Capítulo XI

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Holaaaa... Nuevo capítulo con interesantes consecuencias...


Ahmet la miraba algo confundido.

- ¿Está segura de que es aquí? – preguntó algo incómodo.

- Sí, Mert me dio la dirección y aquí es. Por favor, espéreme unos minutos mientras bajo a preguntar por él – señaló Esra.

- La acompañaré, señora – dijo Ahmet haciendo ademán de bajar del vehículo.

- ¡No! Sólo me anunciaré y vuelvo a reportarme. Lo prometo.

- Está bien – respondió algo inseguro.

Esra tocó el timbre de la antigua casona mientras le sonreía a Ahmet que la miraba algo turbado desde el vehículo. Algunos vecinos curiosos salieron a mirar intrigados. No era habitual ver un auto de lujo y a una mujer tan elegante en Tarlabaşı. Un anciano atendió la puerta y Esra por fin pudo preguntar por Mert.

- Buenas tardes. ¿Aquí vive ?

- Sí. ¿Quién lo busca? – preguntó el anciano algo sorprendido, igual que sus vecinos.

- Dígale que Esra Özcan está aquí, por favor.

En eso el muchacho, que había llamado a Esra en la mañana, apareció detrás del anciano y la invitó a pasar.

- Señor Bülut, la señora Özcan viene a ver mi trabajo.

- ¡Qué bien! Adelante por favor – señaló el anciano invitándola a entrar.

Esra se excusó unos momentos, fue hasta donde Ahmet para decirle que se podía retirar.

- Está segura, señora.

- Debe ir por mi marido a la oficina. Una vez que lo deje en casa, puede volver por mí.

- Pero será de noche.

- No se preocupe. Estaré bien.

- ¿Está segura?

- Segurísima, Ahmet. No se demore más. Cuando usted vuelva en un par de horas, yo ya estaré lista.

- Como ordene.

- Adiós, Ahmet – respondió con una sonrisa.

El chofer esperó a que Esra entrara en la antigua casona antes de marcharse.

Una vez dentro, Esra comprobó que la casa era enorme, de amplios techos, pero muy mal mantenida. El dueño de casa le ofreció una taza de té, que ella aceptó más por cortesía que por ganas y luego le indicó que le llevaría el brebaje a la habitación donde Mert rentaba un cuarto.

Tal como Esra había supuesto, el cuarto de Mert era amplio y frío, pero estaba lleno de bocetos y de obras terminadas. Había dibujos, así como también pinturas al óleo, tanto con pincel, como con dactilopintura. También había unas cuantas obras hechas con la técnica Ebru Art, tan característica de Turquía. Esra halló incluso unas cuantas litografías en una plancha de metal. Se detuvo analizando latamente cada una de las obras terminadas, así que el tiempo sencillamente voló. Tal como ella había vislumbrado la semana anterior, Mert tenía mucho talento. Muchísimo. Lo miró y le sonrió. Había descubierto un diamante. Lo había pensado mucho y pensaba ofrecerle ser su representante.


- ¿Cómo es eso que la señora está en Tarlabaşı? – preguntó Halit incrédulo cuando estuvo en su casa.

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