TREINTA Y TRES

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—¡Hey! Se nos hace tarde, la princesa sigue renuente a bajar —escuchamos la voz de Scott acercándose y sentí que había sido salvada por la campana

Gavrel salió del auto —Vamos a ver si tu tienes suerte —dijo fingiendo que no había pasado nada

—Holi —solté cuando Scott llego a la puerta trasera del copiloto que se encontraba abierta

—Ahora mi manera... —dijo

—¿Cómo? —pregunté— ¡Ahhhhh!

Un gritó salió de mi garganta al sentir como Scott me tomaba de los tobillos y me arrastraba por el asiento trasero para sacarme del vehículo y ponerme en sus hombros, dando marcha hacía el pequeño local de comida.

—¡¿Es en serio?! ¡bájame Scott! —grité, mientras golpeaba su espalda sin ningún resultado

—Cálmate, te bajaré adentro, además no creo que quieras caminar sin zapatos ¿cierto?

Tenía razón, mis zapatos estaban en el Jeep, me los había quitado para quedarme en medias y poder dormir plácidamente. Cosa de la cual me arrepentí.

—¡Ok! —solté

Un par de pasos más y ya estábamos en el local. Scott me dejo sobre uno de los asientos y él se sentó en frente de mí.

—¿Y Gavrel? —pregunte curiosa ya que no estaba en la mesa con nosotros

Se encogió de hombros e hizo una mueca —Creo escucharlo decir que iría a fumar un cigarrillo

—¿Qué hay de comer? —pregunté ignorando lo que me había dicho

—Te pedí pizza —dijo mientras sonreía

—Y esa risa se debe... ¿a...?

—A que conocemos todos tus gustos, sabemos que comes y que no...

—Mmm... cierto —dije sin ánimo— soy el animal de circo al cual se han encargado de estudiar, por poco se me olvida —volteé hacía la barra para no ver la cara de Scott, mejor dicho, para que él no viera la lágrima de decepción que rodó por mi mejilla

—¿Qué? —preguntó Scott como si no entendiera a que me refería

—Ya estoy al tanto, que no solo son lo que son, también son agentes de no sé qué nuclear... yo era su objetivo... ahora soy su mascota...

—¿De dónde sacas eso? —pregunto con el ceño fruncido, hasta este momento no me había dado la oportunidad de observar bien a Scott, era un moreno, alto, no tanto como Vicent y Nil, pero estaba muy cerca, estaba igual de tonificado que ellos, su corte de cabello era estilo militar, muy bajo. Contaba con una barba poblada y sus ojos enmarcaban su rostro, eran de un hermoso verde oliva

—Tuve una especie de revelación de Nil antes de venir acá... —me limite a decir

—No sé qué te dijo el troglodita —dijo refiriéndose a Nil—, pero lo que sabemos de ti es gracias a Vicente. Creo que cupido usó una flecha satánica contra él, desde que Gina llegó a su vida, no existe un día en el que no nos hablé de ti, de tus gustos, de lo que haría para ayudarte —volteé a mirarlo con asombro, lo que hizo que continuara—. Apuesto a que no te dijeron eso

Negué

—Y quizás pienses que es un enfermo acosador, cosa que yo también hice en su momento. Pero con el paso de los días lo entendí, el amor puede sacar lo mejor, lo peor, lo dulce, lo amargo... es decir, puede hacer lo que quiera con nosotros y a veces perdemos un poco el control —hizo una pausa mientras la mesera nos entregaba el pedido en la mesa

CIUDAD DE LAS ALMAS | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora