DIECISIETE

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Vicente se puso de pie de inmediato e intento ponerme de pie, pero la tormenta emocional había iniciado, no me apetecía nada más que estar tirada y vaciarme de todo aquello que me llenaba de dolor, de culpa y ansiedad. Así que, sin reprochar, pelear o abandonarme, se sentó a mi lado, muy cerca, me rodeo con sus brazos y dejo que todo fluyera de una forma muy natural, hasta que el llanto fue cesando y solo dejara rastros de lágrimas amargas.

—Lo siento —murmuré

—No debes disculparte jamás por lo que sientes —respondió dulcemente

—Gracias

—¿Quieres un café? —preguntó

—Sí, vamos, esta vez lo preparo yo, te lo debo

—Me parece fantástico

Nos pusimos de pie, fuimos hasta la cocina y de allí Vicente me invitó hasta la terraza del edificio, me dijo que debía enseñarme algo

—Cada vez que siento que no puedo respirar vengo hasta acá, me siento más cerca del cielo que de la vida real

El lugar era completamente mágico, un espacio amplio, lleno de plantas, bombillas con luz cálida colgadas, un par de sillones, era un hermoso jardín en medio de concreto y cristales, era paz en medio del caos.

—Es hermoso —dije asombrada

—Aquí encuentro la serenidad que necesito cuando hay muchas situaciones que me agobian, adelante, toma asiento donde gustes

—Disculpa debo atender

Llamada entrante Gavrel

—Hola ¿Quién habla?

—Akalena, soy yo, Gavrel ¿Cómo estás?

—¡Gavrel, qué gusto! Estoy bien, descuida

—Me he quedado preocupado por la situación y la verdad quisiera recompensártelo, la idea era pasarla bien y no todo lo que en verdad ocurrió

—Descuida, no fue tu culpa, ya paso y es lo importante

—¿Cómo van las heridas? ¿han sanado un poco?

—Sí, la verdad es que no han sido tan graves por suerte. Solo necesito un par de días

—Ehm... los chicos han ido a visitarte, pero tu madre les ha dicho que estas unos días fuera de casa ¿te encuentras realmente bien?

—Sí, ehm, es que, bueno, necesitaba un respiro, no quería preocupar a Gina, digo, mi madre y mientras me recupero estoy fuera de casa

—¿Podríamos ir por un café mañana? Tómalo como parte de la compensación

—¿Mañana? Sí, claro ¿A dónde vamos?

—Envíame tu ubicación y yo paso por ti

—Esta bien, mañana te envío mi ubicación. Bye

—Descansa, feliz noche

Fin de la llamada

—¿Mañana? —preguntó Vicente confundido al haber estado escuchando parte de la conversación

—Sí, Gavrel me llamó, quiere invitarme un café, dice que quiere compensar lo sucedido en la fiesta

—¿Por qué el quisiera compensar algo que no ha sido su culpa? —respondió en tono de incomodidad

—La verdad no lo sé, pero él tiene buena pinta

—Akalena, no me has dicho que ocurrió con el tipo que te hizo todo esto

Me puse pensativa, la verdad es que nadie me dijo lo que había ocurrido luego de haber entrado al castillo

—No lo sé —respondí confundida—, es mejor que vaya a descansar

Vicente se quedó observando a la nada, mientras me dirigí de nuevo al apartamento, sin dar oportunidad a más preguntas. Para mi mala suerte, no lograba conciliar el sueño, el intentar dormir me traía a la mente un sin fin de momentos tristes o dolorosos que se repetían en forma de bucle mientras intentaba huir de ellos. No sé cuántas horas habían transcurrido, pero no soportaba estar más allí, el pánico se apoderó de mí, comencé a sudar frío, mi corazón iba a salir, mi mente se invadía de pensamientos negativos, me cuestioné todas las decisiones que en mi vida había tomado, me estaba sintiendo un poco mareada y no tuve otra opción que salir corriendo de la habitación.

—¡Hey! ¿qué ocurre? —escuché gritar a Vicente mientras salí del apartamento hacía la terraza— ¿Akalena? ¿qué ocurre? —seguía preguntando mientras corría tras de mí

Llegué a la terraza, estaba temblando, me faltaba el aire, no podía hablar, estaba desorientada, ansiosa, muy cansada.

—¿Qué ocurre? —Volvió a preguntar Vicente mientras se acercaba poco a poco a mí

Lo mire, pero mis lágrimas nublaron mis ojos, intente decir algo, pero mi voz no salió.

—Me voy a acercar ¿ok?

Asentí, mientras bajaba la mirada, llena de vergüenza. Así fue como poco a poco se acercó a mí, hasta envolverme en sus brazos.

—Es hora de tomar terapia —susurró

—Ya lo he intentado —solloce

—¿Sola? —preguntó

—Sí, no quiero envolver a nadie en esto —respondí

—Ahora estoy envuelto yo y no acepto un no como respuesta

Esperé un par de minutos hasta sentirme un poco mejor

—Ven, vamos a hablar —dijo mientras me llevaba hasta la zona de estar


CIUDAD DE LAS ALMAS | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora