TREINTA Y CUATRO

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—Gracias por contarme —murmuró

—También hablé con Scott y me contó algunas cosas, me gustaría poder conversarlas contigo... si quieres...

—Sí, dime —sus palabras eran un cuchillo directo a mi corazón... lo había herido

—Cuando vuelva a Minsk —respondí

—Aquí estaré...

—¿Vicent?

—Princesa —aun en medio del dolor que le causé seguía siendo tan perfecto para mí

—Si no vuelvo a Minsk... quiero que sepas que te agradezco todo lo que has hecho por mí, incluso antes de que yo pudiera darme cuenta de tu existencia. Gracias por amar a Gina como la amo yo, por regalarle la paz que le arrebaté...

—Princesa...

—Si no vuelvo quiero que sepas que te convertiste en mi refugio. Tus ojos son la paz que necesito en medio de las tormentas. Sí, no soy perfecta, pero me has demostrado que el amor aun lleno de fallas y desaciertos, sigue siendo amor... Si mi energía falla, si todo acaba y no puedo regresar, solo quiero que sepas que te amo

Colgué la llamada

No fui lo suficientemente valiente para quedarme a esperar una respuesta, no cuando mi futuro era incierto, cuando acababa de decirle lo que había pasado con Gavrel, cuando sentía miedo y actué por impulso, cuando quizás el no sentía lo mismo al descubrir que soy una idiota llena de preguntas, de fallas y de desastres nucleares.

—Es hora de ponernos en marcha —dijo Scott ubicándose a mi lado

Iniciamos de nuevo el camino, mientras la luz del sol se agotaba dándole paso a una noche llena de estrellas.

—Ya cumplirás dieciocho —rompió el silencio Scott, con todos los problemas que tenía había olvidado por completo que mi cumpleaños estaba a la vuelta de la esquina

—Supongo —me limité a responder

—Dieciocho no se cumplen dos veces en la vida —agregó Gavrel quien había permanecido distante desde lo ocurrido en la gasolinera

—Eso creo...

—¿Pasa algo Akalena? —Scott se notaba preocupado

—Estoy cansada... de todo —mi tono era apático

—¿Quieres estirar las piernas? Puedo detenerme si deseas —negué con la cabeza sabiendo que me vería por el retrovisor

—Si quieres cambiamos de puesto —habló Gavrel, pero también negué

—Me preocupa —le murmuró Scott a Gavrel

Las próximas horas solo hubo silencio de mi parte, mientras Scott y Gavrel hablaban de todo un poco, como música, armas, autos. El camino se hizo eterno en medio de mis pensamientos intrusivos, en medio de mis ganas por correr, desaparecer y acabar con todo de una buena vez.

—Hemos llegado a Kiev —soltó Scott

—¿Kiev? ¿no se suponía que iríamos a Pripyat? —pregunté confusa

—No podemos adentrarnos en la boca del lobo tan rápido —esta vez el que habló fue Gavrel—, debemos estudiar la zona...

—Ubicar al equipo con el que contamos acá en Ucrania —continuó—, rastrear el origen de las llamadas de donde nos amenazan. Debemos mover el tablero a nuestro favor, mientras más conozcamos del sitio, mejor nos resultará movernos

—Está bien ¿y dónde nos quedaremos? —dije mientras veía por la ventana

—Ya tenemos reservaciones, nos quedaremos en el Hilton durante nuestra estadía —dijo Gavrel

CIUDAD DE LAS ALMAS | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora