Capítulo VII

108 7 6
                                    

Holaaaaa... Nuevo episodio.

Mil gracias por comentar, dejar su estrellita o sencillamente por leer.


En un primer momento la sensación fue extraña, puesto que se había preparado para recibir un empujón o peor aún, una bofetada, pero en vez de eso, Esra abrió la boca y no sólo recibió el beso, si no que también le correspondió. Dicho gesto le insufló nuevo brío, así que se apegó todavía más a ella y la empujó suavemente hasta que toparon con el respaldo del gran sofá que dividía su despacho en dos áreas. Halit la agarró firme de la cintura con la mano libre para evitar que cayeran y profundizó el beso. La respuesta de Esra lo tenía tan sorprendido, como excitado. Sabía que se arrepentiría, sabía que esto podría lanzar por el despeñadero todo el esfuerzo conjunto que habían desplegado en el año y fracción que llevaban como "socios" en este matrimonio, pero en ese momento no tenía fuerzas para detenerse. Haber deseado esto por tanto tiempo y de pronto tenerlo entre las manos era más de lo que su voluntad podía manejar, así que dejó de besarla en la boca para comenzar a dejar un camino de besos en su mejilla y luego en su cuello. Entonces oyó su nombre susurrado desde la boca femenina. Se detuvo brevemente y la miró, Esra parecía estar sumida en una ensoñación, porque lo miraba como si no lo reconociera. Fue entonces cuando se dio cuenta que ella tenía una mano tras su cuello y que lo atraía suavemente hacia sí. ¡Ella también lo deseaba! La alegría que sintió fue tan genuina, que pensó que se le doblarían las rodillas, sin embargo, hizo acopio de fuerza para resistir y tomó a Esra de la cintura para levantarla y llevarla hasta su escritorio, que estaba a escasos metros. Una vez ahí la sentó sobre la superficie y volvió a besarla lleno de ansiedad. Nuevamente dejó un camino de besos sobre su mejilla y su cuello, mientras ella enredaba sus delgados dedos en su cabello otra vez. Cuando sus labios llegaron al hombro femenino, la barrera del vestido se interpuso entre ellos y Halit comenzó a deslizarlo suavemente, acariciando y besando con veneración la piel que encontraba a su paso. Esra era todo calidez y suavidad. No era la reina del hielo, si no muy por el contrario. Oírla susurrar su nombre entre gemidos, oírla suspirar y sentirla amoldándose a sus caricias le parecían la experiencia más erótica que hubiera experimentado en su vida y eso que todavía estaba vestida. Quería ir con cautela, pero sentir su pequeña y traviesa mano colándose cerca del cierre de su pantalón fue más de lo que podía tolerar, así que tomó una de sus piernas y la ajustó a su cuerpo. A continuación, subió la mano lentamente por el costado, deleitándose con la exquisita textura de la piel femenina hasta que su mano tocó su ropa interior. Estaba a punto de comenzar a tirar para quitársela cuando oyó que la puerta del despacho se abría para luego oír unas risas que provenían de la misma habitación.

- ¡Mierda!

Halit no sabía si estaba más atónito por la imprecación de Esra o por la intromisión de su cuñado en la sala.

- ¿Rahmet qué haces aquí? – preguntó Esra acomodándose el vestido y bajándose del escritorio.

- Lo siento.... Lo siento – repetía Rahmet entre risas.

- ¿En qué momento llegaste? – preguntó Halit todavía pasmado.

- Hace unos instantes. Toqué el timbre y me abrió la señora Berguzar.

- Ni siquiera oí el timbre – reflexionó Halit en voz baja.

- Yo creí oírlo, pero pensé que estaba equivocada – replicó Esra y luego dirigiéndose a su hermano le espetó: ¿Se puede saber qué haces viniendo a casa a las dos de la mañana sin avisar y evidentemente bebido?

ConvenienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora