia y se quedará su mejor amigo aquí
—¿Nil estará allá? —preguntó de forma despreocupada
—Sí... —respondo esperando una explicación
—Ya veo que Vicent esta cumpliendo su promesa —agregó
—¿Conoces a Nil?... espera ¿Qué promesa?
—Si mi cielo, a ambos, los conozco desde casi los inicios de su carrera, fui su tutora asignada, podría decir que son como mis hijos, así que estas en buenas manos
—Y en cuanto a la promesa... —pregunté dudosa
—Creo que eso no lo podré revelar yo... —noté un tono juguetón en su voz
—Sea lo que sea, asumo que es bueno, sino no me dejarías estar cerca de él
—Así es mi niña. Por favor envíale saludos a ese par, es mejor que descanses... Te llamaré luego
—Te amo má —de pronto sentí como el corazón se arrugó en búsqueda de soportar no poder abrazarla
—Nos veremos pronto, por favor, hazte la sorprendida cuando obtengas tu regalo
Fin de la llamada
—¡Copitooo! —obviamente era la voz de Nil entrando a la habitación
—Me genera preocupación tu nivel de confianza Shrek —le dedique una risaburlona
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CIUDAD DE LAS ALMAS | TERMINADA
Ficção AdolescenteEn medio de la confusión y el miedo, Akalena quien fue salvada del vientre de su madre, la cual moriría días después del alumbramiento debido a las graves quemaduras y heridas que quedaron en su cuerpo, tras aquel 26 de abril de 1986, en Pripyat, lu...