DIEZ

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—La verdad, no. Pero no quiero hablar de eso ahorita —respondí mientras veía de nuevo aquellos sobres de invitación—. ¿Disfraces? —murmuré

—¿Disculpa? —preguntó un poco extrañado Vicente

—Perdón, pensé en voz alta. Es sobre esta fiesta, es de disfraces, me parece muy cool, pero extraño a la vez, abriré una —solté antes de que Vicente emitiera alguna palabra— ¡Oh! ¡Vaya! La temática es fantasía, ocultismo, magia... —suspiro

—¿Qué ocurre? Me parece muy buena temática, además te haría bien salir, distraerte un poco de tus pensamientos, de aquella oscuridad a la que le temes y tanto le huyes —Vicente miró hacía la ventana, dando un suspiro a la nada mientras hablaba con algo de tristeza— ¿Sabes? A veces aquellos "demonios" de los cuales tanto huimos y que rechazamos, son los mismos que nos hacen ser valientes, que nos dan el coraje de luchar por mantenernos respirando cada segundo. No todo aquello que nos pasa es tan malo, si lo vemos desde el ángulo indicado... —hizo una pausa para dirigir su mirada hacía la mía— Además, nada, ni nadie es absolutamente bueno, así como tampoco nada, ni nadie es absolutamente malo. Todo necesita un equilibrio en la vida. Pero creo que te estoy aburriendo con tanta palabrería, así que piénsalo bien, deberías vivir un poquito, dejarte llevar.

—Para nada, no me aburres —sonreí tímidamente—, tienes toda la razón, creo que lo mejor es distraerme un poco, además Octavia en tan poco tiempo ha demostrado ser una buena persona y que de alguna forma solo quiere ayudar.

El teléfono de Vicente sonó y decidió tomar la llamada en el jardín, así que aproveche para darme un baño y esconderme nuevamente en mi lugar feliz, con mis velas aromáticas, mis libros y la tranquilidad que solo ese lugar podía otorgarme. No pasó mucho tiempo antes de sucumbir ante los brazos de Morfeo, sin saber que me llevaría a un paseo no grato dentro de mi estado de paz.

¡Por acá! ¡Todos los que presenten quemaduras pasen por aca!

¡Auxilio! ¡Mi compañero! ¡Esta convulsionando el necesita ayuda!

¡Urgente! ¡Por favor! ¡Está atrapado dentro de la planta!

Mi respiración comenzó a agitarse, habían muchos heridos, todo estaba lleno de escombros, llegaban ambulancias donde se llevaban a los que podían, también habían muchos cadáveres. Sentí miedo, escuche gritos de ayuda, parecía que podían verme, pero yo no, no sabía cómo ayudarlos, así que comencé a correr, lo más rápido que pude, estaba confundida, pero sabía cuál camino tomar. Cuando ya no pude más, decidí descansar y justo en frente de mí apareció una mujer con muchas quemaduras y una barriga enorme que anunciaba su embarazo, sus ojos se llenaron de lágrimas al verme, intento acercarse pero di dos pasos hacia atrás y mi mundo se convirtió en un infierno cuando entendí lo que sus labios balbuceaban.

¿Hija? Eres tú, sobreviviste mi amor

—¡Akalena! ¡hey! Vamos despierta, fue una pesadilla, estas bien, no ha pasado nada, calma, necesito que despiertes, vamos —escuché mientras sentía como movían mi rostro rápidamente pero sin ser agresivo—, vamos, despierta, así es abre los ojos, estas aquí en tu casa, todo está bien, respira de forma consciente, poco a poco

—¿Qué ocurre? —pregunté confundida, mientras sentía como corrían lagrimas por mis mejillas y me encontraba tirada en el piso

—Estaba preparando la cena —espera ¿qué? ¿Cuántas horas había dormido? ¿y Gina?—, cuando comencé a escuchar gritos desde una de las habitaciones, así que corrí a ver que estaba pasando, al inicio pensé que estabas despierta, te encontrabas arrodillada, llorando, con tus manos en el rostro, me acerque para preguntar algo y solo gritaste que no era tu madre, tenías los ojos cerrados con fuerza, hasta que coloque mi mano en tu mejilla y abriste los ojos sorprendida, tus ojos eran completamente blancos. Allí supe que definitivamente no estabas despierta

—Yo... puedo explicarte... no todo, pero —¿Qué iba a explicar? Había tenido otro episodio de chica rara que al parecer es sonámbula, cuyos iris deciden cambiar de color para así poder verme como un verdadero fenómeno

—No necesitas explicar nada —interrumpió Vicente en seco—, lo importante es que estas bien, no ha pasado nada malo, solo una pesadilla

Se puso de pie y extendió su mano ofreciendo su ayuda para poder ponerme de pie yo también. Allí en esos micros segundos, bajo la luz de las velas que aún permanecían encendidas, pude tomarme el atrevimiento de observarlo como no lo había hecho antes. Cargaba un mono gris claro y una T-shirt blanca donde se podían ver sus brazos tonificados, lo que me hizo pensar en todo el entrenamiento que debe tener para mantener esos músculos así. Su cara estaba perfectamente rasurada, su cabello siempre se mantenía bien peinado. Tomé su mano para ponerme de pie y antes de agradecer levante la mirada para cruzarme con sus ojos azules. Y antes de hacerle un alago por unos ojos tan llenos de paz, la puerta sonó.

—¡Chicos! Llegué ¿todo bien? —gritó Gina desde la entrada principal

—Todo en orden —respondió igualmente con un grito Vicente—, vamos a recibir a Gina, además se me hace tarde y debo ir a trabajar —continuó mientras se dirigía a mí

Al salir vi a Gina en la cocina. En la mañana no pude apreciar su vestimenta, estaba muy hermosa a pesar de que ya estaba en su hora de relajación.

—¡Vaya, vaya! ¿y esta cena tan exquisita? —preguntó Gina muy feliz, mientras se hacía una cola alta en su cabello

—Vicente quiso sorprenderte hoy —dije mientras lanzaba una mirada de complicidad a Vicente, mientras sus mejillas se iban tornando un rosa intenso.

—Bueno, solo quise agradecer un poco de lo mucho que has hecho por mí —Gina sonrió y se dirigió a él para darle un cálido abrazo

—Vamos Vicent, no hay nada que agradecer, así que basta de cursilería que se enfría la comida

—No podré acompañarlas, se me hace tarde, debo ir a trabajar

—Te la dejaré pasar porque estuviste aquí todo el día. Pero de igual forma te la pondré en un envase para que luego puedas comer.

Gina se encargó de servir la cena y darle la comida a Vicente para llevar, mientras el buscaba las llaves de su moto y el casco.

—Si necesitas ayuda, me llamas —le dijo a Gina mientras encendía su motocicleta para ponerse en marcha

Gina solo asintió, mientras yo reposaba mi hombro en el marco de la puerta, pensando en el sueño de la tarde y todo lo que Vicente había visto. Pero aún más extraño, el hecho de que aquella mujer me haya visto en el medio de la nada y con firmeza me haya dicho que era su hija.

—Vamosa cenar pequeña —dijo Gina, interrumpiendo mis pensamientos, mientras me tomaba de lamano de camino a la mesa

CIUDAD DE LAS ALMAS | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora