Nil salió del apartamento y yo me había convertido en un manojo de nervios andante, sentí un nudo en la garganta y de pronto... Luces, mis ojos dejaron de desenfocar mi entorno, mis manos temblaban y sentía algo dentro de mi a punto de estallar. Como pude me dirigí hasta la puerta, salí al pasillo y llamé el elevador. Un zumbido ensordecedor llegó a mis oídos, seguido de múltiples mareos. Eran los mismos síntomas que había presentado en el bosque, el mismo que tuve en la excursión, pero intensificado por mil.
Caminé hacía el lobby, usando los gritos de Nil como punto de referencia porque mi vista ya me había fallado.
—¡¿Quién te crees para venir acá después de lo que causaste?!
—Yo no causé absolutamente nada —respondió Gavrel intentando mantener la calma
—¿Ah no?... te recuerdo que una chica casi muere en dos ocasiones, justo cuando se suponía que debías estar al lado de ella... ¿o no te suena? —los gritos de Nil reflejaban más rabia de la que pude imaginar
—¡Yo no tenía idea de que iría al bosque! —y allí exploto Gavrel
—Eres un imbécil, por su puesto que no tenías idea. Así como no tenías idea de que los estaban siguiendo... ¿Sorpresa? La misma basura de la cual tú te habías encargado —soltó Nil
—El trato estaba hecho para que se desapareciera —masculló entre dientes Gavrel
—A mi no me importan tus excusas, vete de una buena vez —la furia que se había apaciguado regresó— ¡Laaaargo!
—No me iré hasta hablar con ella
—Harás que pierda la poca paciencia que tengo —tomo lo que parecía una radio de comunicación y habló— Scott, nuestro amigo ya se va, muéstrale la salida.
—No pienso mover un pie fuera de aquí sin antes ver a Akalena
El sudor se comenzó a mezclar con lágrimas, sentía en todo mi cuerpo unas ondas extrañas. El miedo me estaba encarcelando. Y los flashbaks aparecieron, los dedos de Kayle tocándome mientras me mordía sin medir fuerza, su mano llegando al botón del pantalón, entrando sin permiso, destruyendo milímetro tras milímetro los restos que había decidido dejar en pie de mí.
Cuando mi dolor y rabia estaban a flor de piel... escuché más voces discutir, una de ellas era ¿Vicente?
—Nil, ¿qué hace todavía aquí? —preguntó
—Scott ya lo escoltará a la salida
—Dije que no me voy hasta no hablar con Akalena —insistió Gavrel
—Si tanto querías hablar con ella, no la hubieses dejado sola... O mejor aún, te habrías encargado del violador desde un inició —dijo Vicente entre dientes
—¿Quién te crees? —Gavrel soltó una carcajada— ¿Superman? —volvió a reír
—No necesito creerme nada, los hombres de verdad no necesitamos etiquetas —soltó Vicente
Acto seguido escuché un golpe seco y a Nil gritarle a Scott que ubicara al resto del equipo.
—¡Basta! —dije con las pocas fuerzas que me quedaban
Todos voltearon hacía donde me encontraba de pie, pero no podía distinguirlos bien
—¡Copito! ¿qué pasó? ¿qué tienes? —escuché a Nil acercarse
—Akalena, si te hicieron algo... si estos payasos te hicieron algo te juro que los mataré
—¿Crees que somos igual a ti? —el tono en la voz de Vicente era diferente, había oscuridad en él, podía apostar lo que fuese a que sus ojos se habían oscurecido y sus puños estaban cerrados— ¿crees que hacemos trato con basuras en lugar de ponerlas en su sitio?... responde Gavrel, ¿Por qué le pagaste una considerable suma de dinero a Kayle? —su voz se oscurecía con cada palabra
—Estas muy roja —susurró Nil
¿Considerable suma de dinero? ¿por qué Gavrel haría eso? ¿por qué no lo puso en su sitio? Pensé
—Porque si me pone un dedo encima, él muere
Tarde tan solo unos segundos en reconocer su voz... era él, era Kayle
—¡Nil! ¡llévatela! —gritó Vicente
—Entrégamela y pueden seguir con sus vidas... yo tengo muchas cosas que hablar con... ¿Cómo dijiste que se llamaba? ¿Akalena?
—¿Te crees tan hombre como para venir a mi casa y enfrentarme? —sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo cuando escuché la voz ronca de Vicente llena de rabia y resentimiento
Una risa burlona fue lo único que escuché ante del silenció que hubo por el resto de los hombres que estaban alrededor del lugar. Que ilusa fui al creer que todo estaría bajo control. De pronto el silencio se rompió con el ruido de un arma cargándose, seguido una detonación y un gruñido de alguien herido. La onda de la detonación esparció un silbido que cubrió todo el lobby del edificio.
Sentí como Nil se tensó a mi lado y al escuchar lo que salió de sus labios bastó para dejar salir lo que sea que haya estado contenido dentro de mí.
—Vi... Vicente... —balbuceo incrédulo— Vicente, esta...
—Ya es hora de que tomes el control —un susurro sutil llegó a mis oídos—, libera toda la energía que has decidido reprimir...
Por primera vez, no sentí dolor, no había miedo. Mi vista fue recuperándose a medida que la rabia se intensificaba y todo lo que me había hecho vulnerable ya no estaba dentro de mí. Mis manos se apoyaron en el piso y logre ponerme de pie para ver a Vicente rodeado de un charco de sangre. Scott estaba a su lado aplicando los primeros auxilios y Nil se había ubicado de pie en frente de mí, como un escudo humano.
Sentí como una carga eléctrica corría por cada parte de mi cuerpo, dejando a su paso una onda de calor inestable que iba y venía al compás de mi respiración.
—Ve a un lugar seguro —Nil sonaba tan fracturado como lo estaba yo
Tomé ligeramente con mi mano su muñeca para que volteara a verme. Sus ojos se abrieron en señal de sorpresa
—Tu mano... estas hirviendo Akalena —Nil no salía de su asombro
—Ve con Vicente, sácalo de aquí —ordené
—Aka...
—¡Necesito que saques a Vicente de aquí! —esta vez una descarga de energía salió de mis manos, haciendo que cerrara los ojos con fuerza
—Tus manos... tus ojos... —Nil parecía realmente preocupado por mi aspecto
—Los demonios están fuera y ahora soy yo quien tiene el control
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CIUDAD DE LAS ALMAS | TERMINADA
Novela JuvenilEn medio de la confusión y el miedo, Akalena quien fue salvada del vientre de su madre, la cual moriría días después del alumbramiento debido a las graves quemaduras y heridas que quedaron en su cuerpo, tras aquel 26 de abril de 1986, en Pripyat, lu...